Catherine Jenna Hendry es irreverente. No solo cuando hablamos de su propuesta artística o su técnica, lo es cuando hablamos de la vida. La conversación se lleva a cabo con carcajadas explosivas y lenguaje inapropiado en la misma medida, pero sobre todo con pasión que se contagia. CJ, como se ha hecho llamar desde la adolescencia, se abre paso en la escena artística neoyorquina sin darle demasiada importancia al hecho de pertenecer a esa escena como tal.
El arte se le presentó a Hendry como un último recurso, el que la salvaría de vivir una profesión nanciera con la que no se identificaba. Para dar inicio a su carrera con toda la fuerza que sabía que necesitaba, vendió sus pertenencias –su clóset entero, para ser precisos–, con lo que compró su material de trabajo y se comprometió a volver a las finanzas si a partir de ese momento no vendía una obra en un año. Dibujó por 365 días.
Spoiler Alert!
La vendió … y ha vendido muchas desde entonces.
CJ ha dedicado su trabajo a explotar el hiperrealismo con su propia técnica, usando lápiz de color y creando, valga la redundancia, obras que se ven híper reales, por no decir que son verdaderamente sorprendentes. A lo largo de su carrera ha colaborado con marcas como Christian Louboutin y entre sus compradores asiduos se encuentran Kanye West and Pharrell Williams.
Tuvimos la oportunidad de entrevistarla en Nueva York, donde vive, en el marco de la inauguración de Rorscharch, su nueva exposición. Nos entusiasmó el bouncy house que te llevaba hasta la exposición, y por supuesto, su obra: ilustraciones que parecen cobrar vida en formas que se diversifican en la mente de cada visitante.
Estudiaste arquitecura y posteriormente nanzas; después, te convertiste en artista. ¿Cuándo se volvió una opción ilustrar de manera profesional?
Estaba estudiando arquitectura, y era bastante mala [risas] y terminé saliéndome para empezar la carrera de finanzas, en la que también era muy muy mala [risas]. En general, no era buena para la universidad y el estudio, no tengo esa estructura, de exámenes, etc. Pensar que podría convertirme en artista no era algo que estuviera en la mesa de forma clara. Si quieres ser un abogado, estudias Leyes, y aquí no necesariamente funciona así. Decir: “Voy a convertirme en artista”, es muy vago.
Siempre tuve habilidad, en realidad podía dibujar desde una edad muy temprana, pero nunca entendí cómo transformar mi habilidad para dibujar en un trabajo de tiempo completo. Un día, simplemente, dije: “Fuck it, I’m just going to draw!”. Decidí que dibujaría 365 días, seguidos, sin expectativas de lo que sucedería. En esa época comenzaba el boom de Instagram, no era lo que es hoy, pero me permitió empezar a mostrar mi trabajo, sobre todo el proceso, cómo hacía cada obra. Fui muy afortunada y las cosas crecieron a partir de ahí.
¿Tienes alguna idea de qué estarías haciendo si no estuvieras dedicándote al arte?
¡No sé! No soy muy buena en otras cosas, así que probablemente trabajaría en un restaurante. Tengo habilidad para resolver problemas, así que creo que lo resolvería de una u otra manera. Tal vez hubiera regresado a la arquitectura, a pesar de que no era buena, me encantaba.
¿Cuál es tu proceso creativo? ¿Seleccionas primero algún tema en el que te gustaría enfocarte o viene primero el concepto visual?
No estoy segura, no me considero una persona muy creativa para ser honesta. Soy muy lógica y estructurada. Mi práctica es muy laboriosa, muy intensa. Me siento por horas y horas, días y días. Me imagino a artistas que fuman un poco de marihuana y que dibujan lo que viene con esa inspiración. Yo no trabajo así. Para mí, la creatividad viene de una forma más organizada, tal vez más rígida. Muchas ideas vienen de realmente sentarme y ver qué funciona cuando estoy pensando en hacer una nueva obra. Te diría incluso que estás dándome mucho crédito porque creo que solo el 2% de mi obra realmente va de la creatividad, lo demás, te diría que es trabajo duro.
Para esta serie ¿cuál fue el proceso? ¿Cuándo decidiste que el examen psicológico de Rorschach sería el tema de la exposición?
No estoy segura de como llegué a ese punto. Me interesaba trabajar con “squish paintings” hechas por niños. Quería hacer algo con pintura aunque curiosamente no es algo para lo que tenga tanta habilidad. Mi esposo me dio la idea de usar este examen como inspiración, sin embargo, solo dibujarlo hubiera sido completamente plano.
Si hay una cosa que resalta de mi trabajo es la tercera dimensión. Los squish paintings o manchas de tinta los hicimos alguna vez y me pareció interesante combinar esta parte del Rorschach, un examen psicológico tan adulto con algo que un niño es capaz de crear con toda sencillez, con toda inocencia. Es una mezcla muy divertida, los adultos nos complicamos la vida con exámenes súper elaborados, mientras que los niños crean cosas muy sencillas sin realmente pensar tanto en lo que están haciendo.
Después de trabajar con las obras, decidí como quería que fueran presentadas: un inflable para niños, solo que completamente blanco y acolchonado que te remite al mismo tiempo a una fiesta infantil o a un manicomio. Toda la exposición es un constante cuestionamiento niño-adulto.
ES UNA MEZCLA MUY DIVERTIDA, LOS ADULTOS NOS COMPLICAMOS LA VIDA CON EXÁMENES SÚPER ELABORADOS, MIENTRAS QUE LOS NIÑOS CREAN COSAS MUY SENCILLAS SIN REALMENTE PENSAR TANTO EN LO QUE ESTÁN HACIENDO.
¿Piensas primero en la instalación que presentarás o en la obra?
Trabajo durante mucho tiempo en la obra antes de decidir cómo presentarla, pero ya pienso en la exposición como una parte de la percepción de la obra, me gusta realmente armar un show.
Hoy en día tienes una “fórmula ganadora”. Coleccionistas buscan tu trabajo y vendes todas las piezas que produces para cada exposición. ¿Qué te hace querer cambiar y crecer?
Empecé creando en blanco y negro y ahora lo hago con colores e instalaciones; es tan diferente. Creo que lo que más miedo me da de la práctica artística es cuando tienes una “fórmula ganadora”; hacer lo mismo me parece que es lo peor que podrías hacer. No es diferente, no es emocionante, no es nuevo. Cuando un diseñador de moda o alguna banda, hace lo mismo constantemente, aburre.
En mi caso, además, el trabajo es tan laborioso que si encima fuera repetitivo, no lo podría seguir haciendo. Creo que todos deberíamos tenerle miedo a hacer lo mismo todo el tiempo. Estoy constantemente buscando formas de reinventarme. Todos queremos ver crecimiento y evolución.
Además del aspecto del color, ¿de qué otra forma consideras que ha evolucionado tu trabajo?
Me parece que la forma en la que se muestra el trabajo. Es muy fácil mostrarlo colgado sobre una pared con textos que expliquen cómo debe hacerte sentir la pieza o qué debes pensar cuando la veas. Todos podemos escribir una descripción del trabajo y colgarlo para explicar lo que quisieras transmitir. Para mí, la gente debe experimentar el trabajo. Podría haber dicho: “Imagínense entrar a un manicomio”, y en lugar de eso, prefiero ¡hacer que la gente entre por un inflable que parezca un manicomio! Hacerlos sentir esa experiencia. A veces las ideas son demasiado grandes solo para que las pongamos en un papel.
Creo que llegó un punto en que mi técnica ya era perfecta. Ok, entonces, ¿qué sigue? ¿Qué otros elementos puedo explotar? En ese sentido, he evolucionado.
Sobre esta experiencia, es totalmente subjetiva, diferente para cada uno. ¿Buscas generar alguna emoción específica? ¿Qué emociones te imaginas que esta exposición generará?
Cuando la gente viene al show, no estoy buscando que tengan una experiencia de cierta forma. No creo que puedas hacer que la gente tenga la misma opinión que tú, deben tener la experiencia ellos mismos. Para mí es importante no dárselos todo. Habrá gente que entre a esta exposición y diga: “Odié el ruido y brincar hacia las obras, qué incómodo” o “Tuve que quitarme los zapatos” y a otros les recordará su infancia y les parecerá divertido. Habrá quien disfrute la experiencia y habrá quien no.
AMO ESTA SERIE PORQUE A DIFERENCIA DE MI TRABAJO ANTERIOR, HAY LUGAR PARA LA INTERPRETACIÓN O IMAGINACIÓN DE QUIEN ESTÁ VIENDO LA OBRA.
En uno de tus Ted Talks dijiste que no te quedaste en Australia porque no encajabas en el “molde australiano”. ¿Qué te hizo escoger Nueva York?
Vivir en Nueva York es muy diferente de vivir en Australia, por muchas razones. Me fui de Australia porque no me pare- cía que encajaba en el “molde” o concepto de artista. Me parece un poco triste que Australia tenga una idea de cómo debe verse o ser un artista. Aquí, tampoco siento que encaje como artista [risas] no voy a mentir: no soy el estereotipo o formo parte de ese mundo, pero lo que especial- mente me gusta de Nueva York es que es un lugar tan grande, con tanta gente extraordinaria, que a nadie la importa quién eres o qué tan bueno eres. Debes seguir trabajando, y seguir adelante. Te empuja a esforzarte para hacer un mejor trabajo porque aquí hay gente tan buena como tú en cada esquina.
En Australia tal vez no sea tan duro, pero aquí soy tan pequeña e insignificante en una ciudad tan grande que me hace cuestionarme constantemente quién soy, y trabajar duro para lograr grandes cosas.
¿Cómo te sientes acerca de tu trabajo anterior que es tan distinto al que estás haciendo ahora?
No soy muy sentimental, veo mi trabajo anterior y pienso que técnicamente es excelente y lo que definitivamente identifico es que es una representación muy verdadera de quien era yo, o de el lugar donde me encontraba en ese preciso momento. Lo veo y es simplemente muy verdadero y muy realista.
Estoy feliz con esta exposición, por ejemplo, y puede ser que en diez años, piense qué demonios estaba haciendo cuando hice Rorschach; sin embargo es una fiel representación de este momento de mi vida. Cada vez que he hecho algo, me parece maravilloso en el momento en que estoy haciéndolo, y para ese preciso momento, es mi mejor trabajo.
Hay una frase en tu descripción de este trabajo, que me pareció muy interesante. “Hay gran libertad en ver lo que queremos ver”. ¿Qué ves?
Amo esta serie porque, a diferencia de mi trabajo anterior, hay lugar para la interpretación o imaginación de quien está viendo la obra. En otras ilustraciones mías, por ejemplo, la pelota de básquetbol o los guantes de box, el trabajo es bueno, pero no permite ningún tipo de interpretación personal. Es muy claro, muy rígido.
Aquí hay formas, y las personas pueden solo ver pintura aplasta- da, o quizás una orquídea o un bailarín, de eso se trata también el examen de Rorschach. A estas alturas, ya no sé qué veo yo en cada uno de ellos, estoy demasiado cerca del trabajo. Veo mucho trabajo, [risas], eso veo yo.
Cuéntanos sobre qué viene.
En mi práctica siempre hay muchísimas ideas, muchas; no todo logramos llevarlo a cabo. Tengo una idea con arena, pero es tan grande y la escala a la que quisiera hacerlo puede no ser posible, es decir, quiero construir una playa en Manhattan, [risas], no sé si cambiaremos de idea. No sé cómo hacer esta idea en pequeño, si puedo encontrar la forma de hacerlo de verdad, en grande, lo haré.
Cuéntanos sobre tu relación personal con México. ¿Por qué quisiste hacer un proyecto aquí? ¿Aún es viable?
Amo México, no tengo ningún lazo con México, toda mi familia es australiana y mi esposo también. He estado ahí un par de veces y hay algo acerca de la familia y la comunidad que sucede solo ahí.
Hay algo que hace a los mexicanos diferentes, cálidos. Hay un punto en el que los mexicanos y los australianos me parecen muy similares. La comida me parece fenomenal, la gente es sumamente considerada y acogedora. Estoy completamente segura de que quiero hacer un show en México, no sé cuán- do sucederá, pero sé que habrá gran apoyo y energía. Es un lugar muy especial.
Y si no estuviera casada con mi esposo australiano iría a México también para buscarme a un esposo. [Risas].
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Resort de esquí.
Ciudad o campo.
Ciudad casi todo el tiempo.
Tres cosas que no pueden faltar en tu maleta.
Audífonos, lipbalm y perfume.
Canción favorita para un roadtrip.
Audiolibro, Harry Potter.
Texto por: Nicolle Lekare
Fotos por: Ximena del Valle y cortesía de CJ Hendry