
La que fuera alguna vez fue una isla de pescadores abandonada, hoy se ha convertido en epicentro de una nueva forma de habitar espacios y paisajes a través del arte y la arquitectura.
En el mar interior de Seto, al sur de Japón, se encuentra Naoshima, una isla que ha sido transformada en una propuesta cultural extraordinaria. Rodeada de naturaleza, expone una visión de integración entre paisaje rural y contemplación del arte, la arquitectura y el entorno natural.

Gracias a la acción conjunta de la Fundación Benesse y el arquitecto Tadao Ando, antiguos pueblos pesqueros se transformaron en una de las propuestas culturales más disruptivas del siglo XXI. De esta manera, la arquitectura brutalista de Ando, con muros de concreto liso, ángulos rectos y control absoluto de la luz natural, redefine los códigos del museo tradicional.



Concreto, silencio y geometría de luz
Excavado en una colina para no alterar el paisaje, en el Chichu Art Museum piezas de Claude Monet, James Turrell y Walter De Maria dialogan con la arquitectura de Ando, la luz y el entorno. Sin señalizaciones que distraigan la experiencia, el visitante avanza entre galerías, escaleras y pasillos guiado únicamente por la luz, que cambia a lo largo del día y muestra las obras a cada paso.
En la sala de Turrell uno se convierte en parte del fenómeno lumínico, donde la geometría y el sonido del entorno toman protagonismo. Justo en frente, los Nenúfares de Monet aparecen enmarcados en una sala blanca iluminados con luz solar cenital.

Por otro lado, se encuentra el Benesse House Museum, también obra de Tadao Ando, en el cual las habitaciones de un hotel se integran a salas de exposición. Aquí, los artistas escogieron el espacio para sus obras y, en algunos casos, las realizaron especialmente para el sitio. Piezas de Richard Long, Hiroshi Sugimoto o Yukinori Yanagi se cruzan en pasillos, escaleras y terrazas abiertas al mar. Al exterior, el arte convive con el paisaje: obras como calabazas de Yayoi Kusama, móviles metálicos que giran con el viento de George Rickey y pasajes que llevan a jardines de silencio con esculturas de Niki de Saint Phalle.
Fuera de los museos, el Art House Project lleva el arte contemporáneo a casas antiguas dentro del pueblo de Honmura. Conservando su fachada original, cada vivienda ha sido intervenida por un artista diferente. A su vez, al cruzar el Pabellón Naoshima, yace un pequeño templo reinterpretado por James Turrell: una casa minimalista con vigas de madera diseñada por Tadao Ando aloja una instalación de luz, un cuarto donde el tiempo se mide con agua que gotea sobre una piedra.
Fotos: Cortesía de Josefina Mora