Para entender cómo es que el cine mexicano se encuentra donde está hoy, es necesario hacer una revisión de lo que ha sucedido a partir del 2000. La transformación que ha sufrido la industria ha sido brutal. Recuerdo que las opciones para ver cine a mediados de los noventa eran, en mi caso, ir al Molino de Constituyentes, una sala de cine pequeñísima donde pasaban los estrenos de Disney.
De repente, algo cambió drásticamente con la llegada de las salas multiplex a México y la oferta cinematográfica empezó a crecer sin detenerse. Hoy, no solamente contamos con la increíble programación que traen la Cineteca y las enormes salas comerciales. Cada vez existen más propuestas que traen cine independiente, como es el caso de Tonalá. Año con año se consolidan distintos festivales de cine, permitiéndonos disfrutar de todo tipo de películas. Creo que lo que ha sucedido en las últimas dos décadas no solo ha afectado directamente nuestra manera de relacionarnos con el cine, sino nuestra manera de relacionarnos con la cultura en general. Detengámonos a pensar en todas las plataformas que han surgido dentro de las diferentes disciplinas artísticas y que hoy forman parte imprescindible de la agenda cultural del país: MACO, MUTEK, FICM, PASE USTED, ALL CITY CANVAS, son algunas a mencionar. Surgidas de una generación de promotores que aparece en los noventa a partir de una necesidad cultural real, se han generado estos grandes sucesos para México. En el año 2000, existían apenas cinco o seis festivales de cine en el país; hoy tenemos 80. Esto sería imposible sin los promotores culturales que se forjaron con el audiovisual como herramienta y la vocación con la que ejercen sus carreras. Personas como Eva Sangiorgi, quien lleva Ficunam, David Di Bona con Filux y Paula Astorga, con quien tuve la oportunidad de platicar, y que hoy es directora creativa del Festival Distrital.
Paula fue responsable de crear el FICO que, en su momento, fue el festival de cine contemporáneo de la Ciudad de México. Este festival tuvo la inteligencia de aportar una perspectiva bastante visionaria: entendía la noción de la industria, pero creía en la diversidad. En sus cinco ediciones, se convirtió en un referente fundamental, fue una plataforma que inspiró a muchos, al replantear el lenguaje cinematográfico en ese paso del análogo al digital. De esta manera, Paula es pieza clave dentro de este desarrollo de promotores y creadores que llegaron a romper todos los esquemas con una nueva ola de producciones independientes en la que no necesitabas de una parafernalia millonaria para producir películas y que, con la llegada de las redes sociales, ha terminado de posicionar al cine mexicano como parte fundamental de la agenda cinematográfica del mundo.
¿Cómo nace tu pasión por el cine?
Mi primera pasión siempre fue la de contar historias, antes de cineasta quería ser escritora. El cine me parece un mecanismo fantástico para contar historias, para entender la vida desde muchísimos lugares. Me apasiona el cine como una plataforma de expresión creativa, pero también como una herramienta de promoción, difusión, educación y cultura.
¿Cuándo comienza tu interés por la promoción cultural?
Crecí en una familia donde había muchos artistas, y mi mamá tenía una galería de arte. Desde muy chiquita aprendí que mientras los artistas crean, también existe alguien que puede lograr que su trabajo se difunda. Entendí que la relación obra y publico necesita de alguien que lo promueva, que lo enriquezca metiéndolo dentro de un contexto congruente. Me encantaba ver cómo los artistas desarrollaban un talento para generar una obra que tenía un significado, me parecía muy apasionante. Creo que desde ahí nace mi vocación como promotora.
¿Qué fue lo que te motivó en un principio para perseguir una carrera en la promoción cinematográfica?
Estudié cine en el CCC en la década de los noventa. Era un momento muy grave y crítico para México; ni siquiera habían aparecido las multisalas y las que existían estaban en un proceso de deterioro. Era justo la coyutura en la que se hizo el Tratado de Libre Comercio y el cine mexicano tenía todas las desventajas posibles del mundo. Entonces, desde la mirada de un joven, las grandes preguntas eran: ¿Para qué estamos estudiando cine?
¿Quién va a ver nuestras películas?
Así que empezamos a organizar el Festival de Escuelas de Cine que fue una experiencia increíble, entre el 91 y el 92. Así fue como entendimos que no valía la pena hacer tanto esfuerzo creando cine si no existían mecanismos para que la gente pudiera ver estas películas. Ya después de eso, me salió la oportunidad de crear un proyecto a mayor escala que fue el Festival de Cine de la Ciudad de México en el año 2000 y posteriormente el FICO.
¿Cuáles son los ideales cinematográficos que te definen como promotora?
Creo que mi trabajo ha mantenido una idea firme y congruente: la idea de la diversidad. Creo que ningún cine es bueno o malo, lo que pienso es que el cine es un mecanismo extraordinario para crear públicos, para tocar consciencias desde la perspectiva en la que lo reflexiones. Las películas van acabar en un público que busca una experiencia y son ellos quienes terminan por formularse preguntas y poco a poco van sofisticando su manera de verlas. El cine debe ser una herramienta que incida sobre el espectador de manera que este tenga una experiencia ya sea estética o filosófica. Finalmente, el cine es la herramienta; la gente es el objetivo final.
¿Cómo ha sido ser mujer en esta industria?
Como estudiante al principio fue difícil. Recuerdo el primer día de clases, cuando los maestros entraron al salón y vieron que éramos muchas chavas, lo primero que dijeron fue: “Ay, qué padre! Va a haber muchas vestuaristas y maquillistas en esta generación”… Empezar con algo así es un trago muy complejo. Pero la verdad es que yo nunca me clavé mucho con eso, para mí fue un gran privilegio estudiar cine y gracias a Dios ese tipo de posturas duraron muy poco. Hoy que enseño y doy talleres, veo cómo cada vez hay más generaciones con chicas. Creo que las mujeres ya nos empoderamos y que esos prejuicios ya no existen.
¿Qué piensas del público mexicano?
Ya existe un público formado. Hay un fenómeno en el consumo del audiovisual que es muy interesante y que está relacionado con la piratería. El que quiere ver una película la va a ver y está dispuesto a esperar a que llegue al cine; y si no, la va comprar “pirata” o en línea. Sí hay un rompimiento cultural en el que los jóvenes de hoy ya crecieron con una oferta en la cual la accesibilidad significa que puedes ver lo que quieras. De esta manera se están transformando los mecanismos de consumo y así el público se está enfrentando con otras nociones y otros contenidos; por lo tanto, sí quiere más. Creo que cada vez es más exigente, pero en términos de a lo que puede acceder, porque en términos cualitativos, todavía tenemos grandes áreas de oportunidad.
¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta el cine mexicano hoy?
Creo que las ideas y la creatividad siempre han estado ahí y que se han transformado de una manera espectacular. Pero también creo que todavía tenemos varios problemas que resolver. Los mecanismos de financiamiento en los últimos años crecieron muchísimo al entrar el apoyo estatal, pero por esto mismo, ha disminuido la inversión a riesgo por los beneficios que existen. Esto es delicadísimo, porque el gobierno mexicano no me genera la suficiente confianza. Siento que no se ha terminado de fundar una industria y eso siempre es riesgoso, pues dependemos del dinero del Estado y aunque proponen un intercambio que tiene muchas ventajas, cuenta también con enormes vacíos y posibilidades de riesgo altísimas. Creo que tendríamos que seguir fomentando un sistema autogestivo y diversificar los mecanismos de inversión.
¿Qué ha pasado con tus ganas de contar historias?
Ahora he estado re-abordándola con una participación creativa como productora en un documental que estamos haciendo con unos chavos de CENTRO que se llama Omar y Gloria. También estoy produciendo el primer largometraje en stop motion que se va hacer en México llamado Insomia. De este último, he sido parte del proceso de distintas maneras.
Cuéntame de Distrital
Estoy muy contenta de retomar la dirección artística del festival. En 2016 se llevará a cabo la sexta edición del festival que yo misma fundé con una formula completamente distinta a lo que era hace cinco años. Hoy Distrital es un festival que por un lado apuesta por la noción del diálogo y el suceso en una experiencia que renueva los términos en los que se aborda la producción de la película. Ahora nos interesan los mecanismos de consumo, por que lo que nos enfocamos mas en la audiencia y hace que falta una reflexión y critica desde la experiencia en la relación a las nuevas tecnologías y plataformas.
LOS HOTFESTIVALS PARA PAULA ASTORGA: Festival de la Riviera Maya, FICUNAM, FICM, Ambulante, Festival de Cine de Monterrey y DOCS DF