Fotógrafo, pintor, cineasta y gran apasionado de las artes, Eniac Martínez nació en la Ciudad de México en 1959. Inició su formación artística en el Instituto Superior de Arte de la Habana, Cuba; continuó en la ENAP, en la Ciudad de México y finalizó sus estudios en el International Center of Photography de Nueva York. Ha tenido oportunidad de exponer en lugares de alto prestigio como el Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México, en la Tisch School of the Arts, N.Y.U en Nueva York y en Side Gallery en Newcastle, Inglaterra, entre otros. Eniac ha formado parte de proyectos con personalidades como: Diego Luna, Alejandro González Iñárritu, Emmanuel Lubezki y Alfonso Cuarón. Es autor de los libros: Mixtecos, Litorales y Camino Real de Tierra Adentro.
¿Cuáles eran los planes a futuro del joven Eniac Martínez en la secundaria?
En la secundaria jugaba futbol americano, no tenía ni la más mínima idea de lo que quería hacer con mi vida. Creo que fue hasta la preparatoria que empecé a interesarme en algo más, en la música. Regresé de Chile a la Ciudad de México y empecé a tocar guitarra con Ángel Parra, hermano de Violeta Parra, una gran cantante chilena. Era muy joven, tenía como quince años; en ese tiempo eran canciones de protesta y tocábamos en los pocos foros que tocaban esa música. Estuve moviéndome de grupos hasta llegar a tocar con Eugenia León, pero después me di cuenta de que ya era tiempo de ponerme a estudiar. Así que decidí entrar a la Escuela Nacional de Música, en donde estudié Composición. Después de un rato me fui a vivir a Cuba, en donde viví tres años continuando con mis estudios en música, hasta que me aburrí y decidí irme por el camino de las artes plásticas.
Entré a la carrera de Artes Visuales en la ENAP (Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM). Estuve en la carrera cuatro años y creo que así comenzó mi interés por la cuestión gráfica. En esa carrera aprendí de grandes maestros que me enseñaron la pasión por el trabajo y el amor al arte y pensé “de aquí soy”. Un día, mi amigo Roberto Ortiz, artista plástico bastante reconocido, me invitó al Consejo Mexicano de la Fotografía, que estaba en la calle de Tehuantepec. Él tomaba ahí un taller que se llamaba El taller de los lunes. Debo decir que fue una parte muy importante de mi formación; ahí se juntaban los jóvenes y no tan jóvenes a hablar de lo que era la imagen y no tanto de técnicas de fotografía; dentro de los estudiantes estaban Gabriel Orozco, Rubén Ortiz, Pablo Ortiz Monasterio, entre otros artistas que ahora son reconocidos. Era duro ir al taller, consistía en ir y exponer tus fotos, abrirse a la crítica y aguantarse; por otro lado también era aprender a desarrollar un lenguaje fotográfico.
Gracias a ese taller me di cuenta de que sí me interesaba la fotografía y lo que significaba una imagen; pero sobre todo me di cuenta de la importancia de la ilación de estas imágenes, que juntándolas llevan a hacer un trabajo más completo que, idealmente, forman un discurso, un reportaje, que es lo que más me interesa. Siempre digo: las letras forman palabras, las palabras forman frases, las frases forman páginas, y las páginas formas libros. Por eso, cuando me preguntan “¿cuál es tu mejor foto?” contesto que me gustaría mejor hablar de mis mejores libros; es más importante lo que dice un libro completo. Creo que El taller de los lunes me ayudó a realmente darme cuenta de lo que quería hacer.
¿Qué es lo que más te gusta de un fotógrafo?
Su entrega hacia un tema de trabajo. Para mi primer trabajo —que aún no sé si yo escogí el tema o el tema me escogió a mí—, el primer libro que hice se llamó Mixtecos, estuve trabajando cuatro años en la Mixteca Alta y la Mixteca Baja de Oaxaca; pero el tema no me llegó hasta que pasaron dos años de trabajo, cuando me di cuenta que lo que realmente estaba trabajando era un proceso migratorio. Después de ver que la migración era mi tema, me fui a Estados Unidos a cruzar la frontera con ellos y estar con la misma gente que había conocido en Oaxaca y a conocer a nuevas personas. Fue un proyecto que realmente me enamoró de la fotografía documental, que es estar en la calle aprendiendo de los temas con los que se trabaja. Así que lo que más me gusta de los fotógrafos es cuando el tema está arriba del fotógrafo, no cuando el fotógrafo está arriba del tema.
Tu trayectoria es impresionante, has trabajado en Babel y Arráncame la Vida. ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con diferentes directores de cine?
He tenido la suerte de trabajar con directores muy talentosos que me han enseñado, entre otras cosas, a serle fiel a tu visión de un proyecto determinado, desde la preproducción hasta la conclusión. Recuerdo con especial cariño y respeto a Julián Schnabel, Baz Luhrmann, Alejandro González Iñárritu, Felipe Cazals; y directores de fotografía a Emmanuel “el Chivo” Lubezki, Rodrigo Prieto, Aleksei Rodionov, Damián García, Martín Boegue.
Tus imágenes de ríos y litorales son impresionantes. ¿De dónde salieron estas ideas y por qué escogiste estos lugares en particular?
Litorales fue un libro chiquito que hice con mi amigo Francisco Mata y lo hice con una cámara de plástico, una Pix Panorama de diez dólares. Salió porque en mi carrera como fotógrafo tengo dos formas de trabajar: mis proyectos personales, siempre tengo que tener un proyecto personal, si no me siento como fuera de lugar; y los trabajos por encargo, toda la fotografía comercial. Si yo pudiera vivir solo de trabajo personal, lo haría; pero la realidad es que conozco a pocos fotógrafos en México que lo pueden hacer. Hay que trabajar paralelamente en cualquier cantidad de cosas que tengan que ver con lo que a uno le interesa.
Leímos que estudiaste en Cuba, México y Nueva York. ¿Cómo han cambiado las cosas en tus ojos con el paso del tiempo? ¿Cómo han cambiado tus ideas detrás del lente y la cámara?
Es innegable que el viajar y aprender de otras culturas es muy interesante y formativo; pero yo encuentro mi verdadera escuela en la cancha, en el trabajo. Me refiero al desarrollo de proyectos personales. Lo que trato de conjuntar después de cerca de 30 años en la fotografía es la emoción y sorpresa de mis primeros años con la experiencia acumulada.
¿Como ves la evolución de la fotografía en México? ¿Hacia dónde crees que vaya?
Más que la fotografía, creo que las artes plásticas van por muy buen camino. Cada vez salen más fotógrafos al extranjero y cada vez hay más exposiciones de fotógrafos mexicanos tanto en México como en el extranjero.
¿En qué consiste tu último proyecto, Camino Real de Tierra Adentro?
Vi en un periódico que existe una ruta antigua que conecta a México con Santa Fe, Nuevo México. Son tres mil kilómetros. Inmediatamente me vi recorriendo esta ruta y fotografiando todo lo que sucede.
¿Tres fotógrafos favoritos o los más influyentes en tu trabajo?
Gilles Peress, Graciela Iturbide y Ernesto Bazán.