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Isla Urbana revoluciona la captación de lluvia

ISLA URBANA

Isla Urbana fue la tesis de licenciatura de la carrera de Diseño Industrial de Renata Fenton y Enrique Lomnitz. El proyecto nace oficialmente en 2009, como respuesta a la preocupante escasez de agua que viven cientos de miles de habitantes en la CDMX. Los fundadores encontraron en la captación de lluvia una buena alternativa frente a este problema: durante más de 6 meses al año caen lluvias torrenciales en el valle de México que van directo al drenaje, se desperdician, contaminan e inundan la ciudad.

La misión de Isla Urbana es establecer un programa de captación de lluvia que detone la adopción de esta práctica como parte de una estrategia de sustentabilidad para la Ciudad de México y el resto del país. El proyecto se ha enfocado en aprender a hacer un uso práctico y eficiente del agua de lluvia mediante el desarrollo e instalación de sistemas de captación pluvial como un modelo nuevo de infraestructura hídrica descentralizada. El trabajo se ha enfocado desde sus inicios en impactar a familias que no cuentan con conexión a la red de distribución de agua potable, en su mayoría ubicadas en las zonas serranas al sur de la Ciudad de México y en áreas rurales del resto del país.

Isla Urbana ha instalado más de 7,600 sistemas en viviendas, escuelas y centros comunitarios del país. Una casa que capta la lluvia puede vivir hasta ocho meses al año sin necesitar otra fuente de suministro de agua. Simultáneamente, se ha llevado a cabo un continuo trabajo de difusión con el n de generar mayor apertura y aceptación hacia este sistema de captación de lluvia en las comunidades y entre la población en general.

Renata Fenton es cofundadora y directora de diseño en Isla Urbana.

Maestra en diseño industrial por The Royal College of Art e Imperial College en el Reino Unido, fue becaria Chevening y ha recibido los premios Rachel Carson Environmental Award, Premio Clara Porset (México), Curry Stone Design Prize (EE UU) e Index: Design to Improve Life (Dinamarca).

Su interés está en encontrar formas de aplicar diseño social, ambientalmente responsable, por medio del trabajo multidisciplinario y participativo.

El diseño de producto, la comunicación visual, las ecotecnologías, así como la visión sustentable y activista, son elementos medulares en su trabajo.

Por su parte, Mariana Balderas es licenciada en Diseño Industrial egresada del Centro de Investigaciones de Diseño Industrial de la UNAM. Actualmente es senior designer en Isla Urbana. Ha participado en los diseños de Quick Tanks de geomembrana con gran capacidad de almacenamiento y cuya instalación se hace en zonas de difícil acceso, así como en la nueva generación de los separadores de primera lluvia, los “tlaloques”. Además, junto al equipo de Isla Urbana, trabaja en la difusión de un diseño viable, pertinente y socialmente responsable que busca conseguir autonomía para los usuarios de todos sus productos.

CREEMOS QUE CADA PROBLEMÁTICA ES UN CAMPO FÉRTIL DE INNOVACIÓN Y, POR QUÉ NO DECIRLO, TAMBIÉN SON ÁREAS DE OPORTUNIDAD EN MERCADOS NO EXPLORADOS.

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Foto: Jimena Oliver

¿Cómo perciben la escena de diseño en México? ¿Qué consideras un obstáculo y qué un detonador?

IU: Llevamos año y medio reuniéndonos con otros colegas dentro de un grupo que nombramos Diseño Activista. En conjunto, tenemos la impresión de que el diseño en México sigue estando sesgado por actividades mercantilistas sin im- pacto benéfico de largo plazo en la calidad de vida de las personas. La mayoría de nuestros colegas se dedica a diseños pensados para la comercialización de productos importados, stands, puntos de venta o mobiliario suntuoso e interiorismo, asequible para un porcentaje reducido de mexicanos.

A la vez, México presenta problemáticas complejas que esperan ser intervenidas: sobrepoblación, inequidad de género, corrupción, violencia, sobreexplotación de los recursos naturales, energía contaminante de combustibles fósiles, disparidad económica, falta de educación, obesidad, entre muchas otras. Creemos que cada problemática es un campo fértil de innovación y, por qué no decirlo, también son áreas de oportunidad en mercados no explorados.

Mezclando las habilidades otorgadas por el diseño con mentalidades activistas se puede aumentar las posibilidades de ejercer un cambio de los paradigmas que han puesto en marcha la situación actual. El diseño es en sí mismo un acto político y nunca ha habido un mejor momento para ser un activista que pueda diseñar en México.

¿Pueden mencionarnos algunos de sus diseñadores favoritos?

Renata: Uno de mis diseñadores favoritos es el australiano Bill Mollison (1928-2016), el padre de la permacultura. Lo que me llamó más la atención fue su visión alternativa del diseño ecológico y ambiental. Su enfoque se basa mucho en el diseño aplicado al contexto de la agricultura y la autonomía; se centra en la capacidad de crear y encontrar conexiones entre componentes y hasta acciones en un ecosistema biótico/abiótico particular para optimizar tanto su producción como su impacto. Su
genialidad está en visualizar oportunidades de diseño al optimizar componentes e interacciones del sistema humano y natural existen- tes hacia un cambio de paradigma a nivel sistémico real. Me parece que para tener un cambio positivo en México, necesitamos enfocarnos no solo en resolver los retos más apremiantes, sino también canalizar los esfuerzos y recursos que ya tenemos en pro de un futuro más justo, consciente y sustentable.

También me parece muy interesante el trabajo de Dunne and Raby, son profesores en mi universidad. Ellos me abrieron mucho los ojos a la importancia de considerar siempre los impactos del diseño y sus implicaciones sociales, culturales y éticas. Me interesa mucho la conversación que surge en torno al diseño y como el diseño participativo puede llevar a uno más sensible y más relevante a las necesidades del otro 90% de la sociedad.

Mariana: Mi diseñador favorito es Victor Papanek (1923-1998), un austriaco muy crítico de la profesión del diseño, autor de uno de los libros sobre diseño más leídos de la historia, que abrió el camino hacia el pensamiento ecológico contemporáneo, Design for the Real World: Human Ecology and Social Change, (1971).

Una de las citas que más inspiran de ese libro dice: “Hay profesiones más dañinas que el Diseño Industrial, pero son muy pocas […] En una era de producción en masa […] el diseño se ha convertido en la herramienta más poderosa con la que el hombre prefigura sus herramientas y su ambiente (y por extensión: a la sociedad y a sí mismo)”. Reconoce de ese modo la responsabilidad de nuestros actos como diseñadores, e invita a tomar en serio la profesión y redirigir el talento hacia acciones planificadas y conscientes del entorno.

¿Algún destino en el mundo para ver diseño?

Renata: Viví en Londres cuatro años, me encantó la ciudad y su energía. Hay mucha innovación en torno a la educación del diseño social, lo que en un principio me llevó allí. A un nivel teórico y académico, es una ciudad muy creativa y emocionante que, en mi opinión, está redefiniendo el diseño. Me parece natural que Londres, cuna de la revolución industrial, sea una ciudad que está evolucionado mucho la forma en la que se entiende el diseño industrial y el potencial que tiene para el futuro. El museo Wellcome Collection en Londres, me fascina. Sus exposiciones son sobre temas relacionadas con la medicina, el diseño y el arte. Puedo pasar horas ahí, sus contenidos son irresistibles.

Un espacio mágico que visité hace ya varios años fue Rocinha en Río de Janeiro. Me encantó ver el diseño de producto que nace desde la comunidad. Fabrican todo tipo de productos ingeniosos a base de materiales reciclados. La favela de Rocinha tiene un diseño propio, muy DIY, pero con un atractivo muy particular.

Mariana: Fui hace tres años a Japón. La dedicación con la que moldean su entorno es realmente admirable: la estética minimalista y sumamente detallista, se puede ver por toda la ciudad, en objeto y comportamiento. La dedicación se percibe en los jardines, en el modo de atender a un cliente, al momento de envolver cierto pro- ducto, en las edificaciones y en las artesanías. Si la perfección está en el detalle, vale la pena explorar una ciudad histórica como Kioto.

¿Edificio o espacio favorito?

Renata: Me encanta el espacio escultórico en la UNAM. Desde niña visitaba el lugar con mis papás. Mis hermanos y yo pasábamos horas escalando la roca volcánica y subiendo a gatas hasta la cima de los módulos triangulares para ver el mar de piedras. Aún me gusta mucho visitar la escultura monumental, es un lugar tranquilo, hermoso y silencioso rodeado de naturaleza. Me im- presiona como resiste implacablemente el paso del tiempo.

Mariana: Cada vez que paso frente al Centro Cultural Elena Garro me pongo de buenas, solo por percibir una adaptación de una casona cyoacanense bien planificada. Fernanda Canales hizo una muy buena intervención en una de las calles más icónicas de nuestra ciudad.

¿Película favorita?

Renata: Creo que soy adicta a los documentales, en particular temas relacionados al medio ambiente o al diseño. Algunos de mis favoritos son: Tapped, Flow, Manufactured Landscapes, Objectied, Vanishing Bees, Chasing Ice, entre muchos más.

Mariana: La sal de la tierra, el documental sobre la vida de Sebastián Salgado, es brutal, conmovedora y el mecanismo utilizado por Salga- do para la sanación de la memoria se convirtió en uno de los proyectos más admirables de conservación ambiental en el mundo, vale la pena ver el trabajo de Salgado y Lélia Wanick.

¿Platillo favorito?

Renata: Me fascinan los chiles rellenos de queso con un buen arroz.

Mariana: Es difícil superar un buen mole con tamal de frijol de Miahuatlán, Puebla, de donde es toda mi familia.

Platíquenos sobre los objetos que escogieron.

Escogimos el “tlaloquito” y el “tlaloque”, que son separadores de primeras lluvias (limpian la contaminación de la lluvia) y el componente más importante del sistema de captación que desarrollamos en Isla Urbana para zonas rurales y urbanas, respectivamente. Los tlaloques son los ayudantes del dios Tláloc y hacen referencia a la estrecha relación con la naturaleza que tenían nuestros antepasados. Estos son la última generación de una serie de tlaloques que hemos ido desarrollando desde 2009, cuando se fundó el proyecto.

El tlaloque, al igual que el diseño del resto del sistema en Isla Urbana, responde a una serie de factores contextuales específicos. Son la muestra de un diseño industrial mexicano pensado para mitigar una parte de la enorme crisis hídrica que se vive en el país.

Proyectos sociales: www.islaurbana.org
Productos y servicios: www.islaurbana.mx

Texto y fotos por: Jimena Oliver
Fotógrafa especializada en arte y diseño, actualmente acaba de fundar el proyecto NEGATIVO.MX en el que trabaja como fotógrafa y gestiona archivos fotográ cos para diferentes colecciones y artistas plásticos. www.negativo.mx

Diseño de set por: Fernanda Gavito
Peinado y maquillaje por: Anahí Denti