Fotos por Camila Cossio y Onnis Luque
Situado en medio de un terreno boscoso en Ocoyoacac, a las afueras de la Ciudad de México, el Jardín San Hipólito es el lugar perfecto para celebrar una ocasión especial en un entorno completamente natural. Las tres hectáreas de jardines se ven contrastadas por una interesante estructura que da lugar a un salón de eventos con esencia rústica.
El proyecto estuvo a cargo de El Umbral, un despacho de arquitectos mexicanos que muestra especial interés por las edificaciones sensibles al contexto, aquellas que se adaptan y evolucionan constantemente. Esta ideología va de acuerdo a su nombre, ya que ellos ven “el umbral” como un lugar o momento de transición en el que todo es posible.
Al inicio, los arquitectos tuvieron que enfrentarse a un gran reto. El espacio para eventos debía ser completamente desmontable ya que, dentro de 10 años, el terreno se convertirá en la sede de un nuevo proyecto enfocado al desarrollo de viviendas. De ahí nace la simplicidad de la estructura, así como la idea de unificarla con pernos y tornillos en vez de soldaduras para que, en su momento, pueda ser transportada a otro lugar con mayor facilidad. “También creo que así se ve más limpia la estructura”, menciona Mario, uno de los cofundadores de El Umbral.
El diseño de la edificación está compuesto por tres carpas, la principal de 1,000 metros cuadrados y dos adyacentes de 250 metros cuadrados cada una, en donde se encuentran el baño y la cocina, respectivamente. La idea de diseñar la estructura como una carpa surge de la necesidad de techar el espacio sin tener columnas intermedias que rompan con la pureza del entorno. “Recurrimos a uno de los conceptos más básicos de la construcción, simplemente apoyando dos elementos verticales que funcionan como techo y columna al mismo tiempo”, nos explica Mario.
Cada una de las carpas está formada por una techumbre de lona y una estructura de acero, diseñada y fabricada de manera digital. Las columnas cuentan con perforaciones circulares que no solamente ayudan a aligerar el peso y a reducir costos, sino que definen un diseño original que cobra vida con el juego de luces y sombras que se van proyectando en la lona con el paso de las horas. Adicionalmente, el color rojo quemado de las columnas tiene una fuerte relación con México. “Si te subes a una azotea y observas la Ciudad de México, te das cuenta de que toda la ciudad es de ese color”, revela Mario.
La sencillez está presente en cada detalle de la construcción. Para los arquitectos fue muy importante jugar con pocos elementos y utilizar materiales básicos que no fueran difíciles de trabajar. No se invirtió en acabados de lujo, sino que se utilizaron elementos rurales de manera innovadora para resaltar la calidad del espacio y brindar cierta neutralidad que no compitiera con la decoración específica de cada evento.
Otro aspecto fundamental en la planeación de la estructura fue el clima. En un día soleado, los invitados podrán gozar de la vista y la sensación de estar al aire libre, mientras que, durante la temporada de lluvias, las cortinas de agua que caen por los costados de la lona crearán un espectáculo visual realmente mágico. Así mismo, el descenso de las temperaturas no será un problema ya que el piso tiene un sistema de calefacción consistente en mangueras que circulan con agua caliente por debajo de la plancha de concreto.
La conexión con el medio ambiente es muy evidente. Los arquitectos quisieron diseñar la estructura con una expresión que se relacionara con el bosque, como la silueta de una casa de campaña que evoca incontables recuerdos de los días que se disfrutaron a la intemperie. Este sentimiento también está presente en los baños, en donde no existe una pared frente a los lavabos para revelar la vegetación de la zona.
De igual forma, el espacio que rodea la edificación está delimitado por taludes vegetales que simulan una barda natural. La tierra y las plantas que conforman esta barrera fueron obtenidas de las excavaciones del terreno que se hicieron al comienzo de la obra. “Aprovechamos toda la tierra para colocarla en el perímetro del terreno y mantener el paisaje de un jardín”, indica Pamela, también cofundadora del despacho. Sin duda, una gran manera de rescatar la flora y encuadrar la propiedad de manera sutil.