Hablar de Javier Marín es hablar de uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo en México. Originario de Uruapan, Michoacán, desde temprana edad mostró un talento nato y un gran amor por las artes. Llevó a cabo sus estudios en la Academia de San Carlos en 1980 y, con cada obra, Marín nos confirma que el arte en nuestros días es una conjugación entre materiales, texturas, calidad y, por supuesto, el sentimiento que nos deja al mirarlo.
Su trabajo gira en torno a la belleza imperfecta del ser humano y, normalmente, los materiales que utiliza son barro, bronce, resina y madera. Por medio de ellos muestra seres sumamente originales y tan vulnerables como dignos, orgullosos y enérgicos; seres con una fortaleza que impacta, ya que parecieran llevar marcada “la piel” con profundas vivencias.
Los detalles en las esculturas de Javier son impresionantes; más que esculturas, lucen como cuerpos con vida y con alma. Es como si cada extremidad tuviera venas y sangre corriendo por ellas, lo cual provoca un gran entusiasmo en sus espectadores, quienes quedan maravillados con la maestría de las piezas y de sus miradas.
A lo largo de su vida, Javier ha presentado su obra en más de 90 exposiciones individuales, así como en más de 200 colectivas. Asimismo, ha recibido innumerables premios, distinciones y reconocimientos por su impecable y artístico trabajo como el Primer Premio en la Tercera Bienal Internacional de Beijing en 2008 y la realización por concurso del retablo mayor y el presbiterio de la Catedral Basílica de Zacatecas en 2010.
Su trayectoria suma más de treinta años, a lo largo de los cuales ha expuesto en lugares de renombre internacional como el MACRO en Roma, el Museo di Palazzo Reale en Milán, el Museo Colonial en Bogotá, el Bass Museum of Art en Miami y los Musées Royaux des Beaux-Arts de Belgique en Bruselas. En México, algunos de los espacios en los que ha presentado su obra son el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey y el Museo del Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México.
Javier Marín es, sin duda, una inspiración y un modelo a seguir. Sus piezas, además de ser fuertes, originales y hermosas, agregan valor a cada espacio en el que se encuentran. Marín nos hace sentir orgullosos, pues ha llevado el nombre de México a otro nivel con su arte.
Texto por: Mariana Guerra