Si hay un lugar que ostente tradición en una ciudad en constante cambio, es sin duda Bemelmans Bar, en el icónico hotel The Carlyle de Nueva York. Desde el momento en que se entra al bar, uno se transporta automáticamente a otra época, en donde el old-school de la Gran Manzana sale a relucir en un escenario único e íntimo, favorito y clásico entre locales, grandes personalidades y celebridades.
Situado en el Upper East Side, Bemelmans, cuyo nombre homónimo, proviene del ilustrador Ludwig Bemelmans, es el único sitio en el mundo donde se pueden apreciar sus murales públicamente. El escritor e ilustrador de la afamada serie de cuentos de Madeline, fue también comisionado en 1947 para pintar los muros del recinto, representando las legendarias aventuras de Madeline en el Central Park de Nueva York. Desde entonces, el sitio se ha convertido en uno de los piano bares favoritos para disfrutar de la música y uno de los más sofisticados del mundo, acompañado de acogedores y atemporales murales, que hacen recordar a cualquiera que lo visite un clásico Manhattan, que a pesar de los años siempre se mantiene presente.
Aunque el bar fue restaurado en 2002, se respetó el legado Art Déco característico del lugar. Bancos y sillones de piel color café oscuro se estacionan a lo largo de la estancia, haciendo un contraste masculino y acogedor con la barra de granito negro y las mesas niqueladas. Las paredes ilustradas por Bemelmans, junto con el techo cubierto en hojilla de oro de 24 quilates que pinta en tonos dorados y cobrizos las estancias del bar, llenan el sitio con un halo cálido y acogedor que podría presentarse como un nostálgico escenario de alguna de las novelas F. Scott Fitzgerald.
El motor que da vida a Bemelmans Bar, sin duda alguna, es la música. Así, el lugar está abierto todos los días con presentaciones en vivo de artistas regulares como Chris Gillespie o Jim Caruso, además de funciones especiales con distintos artistas a lo largo del año. Es común toparse con personalidades como Paul McCartney o Woody Allen ha- ciendo improvisaciones esporádicas; las noches en Bemelmans Bar siempre tienen alguna sorpresa que dar.
La coctelería, por otro lado, es también uno de los pilares del lugar. Bartenders uniformados de color rojo son los encargados de preparar los clásicos: Martinis, Old Cubans o Negronis, son la especialidad de la casa. Sus bien logrados cocteles, retoman las recetas tradicionales, que han mantenido ese caché, distinguiendo hasta hoy en día, Bemelmans Bar como toda una institución.
Bemelmans Bar es uno de los pocos lugares que han logrado mantener ese aire del viejo Nueva York, ese Nueva York caracterizado por su pasión, por el jazz, por la buena coctelería y por estar entre los clási- cos que nunca fallan. Es imposible encasillar a Bemelmans tan solo como una reliquia, ya que está más que claro que la tradición que le precede no se cruza con la vitalidad que, tras más de 60 años, lo sigue colocando como uno de los sitios imprescindibles en la ciudad que nunca duerme.FACTS
El personaje más famoso del autor y ilustrador Ludwig Bemelmans, Madeline, se inspiró en su hija Barbara, pero toma su nombre de la esposa del autor.
Ludwig Bemelmans fue obligado a emigrar a Estados Unidos des- pués de haberle disparado a un mesero en Austria.
El único otro mural de Bemelmans estuvo en el cuarto de niños del Christina O, el yate de Aristóteles Onassis.
D. 36 E 76th St., Nueva York
T. +1 212-744-1600