Creador de espacios sin igual en distintos puntos del orbe, Bill Bensley ha dedicado las últimas tres décadas de su vida a romper con los estándares de la arquitectura hotelera, generando propuestas que son, por decir lo menos, innovadoras en su campo. Su trabajo no sigue una sola línea y la creatividad depende de cada proyecto. El punto de partida es siempre respetar el entorno para que el espacio conviva armónicamente con su entorno, tanto en el sentido medioambiental como en la comunidad de la que formará parte.
Para Bensley es importante desafiar los conceptos tradicionales en los que se basa el lujo, por lo que sus hoteles generan experiencias que superan las expectativas de los viajeros más exigentes, ya sea un jardín inspirado en Keith Haring o usar estaño como principal material para un resort entero. Su visión y la de todo el equipo en Bensley es estar siempre en busca de un hotel verdaderamente revolucionario, tomando en cuenta que únicamente la madre naturaleza puede crear el paraíso en la tierra.
Se inspira en arquitectos como Luis Barragán, Frank Gehry, Bart Prince y Oscar Niemeyer, por mencionar solo algunos de los más relevantes desde su persepectiva, ya que ven la arquitectura de la misma manera que él: como una obra de arte.
¿Cuál dirías que es hoy en día la definición de lujo?
No veo un gran valor en el lujo hoy en día. Estamos inundados, en cualquier experiencia de cinco estrellas, de cualquier tipo de lujo imaginable. Al final, todas terminan siendo lo mismo y difícilmente sobresalen o se diferencian una de la otra. El viajero experto de hoy no busca lujo, está en busca de experiencias salvajes.
¿Cómo decidiste dedicar tu carrera al diseño de hotelería?
Como arquitecto, paisajista y diseñador de interiores, la industria de la hospitalidad es uno de los pocos caminos en los que, si haces bien el trabajo, se mantendrá vivo por mucho tiempo. Como política, siempre motivo a nuestros clientes a incluirnos en el trabajo de mantenimiento de las propiedades y realizar trabajos de remodelación o actualización cuando llegue el momento. Llevo haciendo esto tres décadas, el sistema funciona.
Consideras indispensable cuestionar la forma en la que los hoteles son construidos e incluso la forma en la que operan. ¿Podrías darnos algún ejemplo de esta creatividad disruptiva?
The Siam en Bangkok. El lugar se siente más como una gran casa familiar que como un hotel desde que das el primer paso al entrar. Quiero que a su llegada, en lugar de entrar a través de puertas de cristal a un lobby con aire acondicionado como en todos los hoteles de Bangkok, sean recibidos por un jardín cuidadosamente diseñado con helechos y orquídeas colgantes, precisamente como tengo en casa. Es una experiencia completamente diferente subir por escale- ras de mármol a una veranda con un exhuberante jardín colgante y una fuente Art Decó de bronce al centro. Es solo una muestra de lo que te espera.
¿De qué forma ha cambiado el diseño o arquitectura hotelera con los años?
Aquí en Asia, cuando llegué, aun- que los hoteles eran encantadores, eran hasta cierto punto básicos. Creo que he sido testigo de cómo el diseño en la hotelería se ha convertido en un arte. Tailandia en particular, más que cualquier otro país en el sudeste asiático, me parece que pone atención al detalle y a la belleza, que es incomparable. Hasta el café más pequeñito o sencillo guarda un elemento de grandeza, diseño cuidadoso, lo que poco a poco se ha filtrado en el diseño de la ciudad.
¿Debes sentirte inspirado por el proyecto para aceptar diseñarlo?
Sí, ya que al menos una vez al día me piden que diseñe un nuevo proyecto. Tengo el maravilloso privilegio de poder escoger los proyectos que hago. Me encanta trabajar en nuevos lugares, espacios que sean ecológicamente sensibles o complejos, y sitios históricos. To- dos esos factores son importantes cuando decido asumir un nuevo proyecto. Tengo el lema: “Mai mun mai tum” que en thai significa: “Si no es divertido, no lo hago”.
¿Cuál es la principal diferencia entre Bensley y cualquier otro despacho de talentosos arquitectos?
El mundo está lleno de fabulosos diseños y de arquitectos talentosos, y pienso que todos de una forma u otra, tomamos ideas de los demás, nos inspiramos en ellas. Hay tantas for- mas distintas de hacer lo que hacemos que creo que si todos los diseñadores hiciéramos las cosas exactamente igual, sería muy repetitivo. Nada es completemante nuevo y crédito a quien crédito merece: no seríamos nada sin todo el increíble diseño que se ha realizado antes de nosotros, que nos ha enseñado sobre lo que sale bien y lo que sale mal.
¿Siempre consideras el aspecto ecológico o ambientalmente responsable dentro de tus diseños arquitectónicos?
Lo hacemos tan seguido como nos es posible. En ocasiones los sitios urbanos determinan la necesidad de un acercamiento distinto, aunque siempre se haga con consciencia. Estamos trabajando en un proyecto en Ho Chi Minh que estará en el corazón de la ciudad, pero completamente envuelto en exhuberante vegetación por dentro y por fuera.
Cuando se trata de un espacio en la naturaleza, siempre comienzo por tratar de comprender completa- mente la idiosincrasia de la tierra: el drenaje, la vegetación, la geología y la topografía. Si entiendes como trabaja la naturaleza, estás en una mejor posición para entender lo que podrá manejar. Cuando es un sitio urbano, el punto de inicio es observar tiendas, galerías, museos, sitios religiosos –ya que el hombre, a lo largo de la historia, ha invertido sus esfuerzos económicos y creativos especialmente en sitios religiosos– hoteles, plazas, cualquier tipo de lugar que pueda darme algo de información histórica y del interés de la comunidad. Con toda la información recolectada, como comida en un bu et, comienzo el festín. Algunas cosas saben mejor que otras, esto dura semanas, y eventualmente llego a la conclusión que es la propuesta de un “menú” delicioso.
¿Hay algún proyecto al que le tengas especial cariño?
Shinta Mani Wild. Soy socio de este increíble campamento, escondido entre la maleza camboyana. Soy un conservacionista de corazón y con este proyecto pude convertirme en el guardián de este pedazo de jungla y convertirlo en un refugio seguro, con un pequeño tented camp que ofrece una experiencia única de hospedaje. Es, en esencia, el hotel que hubiera diseñado para mí.
Después de terminar un hotel ¿te mantienes cercano y presente?
¡Por supuesto! Acabo de pasar algunos días en Udaivilas en Rajastán; hace poco estuve en Four Seasons Chiang Mai y en Slate, en Phuket. Soy el policía visual y arresto a los criminales. [Risas].
¿Cuál ha sido tu mayor reto a lo largo de tu carrera?
Cuando llegué a Asia, trabajaba en un despacho americano de arquitectura basado en Singapur. Hacíamos proyectos por todo el sudeste asiático. Nuestro trabajo dejaba un desorden que después debía ser reparado. Me cansé de ser responsable por esto y decidí empezar Bensley donde, desde el inicio, la arquitectura, el diseño de interiores y el paisajismo trabajarían de la mano.
¿Cuál ha sido tu mayor inspiración?
Difícil. Me inspiran desde las cosas más pequeñas o sencillas hasta las más grandes. Puede ser que mi mayor inspiración sea Frank Lloyd Wright, ya que podía planear ciudades tan bien como diseñar una cuchara de té. Ambas con la misma brillantez.
¿Cuál es tu legado para futuras generaciones?
Shinta Mani Wild. Compramos, en una subasta, un terreno del tamaño del Central Park de Nueva York, que une dos parques nacionales, todo esto haciendo un esfuerzo por conservar la vida salvaje en Camboya. Hace algunos años, la creación de una carretera generó daños irreparables en esa tierra. En Shinta Mani Wild trabajamos de la mano con Wildlife Alliance, y lo que se recauda del hospedaje ayuda a la policía forestal y a los guardias a cuidar el espacio. Hace poco nos permitieron reintroducir una especie llamada civetas. Me gustaría dejar esa maravillosa tierra pristína, cuidarla y conservarla en ese estado para la gente de Camboya, el día que yo muera.
¿Te gustaría compartir alguna historia sobre The Siam?
Pequeño es una buena cualidad. The Siam es pequeño. Te sientes como el invitado en una casa adorable, inmerso en la co- lección privada de una familia con gusto impecable. El actor y cantante thai-americano, Krissada Sukosol Clapp, me buscó para diseñar su hotel familiar a la orilla del Chao Phraya y llenarlo con su impresionante colección de antigüedades y algunas de las mías. Mucho antes de construir la propiedad, Kriss y yo caminamos río arriba por varias horas hasta encontrar tres casas con más de cien años, hechas de madera de teca, que formaban parte de la propiedad del comerciante de antigüedades Connie Mangksau. No estaban en buenas condiciones, sin embargo, decidimos renovarlas y reutilizarlas. Hoy forman una parte muy especial en The Siam.
¿Cuáles son tus planes a futuro? ¿Hay alguna industria en la que te gustaría incursionar?
Bellas Artes. Los fines de semana, cuando estoy en Bangkok, pinto todo el día en casa y me parece maravilloso. Algunas veces, amigos vienen para fungir como modelos. En diciembre,
mi amiga Kate Spencer, una extraordinaria artista, se quedó conmigo algunos días y fue una fantástica maestra. Me nació un amor por la pintura que ahora no se detiene. Ahora viajo con un gran cuaderno de bocetos, pinceles, pasteles, acuarelas y 30 tipos de plumas y lápices diferentes, a donde sea que vaya.
¿Qué consejo le darías a un joven arquitecto que quisiera dedicar su vida al diseño o arquitectura hotelera?
Viaja por lo menos a cincuenta países. Siente un poco de hambre. Ve a todos los museos que puedas. Quema tu iPhone y lee.
¿Hay algún hotel en el mundo que te encante y que no haya sido diseñado por ti?
¡Muchos! Huka Lodge, en Nueva Zelanda; Hoshinoya, en Kyoto; el Ballyfin, en Irlanda; Jack’s Camp en Botsuana y Villa Feltrinelli en Lago di Garda, en Italia.
Texto por: Nicolle Lekare
Fotos cortesía de Bensley