Según la época del año, visitar este destino puede representar experiencias muy diferentes, por la manera en que puede cambiar radicalmente el ambiente, el sabor y las actividades. En esta ocasión nos tocó vivir el invierno canadiense, en específico el de Ottawa, Montreal y Quebec. Probablemente, cuando te prepares para este viaje en esta época te asustarás un poco por las bajas temperaturas, pero si vas bien equipado no tendrás ningún problema.
Ottawa
Uno de los hoteles más antiguos y reconocidos de Ottawa es el Fairmont-Château Laurier, que tiene una excelente ubicación en pleno centro, a un lado del Parlamento, que es un edificio del siglo XIX que imita a los castillos franceses de La Loire. Una de las visitas más recomendadas es el Rideau Hall, residencia y lugar de trabajo del Gobernador General, representante de la Reina Isabel II de Inglaterra, quien ejerce las responsabilidades de Jefe de Estado en su nombre.
Montreal
Montreal (en francés, “monte real”) es el nombre de la colina que se encuentra en la ciudad, que además sirve de parámetro para la altura máxima de cualquier edificio, para preservar la belleza del sitio, que es en realidad una isla.
Montreal está lleno de cosas que hacer, como asistir al Festival Mundial de Entretenimiento, con grupos de jazz y pop canadienses y otros eventos culturales. Con más de 300 festivales, conciertos y eventos al año no podíamos dejar de asistir a alguno. Disfrutamos del Igloofest, un festival de música electrónica de alto nivel que se realiza todos los años, desde 2007, en el viejo puerto a finales de enero.
Quebec
Fundada en 1608, con una muralla que rodea la zona del Vieux-Québec, con su estilo francés del siglo XVIII, fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO desde 1985. Sus construcciones impresionantes como el Château Frontenac, con una vista espectacular sobre el río San Lorenzo, hacen de esta ciudad un recinto mágico que no se pueden perder.