La cerveza artesanal que está conquistando a los apasionados de las bebidas suntuosas, Charro, se caracteriza por la calidad de su sabor, el cuidado en el proceso de elaboración y por su original presentación.
El proyecto inició hace tres años, a partir de una plática entre sus creadores, Pablo Sosa y Gilberto Figueroa, quienes luego de una vasta experiencia en la industria de la hospitalidad, llegaron a la conclusión de que aún no existía una verdadera cerveza Premium mexicana.
Para que eso cambiara, decidieron ser los primeros en ofrecer este producto en el mercado y establecieron claramente las metas que les permitirían alcanzar la calidad cervecera deseada. Por ello, determinaron que los valores de Charro serían: la exigencia en cuanto a calidad, el cuidado a los detalles y trabajar con pasión, respeto y creatividad.
Tras mucho esfuerzo y el diseño de un plan de trabajo riguroso, se establecieron en el Valle de México, donde converge la mayoría de las industrias de las que se surten, así como el mercado potencial más grande del país. Esto ha resultado beneficioso no solo en términos de procesos de elaboración, sino también para dar a conocer la marca entre miles de mexicanos.
Una de las razones por la que la cerveza artesanal destaca sobre la industrial, es porque se produce en menores cantidades y esto permite un mayor aprovechamiento de los ingredientes. En lugar de utilizar maíz y arroz como insumos principales, las artesanales usan 100% malta de cebada, lo que resulta en esos sabores intensos y puros que las caracterizan.
Para elaborar esta cerveza Pilsner mexicana, primero seleccionan los ingredientes, la calidad del agua, lúpulos, maltas y levaduras; trituran los granos, exponen el almidón y hacen una infusión con agua caliente para extraer el azúcar de los granos triturados.
Después los enjuagan y separan lo líquido de lo sólido para terminar con el mosto y le agregan lúpulo, para conseguir el toque perfecto del sabor amargo y el aroma. Al terminar el hervor, enfrían el mosto y lo pasan a los fermentadores, donde se convertirá en alcohol al cabo de dos semanas.
Finalizada la fermentación, se almacena en frío para que la cerveza termine de madurar, después se filtra la cerveza y se le agrega el C02 necesario para generar la carbonatación y la espuma, y finalmente, la embotellan, pasteurizan y etiquetan.
Para Charro es de vital importancia el tratamiento del agua en este proceso. Por ello, cuentan con dos plantas, una de filtración y otra de tratamiento estándar donde el agua usada sale con residuos químicos y sólidos, y llega a la alcantarilla neutralizada para no contaminar el ambiente.
Sumado a esto, Cerveza Charro se guía por prácticas que causan el menor impacto posible al medio ambiente, desde procurar no tirar residuos hasta utilizar recursos renovables. “Todos los socios somos mexicanos, así que es muy importante para nosotros dar la mejor imagen con nuestro producto y nuestras prácticas; creemos que como mexicanos podemos hacer las cosas cada vez mejor”, comentó Gilberto, el maestro cervecero de la empresa.