Cuando el amor por el arte y el diseño convergen, se abre la puerta a la creación de piezas memorables. Chuuen es una marca mexicana fundada por Cristina Pérez-Reyes, cuya pasión por explorar distintas técnicas y formas expresivas la llevó a adentrarse en comunidades de Oaxaca y Chiapas, con quienes ha formado esta plataforma de diseño. Con ellas, Cristina ha logrado tejer bellísimas piezas en telar de cintura y también ha hilvanado historias con colabora- dores cercanos que Chuuen ha convertido en libros-objeto.
¿Cómo empezaste a adentrarte en el mundo del arte y diseño?
Desde los cinco años estudio arte. Más tarde, estuve trabajando en el estudio del maestro Alfredo Zalce, en Michoacán. Quería estudiar artes, pero no me dejaron y, por azares del destino, acabé en Arquitectura, que superó mis expectativas, me encantó, y tiene mucho que ver con lo que siempre me ha gustado. Terminando la universidad me fui al extranjero a estudiar Arte, Estudio del Desnudo y Arte Renacentista, y cuando llegué a vivir a Ciudad de México, entré a San Carlos a estudiar gráfica. Es algo que siempre ha estado presente en mi vida.
¿Qué es lo que más te apasiona de crear las piezas de Chuen?
El proceso creativo. Ese momento es espectacular, cuando ves que puedes transformar una idea en un objeto o en un espacio, es increíble. Es algo que me mueve mucho.
¿Cómo se decidió que Chuuen sería la imagen de la marca?
Quería hacer algo para comunicar nuestra identidad de una manera distinta. Exploré en diferentes lenguas lo que quería decir y eran normalmente vocablos compuestos muy difíciles de pronunciar. De pronto llegué a chuen, que es maya, un monosílabo, muy sencillo y encima es el señor de las artes, pero también es el mono creativo. Es este mono juguetón, este niño interior que rompe con estructuras que no sirven, que cuestiona. Eso me abrió la opción de poder llevarlo a ser un personaje que fuera como un molde de galleta. Que fuera un universo, ya sea que dentro de él sucedieran cosas o fuera la puerta de entrada a este mundo de imaginación, de creatividad, de arte y de diseño. Se convirtió en un ícono abierto que muchos artistas pueden intervenir, es nuestro interlocutor, él va brincando de una narrativa a otra, de la literatura a los textiles, en fin, es este personaje divertido que puede llegar a conectar el arte y del que te puedes apropiar.
Esta marca nació para educar y contar historias, pero ¿también para rescatar tradiciones culturales?
Más que un rescate es para promover, precisamente para que no se olviden. Desde que empezamos con la edición de libros, aunque fueran fábulas de ficción, se estuvieron introduciendo elementos del maya prehispánico para generar un glosario de referencias históricas con la intención de que no se olviden. La idea es despertar la curiosidad y el amor por las culturas originarias y ancestrales.
¿Cómo llegaste al proceso artesanal para la creación de prendas?
Creo que tiene mucho que ver con mi formación de arquitecto, son procesos de diseño, procesos creativos. Tengo un gran amor por las prendas, por los textiles y empezamos a explorar esta tradición que hay en México del telar de cintura, y encontré un universo que no conocía. Cuanto más explorábamos e investigábamos, me fui enganchando más. Lo vi como un medio de expresión que requiere una ingeniería de diseño, requiere procesos y ayuda en las cadenas de valor. Podemos aportar con desarrollo porque lo puedes extender a todas las personas involucradas en la creación de una prenda, desde las fibras hasta la confección final.
¿Cuáles fueron los primeros pasos para aprender estas técnicas tradicionales de tejido usadas por culturas indígenas mexicanas?
Investigación, mucha investigación y luego ir a la comunidad, verlo, ir a ver qué representa para ellos, porque al final, ese es su día a día, es su forma de vestir, son sus tradiciones. Crear lazos.
¿Cuál ha sido tu experiencia trabajando con artesanas del telar en Oaxaca y en Chiapas?
Al principio, hay resistencia, porque somos un país multicultural. De repente llegas como foráneo y hay esta sensación de que va a haber un tema de explotación o de abuso por como se han dado las cosas a través del tiempo, pero una vez que ven que la relación no es así y que la aproximación es más bien parte de un proceso de enriquecimiento cultural de dos vías, entonces te enseñan una infinidad de cosas. Tienen una forma de vida muy diferente y una visión distinta a la nuestra, entonces poco a poco se van abriendo y compartiendo contigo su vida. Se van creando lazos de amistad, lazos humanos, aparte de una relación de negocios de largo plazo.
Chuen cuenta con su propio catálogo de tintas naturales. ¿Cuál fue el proceso para crearlas?
En el estudio trabaja una chica que se ha especializado en eso, también hemos trabajado con artesanos de Oaxaca que han compartido su conocimiento con nosotros. Hay otra chica de la Ciudad de México que trabaja en Xochimilco y también se ha especializado en tintas naturales, ha sido un trabajo en equipo. Ellas me han enseñado mucho, pues, aunque conozco de color y de mezclas por toda mi formación artística, en realidad no había tenido acercamiento a los tintes naturales; sí a los pigmentos, pero no a los tintes naturales. Es un mundo mágico, es alquimia y requiere un grado de especialización muy particular.
SE VAN CREANDO LAZOS DE AMISTAD, LAZOS HUMANOS, APARTE DE UNA RELACIÓN DE NEGOCIOS DE LARGO PLAZO
¿Cómo es el proceso para crear libros de cuentos y fábulas mexicanas?
Son creaciones únicas, tenemos ediciones que llevan el ADN del estudio. Cuando tenemos estas colaboraciones, lo que se pide es que sea una fábula porque para nosotros es muy importante que destaque algún valor contemporáneo, varios hablan de la creatividad, de la amistad, de la tolerancia de una forma pro- positiva, con algunos elementos del prehispánico incluido. Pueden ser puras palabras o referentes de algunas costumbres, pero son fábulas de ficción completamente lúdicas.
¿Qué tipo de tintas y materiales usan para sus libros?
En los libros tenemos una edición tradicional, un upset digital en papel couché, muy bien cuidada. Tenemos un libro de arte que está completamente hecho a mano y que es, también, una fábula original. Está en purépecha y en español, y fue escrito por un autor purépecha y habla del miedo, se llama. Es muy divertido porque tiene que ver con los usos y costumbres, que es también el torito pinto.
Fue elaborado en papel especial para grabado, se usaron diferentes técnicas como la serigrafía, tiene corte láser y está completamente empastado y encuadernado a mano; ese es un libro de fabricación artesanal que viene en una caja especial.
Todavía no llegamos al punto de poder hacer ediciones con tintas naturales y con todas estas técnicas que aplicamos al textil, me encantaría, por lo que seguimos explorando. Queremos hacer una edición especial utilizando todas las técnicas que hemos aprendido en el camino.
¿Van a tener más libros como ese?
El último libro que editamos fue en 2017, una colaboración con otro personaje, también de la fantasía contemporánea mexicana que tiene que ver con el imaginario prehispánico y, precisamente, estamos trabajando en uno que sería la edición especial del título que ahora está agotado.
¿Cómo decides qué historias quieres contar a través de lo que hacen en Chuen?
El estudio se creó como una plataforma para contar y transmitir lo que es importante, por eso las fábulas hablan de valores universales contemporáneos, para poder dejar esta semillita de conocimiento, de valor y de identidad.
Texto por: Daniela Jiménez
Fotos cortesía de Chuen.