El arte surge de la introspección: de todas esas ideas que deambulan en nuestra mente, de aquellas que buscan el espacio y el momento adecuado para materializarse en piezas de arte. Para Eduardo Sarabia, artista contemporáneo, la contemplación y el respeto a la artesanía fueron indispensables para su colaboración con Clase Azul México. Conoce más detalles de esta licorera de edición limitada en la siguiente entrevista.
Para ti, ¿qué es Clase Azul México?
Lo que pronto comprendí de esta marca de lujo mexicana es su interés por promover la finura y la delicadeza de la artesanía mexicana. Más allá del folclor que caracteriza una parte de nuestra cultura, la visión de Clase Azul México en la calidad, la profundidad y la exquisitez del arte popular y las manifestaciones culturales tradicionales en México es muy poco común de encontrar en otras marcas. Para mí es la marca que aprecia aquello que está hecho a mano, con dedicación, y que es lo que realmente distingue a nuestro país.
Si pudieras resumir a la marca en tres palabras, ¿cuáles utilizarías?
Hecho en México.
¿Cómo nació esta colaboración?
Clase Azul me buscó para invitarme a hacer una edición de aniversario. Tras varias pláticas con Arturo Lomelí, quien para mí ha sido una inspiración, surgió la idea llevar a cabo una colaboración más amplia y más profunda con el tiempo. Empezamos a trabajar juntos hace dos años para la elaboración del tequila, con el apoyo de Viridiana Tinoco, después con el diseño de las licoreras. Como sabes, recientemente hicimos un corto de animación juntos, en colaboración con el Taller del Chucho, y el apoyo de todo el equipo increíble de comunicadores y creativos de Clase Azul. La visión de Arturo y la mía empatan y los dos hablamos en nuestros proyectos de un México mágico que difiere de lo típico y se comprende desde una ideología basada en el origen, la visión del futuro y el encuentro.
Dentro de tu filosofía creativa, ¿cuál consideras que es el hilo conductor de la artesanía y el arte contemporáneo en la actualidad?
Creo que en este momento el arte funciona como un vehículo para retomar distintos temas del pasado y del presente. Es una manera de aproximarnos a la historia y cuestiones que nos son importantes y pertinentes para reflexionar. Es por esto que hoy en día algunos artistas acudimos a manifestaciones tradicionales, porque nos permite abrir un diálogo con el pasado, con nuestro origen, y también valorar aquello que nos han heredado los artistas populares. En mi caso, trabajar con maestros artesanos me permite conocer técnicas y procesos de producción que encierran en sí mismos una comprensión de la práctica artística distinta, casi chamánica. Gracias a mi colaboración con ellos puedo retomar y hablar de temas en mi obra que conectan con distintos tipos de públicos; surge un momento de encuentro en visiones compartidas que nos ayuda a sentar las bases para el diálogo.
¿Cuál es el discurso detrás del diseño de esta licorera?
Cuando empezamos a pelotear ideas, para mí era importante mostrar un poco de mi reflexión personal y la simbología que define mis proyectos, especialmente los que me han marcado. Desde chico mi abuelo me contaba historias sobre un tesoro enterrado en la sierra de Sinaloa, esas historias me llamaban mucho la atención. El mundo imaginario que creaba en mi cabeza me entusiasmaba. Esa pasión de mi abuelo es la misma pasión con la que inicio mis proyectos e investigaciones. La pala y pico, la moneda de oro, estos símbolos son una parte de mi trabajo.
¿Qué simbolizan los tres animales?
He adoptado estas referencias del folclor norteño como animales de poder en mi trabajo. Son símbolos recurrentes en mis dibujos y cerámica que se convierten en una especie de narradores para poder contar mis historias: animales mágicos que viajan por el tiempo.
¿En qué te inspiraste para la materialización de esta idea, para la selección de materiales, y para la armonía de colores?
La licorera de Clase Azul México es tan icónica que era importante llegar al nivel con imágenes representativas de mi trabajo. El uso del oro también se convirtió en algo valioso. La cerámica como material lleva años contando historias y la mezcla de los dos talleres y el relato que queremos compartir se convirtió en algo importante.
¿Tienes algún ritual previo a tus creaciones?
Me gusta escuchar música cuando trabajo, pero antes es contemplación en lo que quiero crear. Todo lleva un proceso.
¿Por qué decidieron hacer dos variaciones de esta licorera?
Cuando empecé a decorar las licoreras variaciones empezaron a ocurrir… simplemente eso. Creo que es parte de mi proceso, algo que me mantiene enfocado: la atención y disposición para que cosas sucedan. Las licoreras están pintadas a mano individualmente y, por lo mismo, hubo oportunidad de divertirme y jugar un poco.
¿Cuál fue tu parte favorita o momento a destacar en esta colaboración?
Las sorpresas que resultaron del proyecto son mis partes favoritas. Cuando empezamos, nunca me imaginé la posibilidad de hacer un corto de animación para acompañar el lanzamiento. Esto fue algo que pasó de manera natural. Y la dedicación que tuvimos las dos partes en desarrollar esta colaboración que da para más.
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