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Conociendo a Sebastián Vinet

Sebastián Vinet es un bailarín profesional nacido en Santiago, Chile. Estudió en la Escuela de Ballet del Teatro Municipal en su ciudad natal y, posteriormente, en la Houston Ballet Academy, en los Estados Unidos. Actualmente, el joven reside en la Ciudad de México y ocupa la posición de primer bailarín en la Compañía Nacional de Danza, dirigida por Mario Galizzi.

Hablando con Sebastián, podemos comprender lo que hay detrás de un gran bailarín, pues nos contó sobre sus inicios en el mundo de la danza, sus mayores dificultades y sus mejores experiencias a lo largo de su carrera. Además, Vinet habla sobre el amor, sus diversas pasiones y la vida en México.

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Paulo García

 ¿Cuándo descubriste tu amor por la danza?

Desde muy pequeño amaba la danza, la actuación y lo artístico en general. Recuerdo que me gustaba actuar y también dibujar, aunque dibujara muy mal. La danza la descubrí a través de Michael Jackson, él siempre fue mi mentor, me encantaba verlo y fue por él que comencé a bailar. Mi debut en el ballet como tal fue a los 12 años de edad, después de ver la película Billy Elliot. Me llamó mucho la atención su técnica y así empecé.

¿Cómo pasó de ser un hobby a una carrera profesional?

El ballet puede ser las dos cosas, te puedes dedicar a él como hobby o como carrera. Desde chico he sido muy profesional para mis cosas, me meto al 100% en todo lo que hago. Estudié en la principal escuela de teatro en Santiago y la única forma de entrar era si realmente querías hacer una carrera en el ballet. No es una academia a la que puedas ir a bailar solo para pasarla bien, sino que hay que pasar por una semana de audiciones físicas y psicológicas, que determinarán si eres apto para estudiar ahí. Cuéntanos un poco sobre esa presión que se vive en las audiciones.

Creo que, en la sociedad que vivimos, siempre tenemos presión por todo. Siempre tenemos a alguien que nos está mirando y sentimos presión porque queremos hacer un buen trabajo. Pero claro, el ballet es algo muy visual y mu- chas veces no tienes más que dos minutos para impresionar a un director artístico que decidirá si te ofrece trabajo o no.

He sido muy suertudo en ese sentido, porque nunca he hecho una audición abierta. Para esas audiciones vas, pagas una cuota, dejas tu CV, haces una clase y durante una hora y media o dos, van eliminando a los bailarines. Es mucha presión porque bailas junto a 100 personas más que también están tratando de conseguir un trabajo.

Sí he tenido audiciones, pero han sido privadas, las cuales consisten en trabajar con la compañía por algunos días. También sientes presión porque, no solamente eres el niño nuevo tratando de conseguir un trabajo, sino que toda la compañía está mirándote en todo momento. Pero te acostumbras a esa presión, a dar todo de ti en dos minutos para poder conseguir ese trabajo que quieres. Siempre hay que estar haciendo audiciones porque, aunque tengas el rol de primer bailarín o so- lista, llegan coreógrafos de fuera y tienes que estar demostrando que eres apto para lo que viene. Es un trabajo constante, en Estados Unidos y aquí los contratos son anuales, y si no estás en el top of your game, el próximo año ya no hay contrato.

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Cuando te subes al escenario ¿cuál es tu parte favorita?

¡Los aplausos del final! (Risas) La verdad es que es una experiencia diferente cada vez, dependiendo del rol. Algunos son de príncipes etéreos que personalmente no me gusta mucho interpretar, porque no involucran mucha emoción. Pero hay roles en ballets como Manon que son realmente humanos y te permiten desarrollar esa parte artística. ¡A mí me encanta eso! Por ejemplo, en El lago de los cisnes me gusta más interpretar al malo que al príncipe. Para mí, lo principal es que el público se entretenga y lo disfrute.

¿Cuál ha sido tu mejor experiencia en el escenario?

Mi estreno aquí en México, en el Palacio de Bellas Artes, fue muy emotivo. La Compañía Nacional de Danza es muy acogedora y el público mexicano igual. También tuve una experiencia muy bonita en Budapest, en ese momento vivía en Estados Unidos y fue la primera vez que salíamos a bailar al extranjero. Éramos súper jóvenes, yo tenía 16 o 17años, y no dejaban de aplaudirnos.

¿Y el mayor reto a lo largo de tu carrera?

Mi mayor reto ha sido vivir diez años en Estados Unidos y trabajar ahí. No me pude adaptar muy bien a la cultura y a la manera de trabajar. Las compañías son privadas y eso es bueno porque tienen dinero y hacen muchas giras, pero yo no sentía que estuviera creciendo como artista. Sentía que iba a la oficina o que era un producto más, pero no sentía que hubiera una inversión mutua.

También fue una transición muy difícil desde mi escuela de Chile, porque en Estados Unidos tienen un nivel técnico mucho más alto. Hay una técnica que se llama pasde deux, que significa “paso de dos”, y es cuando bailas con una mujer y la levantas en el aire, pero yo no podía levantar ni un kilo, así que me tuve que esforzar mucho más para poder hacerlo.

 ¿Cómo llegaste a tu posición actual como primer bailarín en la Compañía Nacional de Danza?

La verdad es que llegué a México porque me enamoré. Conocí a una mexicana, Andrea Salazar, que también está en la compañía, y empezamos a buscar un lugar al que pudiéramos irnos juntos. Pensamos en Europa y también en Japón, ya que aquí en México no había director artístico en la Compañía Nacional de Danza y yo no podía venirme sin un contrato fijo. Después, tomó la dirección Mario Galizzi, que es excelente como director y como persona, y todo se fue dando para que viniera a México. Fue principalmente por Andrea, pero el trabajo resultó también.

¿Qué significa esta posición para ti?

Ha sido una experiencia muy bonita. Ser primer bailarín no es fácil, es un reto llegar a otro país y que te den un título que tal vez otras personas estaban esperando. Pero es un honor bailar en Bellas Artes y ser par- te de la compañía que es muy buena y que está renaciendo. Este año ha sido muy bueno para ella y espero que siga así.

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Carlos Quezada

¿Que es lo que más te gusta de México en general?

La comida y la gente. Creo que México tiene cosas muy buenas y muy malas, como en todas partes, pero las cosas buenas son muy buenas. Que los mexicanos se sientan orgullosos de lo que tienen, porque en Latinoamérica tendemos a mirar lo que hay afuera, pero lo que tenemos es mucho mejor, solo que no hemos sabido explotarlo como se debe.

 Además de bailar ¿qué más te gusta hacer?

Empecé a modelar como con- secuencia de la danza y he tenido el privilegio de trabajar con revistas muy reconocidas. También probé ser DJ por un tiempo. Siempre me ha gustado mucho la música y cuando vivía en Estados Unidos me empecé a desarrollar en ese ámbito y a tener una es- cena bastante grande en San Francisco. Trabajé con DJ reconocidos, algo que allá no es inusual para un bailarín, porque en las galas que se hacen para inaugurar la temporada de ballet hay una gran mezcla de artistas. Los invitados van desde Lady Gaga hasta David Guetta o Avicii. Pero no lograba dormir mucho y eso empezó a afectar mi rendimiento en la danza, así que lo dejé.

¿Cuáles son tus planes para un futuro cercano?

El próximo año me caso, en junio. Lo que quiero es seguir disfrutando, desarrollando una carrera aquí en México que se ha portado muy bien conmigo. También me gustaría actuar, seguir creciendo como modelo, aunque me cueste decirlo porque no me siento modelo, pero siempre mezclando la danza en todo lo que haga. También estoy abriendo una fundación para ayudar a potenciar el talento de los bailarines chilenos. Mi mayor deseo es que la danza vuelva a ser como antes, que sea conocida y abierta a todo el mundo. Siento que, sobre todo en Latinoamérica, se han cerrado muchos teatros y se ha perdido la tradición. El interés existe, pero hay que llegar a más lugares.

IG. @sebastian.vinet

FACTS

  • Vinet ha trabajado con importantes coreógrafos internacionales como Marcia Haydée, Kenneth MacMillan y William Forsythe.
  • Como modelo, ha colaborado con marcas como Burberry, Calvin Klein y Emporio Armani.

Entrevista por: Sofía Gutiérrez