Cuando Obama hizo campaña para ser presidente en 2008, una de sus promesas fue crear una nueva ley migratoria en su primer año de gobierno. Esta buscaría mejorar el estatus de 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos, pero el mandato de Obama ha terminado y, 8 años después, la promesa no se cumplió.
De hecho, no solo no se cumplió, sino que medios como The Economist apodaron al presidente ‘Deporter in chief’ por deportar a más personas que cualquier otro en la historia de Estados Unidos. A pesar de que el número de deportaciones creció y no hubo reforma migratoria, Obama mejoró el estatus legal de más de 1 millón de dreamers.
En 2012, el presidente presentó el programa de acción diferida para los llegados en la infancia, conocido como DACA. Este buscaba que quienes habían llegado a Estados Unidos de manera ilegal siendo menores de edad antes de 2007, tuvieran la posibilidad de ampararse de la deportación y buscar un trabajo por dos años, que podrían renovar.
La iniciativa no fue bien recibida por el Congreso, por lo que Obama la implementó con una “acción ejecutiva”, lo que quiere decir que no necesitó apoyo de ningún órgano del gobierno para que se empezara a aplicar y que puede ser eliminada por quien lo suceda. Desde entonces, 1.3 millones de personas adquirieron y mantienen la legalidad temporal.
En 2014, Obama intentó ayudar a más indocumentados con una propuesta que buscaba evitar la separación familiar por deportación que según el Migration Policy Institute podría afectar hasta a 5.2 millones de niños. La iniciativa se llamaba “Acción diferida para los padres de ciudadanos o residentes permanentes legales” o DAPA.
Barack Obama fue apodado ‘Deporter in chief’ por deportar a más personas que cualquier otro de Estados Unidos.
Quien recibiera los beneficios de DAPA podría quedarse en Estados Unidos hasta tres años. Para solicitarlo, los indocumentados debían ser padres de un ciudadano estadounidense o residente legal de Estados Unidos que hubiera nacido antes del 21 de noviembre de 2014, estar en el país desde 2010 de manera ininterrumpida y no tener antecedentes criminales.
Según los cálculos de la administración de Obama, casi la mitad de los indocumentados que hay en Estados Unidos podrían haber sido beneficiados con DAPA. Sin embargo, un mes después de que se presentara, 26 estados, mayoritariamente republicanos, demandaron al presidente por tratar de iniciar el proyecto sin aceptación del Congreso. Desde entonces, la iniciativa está bloqueada y ni una sola persona ha podido beneficiarse del programa.
Con la llegada de Trump a la presidencia, es altamente probable que DAPA nunca entre en vigor y que millones de indocumentados, muchos de ellos mexicanos, sean deportados y separados de sus familias. En caso de que Trump cumpla sus amenazas, quienes aplicaron a DACA o DAPA y entregaron voluntariamente su información podrían ser deportados con más facilidad porque ya están ubicados en las bases de datos gubernamentales.
El tema migratorio seguirá presente en Estados Unidos, no importa que tan altos sean los muros, la falta de oportunidades en otros países seguirá expulsando gente que llegará a su destino sin importar las dificultades en el camino.