Las polémicas declaraciones de Donald Trump sorprenden a la mayoría. Sin embargo, es aún más sorprendente el creciente número de políticos en Europa que usa argumentos similares a los suyos y siguen ganando seguidores.
Tras la caída de las dictaduras y el restablecimiento de las democracias, los totalitarismos de extrema derecha sobrevivieron con la mínima presencia en las instituciones. Pero en la última década han regresado cada vez más radicalizados, encontrando el apoyo de los electores. Este resurgimiento de los últimos años es una consecuencia de las crisis que Europa ha vivido recientemente. Las más importantes son la migratoria y la económica. Estas han creado una insatisfacción que ha hecho que los europeos cuestionen a sus dirigentes estatales y se pregunten sobre los beneficios de ser parte de la Unión Europea, por lo que empiezan a buscar alternativas.
En Hungría, Jobbik, el partido de extrema derecha, organiza patrullas de la “Guardia Húngara” en barrios gitanos del país. Norbert Hofer, quien promueve el rechazo a los extranjeros, tendrá una segunda oportunidad de convertirse en el primer gobernante de extrema derecha en Austria. Finlandia tiene como ministro de Relaciones Exteriores a Timo Soini, quien se opone a la Unión Europea. Dinamarca ha propuesto algunas de las leyes anti-inmigración más severas de la actualidad. Marine Le Pen se pronuncia en contra de la islamización y ha logrado que su partido ocupe más del 13% de los lugares del parlamento francés. En Grecia, el partido neonazi Amanecer Dorado, ha sido reelecto al parlamento por segunda ocasión, manteniendo 18 lugares. Movimientos como el Brexit también demuestran el apoyo a la derecha.
Nigel Farage y Boris Johnson lograron que su país votara por dejar la unión Europea, utilizando un discurso anti-inmigración, argumentando que la economía y los ciudadanos británicos estarán mejor si se alejan del continente y protegen sus fronteras. El resurgimiento de la ultra derecha pronostica un empeoramiento en la situación en Europa. Primero, porque el discurso xenofóbo y anti- inmigración que utiliza, aumentará el choque ideológico del islam contra Occidente, algo que grupos como Al Qaeda y el Estado Islámico buscan fomentar. Segundo, porque sin importar los cierres a las fronteras y las políticas xenófobas, la realidad no cambiará, los migrantes seguirán llegando a Europa mientras que sus países no puedan ofrecerles mejores oportunidades.
Y por último, porque este tipo de ideologías tiende a generar tensiones que desembocan en reacciones violentas por parte de la población. Quizás a diferencia de Estados Unidos, Europa ha mantenido una política liberal más enfocada al centro, ya que tiene el constante recordatorio histórico de las consecuencias causadas por los regímenes totalitarios anteriormente. Sin embargo, mientras que la ultraderecha siga creciendo en algunos países, habrá mayores posibilidades de que la Unión Europea pierda los elementos que le dan cohesión y retroceda hacia el nacionalismo en un futuro no muy lejano.