“Un escultor puede hacer un retrato, también un pintor. Lo propio de la foto son los momentos fugaces en la calle,” dice Joel Meyerowitz y Hector Muñoz Huerta lo confirma con su trabajo como fotógrafo callejero amateur. De la mano de Lincoln seguimos Tejiendo México esta vez por las calles de Querétaro y Guadalajara con Hector Muñoz Huerta, un fotógrafo que abraza la suerte de lo fugaz.
Hay fotos de fotos y fotógrafos de fotógrafos. Hector Muñoz Huerta se describe a si mismo como un fotógrafo callejero que sigue las reglas: “deben ser fotos espontáneas y siempre en espacios públicos donde haya gente” afirma. Desde pequeño identificó un gusto particular por observar, como si fuera un juego, como si fuera una travesura. Hoy a sus 38 años, dice que no cambia por nadie esta afición que jamás haría como trabajo precisamente por temor a perder la libertad. “Pasa el tiempo, y vas juntando imágenes y te das cuenta que estas mirando ciertos temas… a mi, por ejemplo, me interesa la vida cotidiana, a veces miro la crudeza del mundo, pero lo compenso con lo positivo. Entre mis temas recurrentes están situaciones de apariencia siniestra, imágenes sobre la alegría de vivir, observaciones sobre curiosidades que observo. En mis fotos veo la crudeza del mundo y al mismo soy optimista sobre la vida.”
“Conforme voy acumulando mis recortes voy construyendo un punto de vista. Un punto de vista que espero sea interesante para otros, que nos haga pensar sobre nuestra humanidad.” La captura cándida o espontánea es lo que caracteriza su forma de fotografiar. “salimos a cazar la chiripa, el serendipiti, es un juego que se va poniendo serio cuando descubres una recurrencia en las cosas que miras.”
“De niño siempre quise tomar las fotos con la cámara de la familia así que me regalaron una cámara llavero formato 110 a los 8 años, esa fue mi primer cámara. Antes de la TV la gente se sentaba afuera de sus casas para ver pasar a las personas y platicaban sobre sus vidas, la cámara es un pretexto contemporáneo para mirar a la gente en el mundo, desde un punto de vista propio.”
A diferencia de los fotógrafos que van con un plan establecido, Hector Muñoz sale con su cámara entregado antes que nada al azar, pues la foto solo resultará de ese momento único en la que confluyan el lugar, la luz, el individuo como elemento plástico y aquella anécdota cotidiana que resulta imposible predecir. “Al tomar una foto recortamos un cachito del mundo, eso le cambia el aspecto y le da un significado. Con mi cámara busco la emoción de encontrar escenas inesperadas y robármelas. Luego, al ver estos recortes descubro cómo luce lo que fotografié y si eso me dice algo o no.” Se podría pensar que al observar y fotografiar a desconocidos de forma cándida se está haciendo antropología en vivo, es una forma de entender la foto callejera; un estudio sobre la naturaleza humana.
“Mis imágenes favoritas son aquellas que no son acerca de las cosas que fotografié. Esas fotos que son como un poema en el que las palabras no significan lo que dice el diccionario si no que evocan algo más. Me gusta pensar que mis fotos son un poema sobre la vida.”
Admira a Ramón Cruz de Chihuahua por sus fotografías callejeras. También a Santiago Belaunzarán. Le gustan mucho las fotos de las celebraciones de la Semana Santa de Francisco Mata Rosas. Admira el legado de Nacho López como provocador de la calle y de Enrique Metinides como maestro de la tragedia urbana. Mark Alor Powell es un estadounidense con un trabajo callejero muy original en México y de afuera le gusta mucho la elegancia de las imágenes de Nils Jorgensen, la extravagancia y locura de Pau Buscato o Maciej Dakowicz y la tenebrosidad de Bruce Gilden, Jonathan Auch y Chris Suspect.
Su meta es ser un autor, que sus fotos sean recordadas por presentar su forma distinta de mirar el mundo. Su sueño es publicar un libro con sus fotos. “Al principio uno quiere tomar “las mejores fotos”, que gusten a todos. Con el tiempo te vas interesando más por tomar tus propias fotos.”
“La fotografía es la mejor forma de experimentar un viaje. Te obliga a estar atento, en “la zona”, a observar detalles, a salir muy temprano y ver a la gente local haciendo su día al modo de su ciudad… si sales a fotografiar la calle en lugar de las atracciones turísticas, claro. Las buenas fotos son el mejor souvenir de un viaje.”
La especialidad de Lincoln es la creación de santuarios sobre ruedas, espacios únicos donde se viven experiencias de sintonía con los entornos que se recorren. Lincoln se unió a la aplicación CALM para brindar experiencias de tranquilidad y relajación en casa o en el camino, el escenario perfecto para un viaje memorable.
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Texto por Marcella Echavarria
