No hay sensación que supere la adrenalina que produce planear un viaje, hacer la maleta, tomar un avión y llegar a un nuevo lugar a descubrir escenarios insólitos, realidades contrastantes con la nuestra, culturas sorprendentes y convertirlos en nuestros lugares favoritos. Este fin de año brindemos por un 2017 dominado por la emoción de viajar, por historias fascinantes y por nuevos destinos que roban el aliento.
Vancouver, Canadá
Si existe un adjetivo para describir Vancouver, es diversidad. Geográficamente, tiene playas, bosques, montañas nevadas y verdes parques que permiten practicar todo tipo de excursión y deporte de aventura. Culturalmente, alberga ciudadanos de diversas partes del mundo que confluyen para enriquecer, además de la dinámica social, la gastronomía, que resulta en una espectacular fusión. Ahora que el Primer Ministro canadiense, Justin Truddeau, ha removido la visa para turistas mexicanos, Vancouver debe encabezar la lista de los destinos obligados en 2017.
Eger, Hungría
Ubicada entre los ríos Tisza y Danubio, Eger es una de las localidades favoritas de Hungría por su espectacular casco histórico y sus aguas termales, así como por producir los mejores vinos del país. Quien visite Eger se maravillará por las increíbles vistas desde el castillo, las calles empedradas decoradas por casitas coloridas y agradables terrazas, y la deliciosa gastronomía húngara, conformada por sopa goulash, estofados y pasteles de chocolate.
Chiang Mai, Tailandia
Chiang Mai es considerada la ciudad cultural más importante de Tailandia, pues además de contar con más de 300 templos budistas, está conformada por montañas sagradas, parques nacionales, mercados de artesanía, un barrio antiguo rodeado por murallas y un parque de protección para elefantes, donde estos son cuidados en un ambiente natural y pueden ser observados, pero no montados ni contratados para dar shows. La naturaleza de los alrededores de la ciudad, combinada con las impresionantes construcciones, conjugan una belleza especial.
Archipiélago Tuamotu, Polinesia Francesa
La Polinesia Francesa es el paraíso tropical por excelencia por sus anillos de corales, el mar azul turquesa de playas vírgenes, los largos palmerales y las famosas perlas negras. El archipiélago Tuamotu está formado por una sucesión de islotes que componen un anillo en cuyo interior hay una laguna con más de cuatrocientas especies de peces, convirtiéndolo en uno de los mejores destinos de submarinismo del mundo.
Chefchaouen, Marruecos
Reconocida por la presencia del color azul en todas sus puertas, talleres y tiendas, y por las muhas explicaciones al respecto, Chefchaouen es sin duda una ciudad entrañable. Las macetas de barro con flores de colores, así como los tapetes hechos a mano colgados para ser vendidos por la ciudad, crean un contraste de tonos cálidos y fríos que roba el aliento. En Chefchaouen vale la pena comer mucho y comer bien, especialmente un buen plato de tajin, caminar por sus calles, comprar artesanías y practicar senderismo en las montañas del Rif, en cuyas faldas se emplaza la ciudad.
Mostar, Bosnia y Herzegovina
Esta ciudad es principalmente conocida por su puente Stari Most, que durante siglos fue símbolo de convivencia pacífica entre musulmanes y católicos hasta ser bombardeado en 1993. Después de ser reconstruido en 2004, el puente volvió a ser símbolo de la ciudad, aunque no es el único de sus atractivos. Mezquitas, arte urbano, construcciones antiguas, formaciones naturales, cascadas y una estatua de Bruce Lee en medio de un parque nacional son puntos obligados en la visita a Mostar.
Cartagena, Colombia
Declarada Patrimonio Histórico de la Humanidad, Cartagena es un tesoro colonial lleno de modernidad. A su rica arquitectura se suman paisajes y playas espectaculares, pues la ciudad está enmarcada en una bahía, festivales culturales, deliciosas opciones gastronómicas y una vibrante vida nocturna. Visitar Cartagena implica interactuar con la naturaleza, la historia y la cultura en un espacio energético y lleno de color.
Dubrovnik, Croacia
Después de un terremoto en los años 60 que destruyó la ciudad casi por completo, la Unesco se ha encargado de restaurarla, nombrándola Patrimonio de la Humanidad. Las paredes beige, los techos naranjas, las puertas y ventanas verdes, dibujan un paisaje homogéneo que, al combinarse con el azul del mar, crea un paraíso en la tierra. A Dubrovnik se va a caminar, a aprender de historia, a perder el aliento en cada rincón y a comer los mariscos más frescos que puedan probarse.