Dior Spring-Summer 2026: El nuevo comienzo de Jonathan Anderson abrió un nuevo capítulo con la llegada de Jonathan Anderson como director creativo. Su debut se presentó como un gesto firme, consciente de que el peso de la herencia de la maison exige tanto memoria como reinvención.

Anderson, formado en el escenario británico y conocido por el pulso experimental de JW Anderson y la transformación de Loewe en un laboratorio contemporáneo de artesanía, trasladó ahora esa visión a Dior. Lo hizo a través de un ejercicio de contención y expansión: guardar la historia en una caja y desarmarla después, fragmentar sus códigos para reorganizarlos bajo nuevas formas.

En la pasarela, las siluetas se tensaron y se liberaron, los sombreros se replantearon como objetos que implosionan hacia adentro, los vestidos trazaron líneas que se estiraban o contraían con la misma precisión que una escultura en movimiento. Los colores se desplegaron como un lienzo cromático sereno, interrumpido por irrupciones súbitas que recordaban la vitalidad de lo inesperado. Todo en sintonía con una estética que une lo monumental con lo íntimo.

La puesta en escena amplificó el gesto creativo: Luca Guadagnino y Stefano Baisi diseñaron una escenografía que evocaba un espacio cinematográfico, mientras la música de Frédéric Sanchez y un cortometraje de Adam Curtis tejían una narrativa que desbordaba los límites del desfile. Dior se transformó en una experiencia cultural donde moda, cine y arte visual convergían sin jerarquías.

En este inicio, Anderson no se instala en la nostalgia ni en la ruptura absoluta. Su Dior fluye entre pasado y presente, entre armonía y tensión, como una maison que se sabe en constante movimiento. La colección señala un rumbo donde la transformación no se anuncia: sucede, y en esa inevitabilidad se reafirma el poder de la moda para reescribir su propio lenguaje.

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