David Fincher es reputado como un director sumamente disciplinado, cuyo más notable talento es provocar la reflexión a través de sus inquietantes historias. Representante de la vanguardia cinematográfica actual, el grueso de la crítica le aplaude que descienda profundamente a la psique de la sociedad moderna. Su cine, al escoger proyectos tan complejos narrativamente hablando, captura de principio a fin la atención de los espectadores. Sus partidarios le atribuyen ser el principal responsable de que el cine hollywoodense resurgiera del período nada brillante que tuvo durante la década de los noventa.
Nacido en Denver, Colorado, en 1962, David Fincher incursionó en el cine desde los 21 años, trabajando para George Lucas en Industrial Light & Magic, donde colaboró en los efectos especiales de El retorno del Jedi. Comienza, como casi todo cineasta de entonces, como asistente en superproducciones veraniegas y luego pasaría a ser una de las figuras más importantes de la industria del videoclip (le debemos los audiovisuales más sobresalientes de la era MTV: Janie’s got a gun de Aerosmith, Vogue y Express yourself de Madonna, Cradle of love de Billy Idol, Freedom de George Michael, Love is strong de los Rolling Stones).
A la edad de treinta años Fincher realiza su primer largometraje: debuta con Alíen 3. Su transición a la gran pantalla se encuentra lamentablemente con múltiples dificultades detrás de cámaras; y aunque no todo es negativo en su llegada al cine, a esta tercera entrega de la exitosa saga de ciencia ficción, en la cual consigue por momentos esa sensación claustrofóbica que poseía la original, se la debe situar dentro del grupo de películas problemáticas que no lograron superar su rodaje infernal ni su tortuosa postproducción.
Su siguiente filme, Seven, que hace exactamente veinte años encumbró a uno de los villanos más laureados del séptimo arte, será la película confirmativa de su genialidad. En ella, un thriller de intriga policial considerado de culto, se nos cuenta la persecución y cacería del consabido John Doe (un asesino en serie, una suerte de ángel exterminador, que ejecuta sus crímenes en base a los Siete Pecados Capitales), a cargo de una pareja de detectives: el veterano Somerset (Morgan Freeman, entregando uno de sus trabajos más memorables), a punto de retirarse, y su compañero, el novato David Mills (Brad Pitt ofrece con esta, después de Legends of the fall, la segunda gran actuación de su carrera). Sólido, violento e inteligente, el filme nace de la imaginación de Andrew Kevin Walker (8MM, Sleepy Hollow), un escritor desconocido que pasaba los días enteros detrás de un mostrador en Tower Records. Estupendamente narrada y sólidamente actuada, todo un festival de emoción, precisión y estética, esta obra le valdría muy buenas críticas a nivel internacional, y lo confirmaría como uno de los directores más interesantes del momento.
Aparte de las ya mencionadas, David Fincher ha dirigido otras ocho películas, entre las cuales destacan la argumentalmente pesadillesca The game, de 1997, que colmada de vuelta de tuercas, seguro le hubiera fascinado al mismísimo Alfred Hitchcock; Fight club, una sátira de sorprendente salvajismo basada en la novela del siempre perturbador Chuck Palahniuk, que critica vigorosamente la sociedad contemporánea con majestuoso estilo visual, y con las destacadas actuaciones de Brad Pitt y Edward Norton, nos presenta a uno de los personajes cinematográficos más aclamados de las pasadas décadas: el señor Tyler Durden; y Zodiac, en 2007, su triunfal regreso al mundo de los asesinos seriales, donde narra la historia real del hombre que aseguró, por medio de cartas, haber matado a 37 personas, que nunca fue capturado por la policía y jamás fue posible confirmar su identidad.
Es indiscutible que David Fincher goza de la cualidad para compaginar su gran capacidad cinematográfica con un avis comercial, un instinto para la taquilla y el negocio, francamente extraordinario. En términos generales, siempre nos muestra un rostro muy distinto en sus tramas. Es un director que ha dado varios golpes de taquilla y gozado de una enorme libertad creativa; ha llevado las formas más contemporáneas del thriller a la categoría de arte. En recientes declaraciones publicadas en la prensa, Fincher admite hacer películas independientes: “Sí, claro que las hago, pero las hago en Sony y en Paramount” concluye jactándose del gran logro que ha conseguido dentro de la industria.
Kika Estudio