La autobiográfica muestra “I Am Now Naked” de la artista mexicana Elvira Smeke (México, 1978) revela un proceso de autodescubrimiento e introspección por el cual atravesó tras haber cumplido cuarenta años, una fecha que marcó un parteaguas en su producción artística, en la cual actualmente se centra en la búsqueda del grado cero en la forma estética por medio de la pintura, la manipulación de la imagen digital y la instalación escultórica sin dejar atrás el discurso feminista que caracteriza sus piezas previas.
El cuerpo de obra producido a lo largo de un año es producto de acciones a puerta cerrada, largas caminatas y ejercicios pictóricos realizados con una serie de reglas autoimpuestas por la historiadora de arte y fotógrafa de formación para experimentar los límites de la no-forma y encaminarse hacia un lenguaje más abstracto después de haber centrado su práctica artística en el hecho de ser mujer, la construcción de la identidad, la violencia y la desigualdad de género.
El recorrido de esta colorida exposición, cuya curaduría está a cargo de Alberto Ríos de la Rosa, se divide en tres secciones compuestas por veintiséis obras que son producto de acciones y ejercicios de experimentación con el color y la forma que evidencian una ruptura en la práctica de la artista mexicana con el fin de encontrar lo que estaba buscando. Decidimos entrevistar a Elvira Smeke, quien nos contó un poco más acerca de su más reciente exposición, en la cual se desnuda ante el espectador y le revela lo más íntimo de ella.
¿Cómo le hiciste para encontrar tu identidad como mujer y artista en una sociedad patriarcal?
Aún recuerdo que, cuando era niña, siempre les preguntaba a mis abuelas por qué se hacía una cosa u otra, y ellas siempre me respondían que porque así debía ser. Todo esto, inevitablemente, influyó en mi práctica artística, porque yo nunca me conformé con esa respuesta, y tenía la inquietud de saber por qué las cosas eran de ese modo. Gracias a esta inquietud fue que me metí a estudiar filosofía feminista y estudios de género. Todo eso me condujo a preguntarme qué es ser mujer, qué es lo femenino, desde cuándo existen y de dónde provienen las reglas que nos imponen, en qué momento de la historia los hombres y las mujeres dejamos de ser considerados iguales y qué es el cuerpo femenino. Lo que más me ha hecho replantearme la filosofía no es solamente qué es ser mujer, sino qué es el ser.
Lo que más atrapa al espectador en esta muestra es la explosión de color que contrasta con tu obra previa y en la que se aprecia claramente la transición de un lenguaje abstracto basado en la experimentación del color y la forma. ¿Qué fue lo que te hizo querer cambiar de un discurso de género a la simplificación de la forma estética?
Mi cuerpo de obra anterior, que estuvo basado en el feminismo y en el tema del feminicidio, y que expuse en el Museo de Arte de Sonora (MUSAS) bajo el título “Yo soy antes. Yo soy casi. Yo soy nunca” en el 2017, incluía una instalación que se titula 365 hojas, 365 mujeres en alusión a cada mujer que es asesinada diariamente en México. La pieza comprende los nombres de 365 mujeres víctimas de feminicidio, una por cada día del año, sobre hojas de árbol naturales. La mayoría de las piezas que conformaron esta exposición fueron producidas con materiales de uso doméstico como el jabón, el mecate y hasta un lavadero; por medio de ellos retomé labores que se asocian a la mujer como la costura y la mecanografía para hacer una crítica social. Cuando finalizó la exposición, quise dejar las hojas y el tema del feminicidio por un tiempo y explorar el arte desde otra perspectiva.
Curiosamente, coincidió con que estaba a punto de cumplir cuarenta años, así que decidí que había llegado a un punto de madurez en mi vida profesional y personal, y que ese momento sería un parteaguas en esos dos ámbitos. Me propuse encontrar el grado cero del arte; es decir, lo más esencial y puro de este. Comencé a hacer ejercicios para ver si encontraba lo que buscaba; empecé a emplear técnicas nuevas y mucho color porque anteriormente mi obra era casi monocromática puesto que, como fotógrafa, mi ojo se había entrenado a ver en blanco y negro.
¿A qué apela el título de la muestra “I Am Now Naked”, una exposición multidisciplinaria compuesta por esculturas, fotografías, pinturas, instalaciones e intervenciones digitales?
“I Am Now Naked” es el título ideal para esta muestra, en parte porque es la primera vez que mi obra es completamente autobiográfica y de cierta manera siento que estoy desnudando mi vida frente al espectador. También nace de un intento por llegar al estado más esencial y puro del arte, como querer desvestirlo, quitarle todos los velos, capas y adornos que lo cubren.
La piezas mostradas en esta exhibición son producto de una serie de ejercicios experimentales a puerta cerrada y largas caminatas que tienen un componente lúdico y accidental. ¿En qué te inspiraste para realizar estas acciones espontáneas y con reglas impuestas por ti?
Esta nueva forma de trabajar por medio de ejercicios y reglas impuestas por mí me ha dado la libertad de explorar el arte desde otros ángulos e integrar mi vida cotidiana, mis acciones, el accidente que surge de ellas y el azar. La inspiración viene de llegar a la no-forma a partir de una forma ya dada. En la exposición solo van a ver 12 ejercicios y 26 obras; lo que está exhibido fue la selección del curador, pero tengo muchas más piezas. Ahora estoy en el ejercicio 45, entonces esto seguirá. La idea de imponerme ciertas reglas es completamente mía. La verdad es que soy muy clavada y disciplinada en lo que hago, pero justamente quería romper con esa forma de trabajar para hacerlo de una manera más libre y lúdica, por eso he disfrutado muchísimo con esta producción.
¿Qué es el grado cero y cómo le hiciste para encontrarlo?
El grado cero es como yo decidí nombrar a la parte más esencial y pura del arte. Decidí buscarlo a partir de objetos encontrados que me guiaran hacia la no-forma a partir de la forma ya dada. Lo encontré en la primera acción que hice, fue algo completamente azaroso: salí a dar una caminata sin ninguna dirección, solo me dije: “Quiero ver algo que me dicte por dónde entrar” y en el camino me encontré con un pedazo de unicel. Cuando regresé a mi estudio lo fije sobre un papel con alfileres y comencé a explorar la superficie de forma automática, con los ojos cerrados y música clásica.
Las composiciones que salieron son el resultado de una serie de lienzos que están al entrar a la exposición. Painting a purple circle with my eyes closed y Painting with my left and right hands with my eyes closed son el registro de los movimientos gestuales que hicieron mis manos. En esta serie estoy hablando de varios elementos: por un lado, de la acción y, por el otro, del accidente que se produce por esa acción; es dejar algo pasar, perder el control porque la acción no solo depende de mí, sino también de factores externos que la van modificado. Al mismo tiempo, esos registros de mis movimientos son algo autobiográfico porque son parte de mi cuerpo; son esa parte de mis ojos, de mi ser, que estoy proyectando sobre el lienzo.
La curaduría de la exposición la hizo Alberto Ríos de la Rosa, una figura reconocida en la escena del arte contemporáneo en México. ¿Es la primera vez que trabajas con él? ¿En qué medida su visión conceptual te ayudó a darle forma a este cuerpo de obra?
Sí, es la primera vez que Alberto Ríos de la Rosa y yo trabajamos juntos. Ha sido muy interesante. Desde que visitó mi estudio la primera vez y vio el cuerpo de obra tuvo la capacidad de darle una lectura a mis ejercicios, de elegir las piezas que iban acordes con la exposición y se enfocó mucho en la abstracción. No creo que haya sido fácil elegir la obra, ya que están expuestos únicamente 12 de 45 ejercicios que he hecho en total; sin embargo, él consiguió hacerlo de una manera intuitiva e inteligente.
Esta serie de lienzos en gran formato realizados en Miami inevitablemente remiten al movimiento pictórico del Color Field. ¿Cómo se te ocurrió la idea de mapear tus pasos a través del GPS abstrayendo una parte de tus recorridos y convertirlos en obras de arte?
Me encanta que menciones el Color Field, ya que es uno de los movimientos que más me gustan y soy fan de Helen Frankenthaler. Debo admitir que fue una inspiración para la producción de estas piezas que surgen a partir de trazar mis caminatas utilizando mi propio cuerpo como si fuese el pincel y llevar el registro de la acción a lo pictórico, porque aunque son impresiones digitales, las llevó al lienzo, entonces las considero pinturas. De hecho, si te acercas, se puede ver una suerte de tinta corriendo en el lienzo, tal como en el Color Field que mencionas atinadamente. La idea de hacer esta serie surgió debido a que el año pasado tenía planeado venir a esta ciudad y no quería ponerle una pausa a mi producción, entonces tenía que encontrar una forma de seguir creando, pero sin transportar el material o la obra misma; así fue como se me ocurrió la idea de hacer caminatas de 60 minutos diarios y, dentro de ese tiempo, siempre hay reglas adicionales para que factores externos hagan que yo produzca una serie de movimientos y después pueda registrar su trazo y trasladarlos al lienzo. Quizás sea el modo de pintura más contemporáneo que haya, porque estoy utilizando mi cuerpo como si fuera un pincel para trazar esa serie de desplazamientos.
Al mismo tiempo, hay una serie de intervenciones de libros escritos por mujeres que han marcado el feminismo desde la filosofía y la literatura. ¿De qué manera han tenido una influencia en tu obra y en tu vida personal figuras como Simone de Beauvoir, Judith Butler, Luce Irigaray y Hélène Cixous?
Ellas cuatros son mis filósofas de cabecera, por así decirlo. Me acerqué al feminismo estudiando a Simone de Beauvoir porque quería comprender por qué a las mujeres nos llaman el segundo sexo; es decir, por qué “somos el género complementario” y por qué no tenemos siquiera una definición que no surja a partir del hombre. De ahí, estudié otras filosofías como la de Hélène Cixous y la de Luce Irigaray, por medio de las cuales comprendí la importancia del lenguaje y que este nunca es neutro. Finalmente, leí a Judith Butler, la reina de los estudios de género, quien me ha ayudado a comprender qué es el cuerpo.
Cada obra tiene una historia detrás, ¿cuál es tu favorita y por qué?
I covered the stones I found with my sweater es una de mis piezas favoritas de esta exposición, ya que fueron recolectadas en caminatas en varios puntos de la Ciudad de México. La piedra ha sido un objeto muy importante en la historia de la humanidad porque es la primera herramienta que se utilizó para obtener fuego, para hacer la punta de una lanza que sirviera para cazar y es la materia prima con la que se hace la escultura; asimismo, es la pared en la que se proyectan las sombras en la caverna de Platón, dando pie a la división entre el mundo sensible y el mundo de las ideas. Las piedras han estado siempre en nuestra vida y ahora nadie las mira; ninguno de nosotros las toma en cuenta y son bellas por sí mismas. La idea de esta pieza es tomar piedras como si fuesen pequeños fragmentos de la Ciudad de México; cada uno contiene un sinfín de historias y, de esta forma, se les vuelve a dar la importancia que merecen. Están intervenidas con fragmentos de mis suéteres porque en una de mis caminatas recogí una piedra que estaba húmeda y fría y me pregunté: “¿Y si las piedras tienen frío, quién las cubre? Así que decidí vestirlas e intervenirlas con diferentes bordados para darle una personalidad única a cada una de ellas.
¿Cuál consideras que es la función del arte actualmente y cuál debería ser el compromiso de un artista con la sociedad?
Pienso en la responsabilidad del arte en función de que el artista es una suerte de radar de su tiempo, de su contexto y, por lo tanto, debe ser capaz de plasmar poéticamente la realidad. El arte debe tener la capacidad de hacer llegar al espectador a una reflexión. En mi obra anterior, intenté hacer consciencia sobre el grave problema de los feminicidios en México, de la violencia de género y también sobre lo maravilloso que es ser mujer. En este nuevo cuerpo de obra, no solamente quiero inscribirme en la práctica del arte desde lo no convencional, sino también lograr que el espectador haga una reflexión sobre los pequeños detalles de lo cotidiano, sobre las hermosas formas que se nos presentan en la vida y el poder de asombro que nunca debemos perder para captar la belleza. Busco que las personas lleguen a la idea del gozo, de la vida y del ser.
“I Am Now Naked” estará abierta al público desde el 8 de febrero hasta el 7 de abril del 2019.
D. Plaza de la República 20, cuarto piso, colonia Tabacalera
Escrito por Sheila Cohen
Fotos: cortesía de Elvira Smeke