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Entrevista exclusiva: Alonso de Garay

El arquitecto mexicano, Alonso de Garay, ha participado en proyectos nacionales e internacionales de gran envergadura en países como Estados Unidos, India y Brasil. Su trayectoria destaca por su gran labor en función del impacto social, ambiental, económico y cultural que genera su trabajo. Actualmente, dirige su propio despacho, Taller ADG, con el cual ha participado en 15 proyectos construidos, así como en los concursos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y del Museo de Energía y Tecnología.

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Foto: Cortesía

Varios de sus proyectos incluyen rehabilitaciones de edificios con valor histórico y artístico en la Ciudad de México. Actualmente, está por reinaugurar el estadio de béisbol Fray Nano. Además, se ha dedicado a trabajar con fundaciones para reconstruir casas en pequeñas comunidades que se han visto afectadas tras el sismo del 19 de septiembre y recientemente abrió un tercer proyecto de coworking: Terminal 1.

¿Cómo inició Taller ADG?

Después de haber vivido unos años en Nueva York, donde estudié mi maestría y donde estuve trabajando en el despacho de Norman Foster, me regresé a México, en 2013. Y justamente el 20 de febrero de ese año inicié Taller ADG en una oficina pequeña en la colonia Roma. Arranqué yo solo, con mi computadora y una persona más que me ayudaba.

¿Cómo definirías tu estilo arquitectónico?

Me alejo mucho de los estilos. No creo en ellos, creo más bien que cada proyecto se resuelve de una forma distinta. Los materiales y el funcionamiento dependen mucho de su ubicación, sus habitantes, y muchas variantes que se deben de tomar en cuenta al momento de trabajar en un proyecto. Lo que sí podría decirte es que me gusta que sean proyectos atemporales, no creo en las modas. Me gusta hacer arquitectura que funcione hoy y para siempre.

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Foto: Cortesía
¿Qué tipo de desarrollos arquitectónicos te apasionan más?

Todos los que impliquen un reto y que tengan la oportunidad de dejar algo positivo. Nunca me he encasillado en algo. He hecho desde la extensión de una casita de interés social has- ta un aeropuerto.

¿Incorporas medidas de sustentabilidad en tu trabajo?

Claro, creo que antes, eso de hacer arquitectura sustentable era una moda, pero ahora es casi una obligación, una responsabilidad. Tratamos de que se reutilice el agua, que no se genere basura, que no gaste tanta electricidad, pero eso ya es un deber.

¿Cuál ha sido tu más importante labor de restauración y qué impacto causó?

He hecho tanto restauración como reconstrucción. En el tema de restauración, hace como ocho años nos dimos a la tarea de ir a buscar edificios y locales en zonas como Condesa, Roma, San Pedro de los Pinos, que tuvieran valor patrimonial, pero a la vez abandonados. Y nos dedicamos a investigar quién los diseño, cuáles eran sus intenciones, qué tipo de gente vivía en ellos, etc. Los comprábamos y trabajábamos en devolverle su identidad y su sabor, regresarlos a la vida.

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Foto: Cortesía

Buscábamos a los herreros de antes para que nos ayudaran a replicar el detalle que tenían, con técnicas que se usaban hace 60 años. Y entrevistamos a familias que habitaron ahí para conocer la historia
de cada uno. Fue increíble, incluso documentamos todo el proceso, sacamos libros de cada proyecto que restauramos. Estábamos rescatan- do patrimonio y resultó muy interesante porque, además de hacer algo bonito por el inmueble, la gente de la zona también comenzaba a valorar más vivir ahí.

Y por otro lado, a raíz del temblor del 19 de septiembre, hemos estado trabajando con muchas fundaciones en labores de reconstrucción. Para atender esos pueblitos a los que no les llegó la ayuda y a todas esas familias que se quedaron sin casa, que es gente que vive en pobreza extrema en lugares recónditos de México. Nosotros vamos, los entrevistamos como si fueran cualquier otro cliente, les preguntamos sus necesidades y les diseñamos su casa a la medida. También estamos haciendo escuelas. En este momento esta labor ha acaparado casi toda mi atención.

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Foto: Cortesía
¿Qué proyecto te ha retado más a lo largo de tu carrera?

El proyecto más difícil que he tenido que hacer es justamente cuando me tocó extender 9 m2 un conjunto de casas de interés social.

¿Qué tanto puedes hacer en 9 m2? Además, tenía muy poco presupuesto. El objetivo era mejorarle la calidad de vida a todas las familias que habitaban cada casa. Cuando me dijeron que esa pequeña extensión iba a impactar la vida de 300 mil familias en total, o sea que millones de personas iban a salir beneficiadas, pensé: “Esto sí que va a ser un reto”, y fue algo muy bonito al final. Nos tardamos casi un año trabajando en esto y resultó muy bien, quedamos encantados.

Para ti ¿qué es lo más importante que debe tener una obra arquitectónica?

En general, desde la más chica hasta la más grande, pienso que deben funcionar por sí solas y deben estar pensadas para servir a su entorno, a la calle, a la comunidad, incluso al país. Los arquitectos tenemos la responsabilidad de ver más allá de solo lo estético para aumentar el valor de la obra.

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Foto: Cortesía
Platícame sobre Terminal 1.

Terminal 1 empezó hace seis años, cuando encontramos un edificio en la Roma que estaba muy padre porque eran unas bodegas y una librería y tenía unas oficinas por ahí, pero estaba muy abandonado. Lo compramos inicialmente para hacer departamentos, pero luego pensamos que ya había demasiados, y ya tenía el uso de suelo para oficinas y los espacios funcionaban muy bien para eso. Tuvimos la idea de hacer un coworking y, de hecho, fuimos el primero en México. Lo diseñamos para que la gente se conecte, tiene áreas comunes con comida, mesas, entretenimiento, salas, etc. Y con áreas privadas donde pueden trabajar desde una persona sola hasta 60, es un modelo muy flexible.

Lo hicimos sin querer, fue la vocación que le vimos al espacio. Pero ahora ya generamos una buena masa crítica, tenemos muy buena recepción de la gente, les gusta el concepto. Se acomodan con nuestra forma de operar. Y funciona muy bien, se llenó de volada. Luego pusimos otro ahí mismo en la Roma. Y ahora ya vamos a abrir el tercero en Santa Fe, donde igual nos adaptamos a la zona. Por ejemplo, en este hay regaderas pensando en que está aquí al lado el parque la mexicana y a lo mejor la gente quiere ir a correr y llegar a bañarse aquí.

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Foto: Cortesía
Desde tu punto de vista, ¿cuáles son las áreas de oportunidad para el desarrollo arquitectónico de la Ciudad de México?

Creo que la ciudad en vez de seguirse expandiendo, debe seguirse renovando constantemente. Las mejores ciudades del mundo son aquellas en donde se reinventan las zonas, no se trata de hacerse cada vez más grande y crecer hacia los lados, hasta que nadie quiera vivir en el centro. Al contrario, el centro debería ser lo más caro. Y aquí creo que hay que encontrar edificios, zonas y colonias céntricas que han perdido su valor para volvérselo a dar. México tiene un gran potencial y yo espero y deseo que eso pase. Creo que hay que empujarle más por ahí.

¿Qué ciudades del mundo consideras ejemplos en cuanto a arquitectura?

Muchas de las ciudades europeas son increíbles, que se hayan pensado hace tantos años sin conocer el grado de civilización que hay hoy y que aun así sigan funcionando tan bien. Están diseñadas para el peatón, están diseñadas para que tengan vida, todas las plantas bajas son comerciales, con cafés, placitas, y eso mismo genera seguridad. Es un modelo urbano rudimentario que está comprobado que funciona.

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Foto: Cortesía

talleradg.com

Texto por: Mónica Díaz
Fotos cortesía de Taller ADG