La NASA podría quedarse sin un medio de transporte para ir a la Estación Espacial Internacional en 2019. En enero de este año, tuvo que presentarse ante un comité del Senado de Estados Unidos para explicar qué ha pasado con el desarrollo de nuevas naves que están fabricando dos empresas privadas: SpaceX y Boeing.
En 2011, el último transborda- dor espacial estadounidense tuvo que ser retirado porque llevaba 30 años en servicio. Para ese entonces, ya había varias empresas interesadas en desarrollar sus propios vehículos espaciales y por eso la NASA, en lugar de invertir de manera directa en nuevas tecnologías, decidió abrir el concurso Commercial Crew Program para que empresas privadas construyeran nuevas naves en las que pudieran viajar sus astronautas. Los ga- nadores del concurso fueron Boeing, una de las compañías de aeronáutica más grandes del mundo, y SpaceX, la empresa del multimillonario Elon Musk que quiere que la gente pueda vivir eventualmente en el espacio.
Desde 2014, Boeing ha recibi- do 4,820 millones de dólares del gobierno estadounidense para desarrollar su nave llamada Crew Space Transportation (CST)-100 Starliner. El plan es que en ella quepan hasta siete tripulantes, junto con algunos elementos necesarios para misiones en la órbita de la Tierra. Aunque el proyecto en general va bien, el Starliner está teniendo problemas al entrar a la atmósfera porque en las últimas pruebas se ha sobrecalentado. Ese es un riesgo que la NASA no puede tomar, porque con tanto calor es probable que el paracaídas de la nave no se abra de manera adecuada y no pueda frenarla, provocando accidentes graves. Según Boeing, su nave estará lista en octubre de este año, para que en enero de 2019, la NASA la pueda certificar.
Por su parte, SpaceX ha reci- bido 3,140 millones del presupuesto del gobierno para desarrollar su nave, que se llama Dragon. En 2012 se convirtió en la primera empresa privada en mandar con éxito cargas a la Estación Espacial Internacio- nal, pero desde entonces ha tenido errores graves. El más recordado es el de septiembre de 2016, cuando una nave explotó en la plataforma de lanzamiento, justo cuando iba a despegar. Hasta que SpaceX se asegure de que esto no volverá a pasar, la NASA no puede subir a humanos para probar la Dragon. Elon Musk está convencido de que todo estará listo para probarse en diciembre de este año y que la NASA la va a poder certificar en febrero de 2019.
Mientras Boeing y SpaceX trabajan para que sus vehículos sean extremadamente seguros, Estados Unidos ha estado mandando a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional en una nave rusa que se llama Soyuz. Pero este año, tiene que renegociar con Moscú porque solo había acordado mandar pasajeros en el Soyuz hasta 2017, cuando supuestamente tendrían que haber estado listos los prototipos de SpaceX y Boeing.
Además de tener la presión de la fecha de entrega, las empresas privadas tienen que crear sus naves cuanto antes por otra razón: no hay garantía de que la Estación Espacial Internacional vaya a seguir funcionando después de 2024. El proyecto se creó hace casi 20 años y anualmente le cuesta a Estados Unidos 3,500 millones de dólares, mientras que los demás países involucrados invierten en conjunto apenas mil millones. El comité del Senado estadounidense que verifica los proyectos de la NASA cree que el gasto está siendo demasiado alto y no está entregando resultados suficientes y por eso quiere quitarle el dinero en 2024, pero aún hay tiempo para salvar la Estación. Los otros países pueden invertir más o algunas empresas privadas podrían interesarse en ella, pero de momento no se sabe que pasará.
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FUENTES
www.businessinsider.com
www.forbes.com
www.nasa.gov
www.boeing.com
www.spacex.com
www.space.com
Texto: Mercedes Migoya
IG. @mercedesmigoya
Ilustración: @camdelafu