Estamos tan acostumbrados a nombrar los objetos que nos rodean, a definirlos y conceptualizarlos para colocarlos después en una categoría que nos permita comprenderlos racionalmente, a interpretar lo que vemos para darle un sentido a nuestra realidad, que nos hemos olvidado de mirar las cosas sin buscar en ellas una función práctica; es decir, nos hemos olvidado de contemplar aquello que se encuentra ante nuestros ojos simplemente dejándonos llevar por lo que nos hace sentir en ese momento. Por eso, la interpretación siempre será una experiencia efímera, subjetiva y, por lo tanto, condicionada tanto por nuestro bagaje cultural como por las experiencias que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida y el estado emocional en el que nos encontramos en el preciso momento en el que nos enfrentamos a una obra de arte.
El escritor norteamericano William Carlos William (1883-1963, Nueva Jersey) se hizo mundialmente conocido por la siguiente frase: “No hay ideas sino en las cosas”, la cual escribió en Paterson (1927), su poema más famoso hasta la fecha y que se convertiría en el mantra de la poesía del siglo pasado. Sin embargo, muy pocos han logrado comprender lo que quería decir este escritor con esa simple frase que sigue teniendo influencia hoy en día. Las cosas pueden ser objetos tangibles como una silla o conductas como una mirada, y solamente las cosas son capaces de crear imágenes visuales, porque es la imagen de la cosa la que crea una idea a posteriori de lo que ese objeto significa en el contexto en el que se utiliza. Por eso, no hay ideas, sino cosas, de acuerdo con esta perspectiva.
La segunda exposición de Julius Heinemann (1984, Múnich) en la galería Proyectos Monclova, integrada por pinturas y objetos encontrados, forma una especie de instalación envolvente en la que pareciera que cada objeto hubiese sido dispuesto como si la galería fuera el estudio personal del artista. La muestra invita a los espectadores a dejar sus ideas preconcebidas fuera de la galería para interactuar con los objetos que los rodean por medio de los sentidos sin tratar de buscar un contenido detrás de la forma; es decir, invita a mirar las cosas por lo que son: cosas, con el fin de apreciar la belleza y la simplicidad de su estructura, el juego que se genera entre las luces y las sombras, los trazos y los gestos, y la huella impresa que deja la mano del artista en el lienzo.
“Dinge und Undinge (o la forma de las cosas)” ofrece una experiencia sensorial que tiene lugar por medio de intervenciones espaciales que proponen mirar los objetos desde múltiples perspectivas, así como desde ángulos que revelan distintas capas de percepción o modos posibles de ver que existen dependiendo de la relación y la situación que cada individuo tiene con las cosas y el mundo que lo rodea. Lo anterior aboga por el acto de ver sin ninguna inmediación o, dicho de otra manera, por que el espectador viva una experiencia estética pura. En ese sentido, Julius Heinemann sugiere de un modo extremadamente sutil y delicado que retornemos a un estado prelingüístico en el que seamos capaces de contemplar las cosas no por el significado que puedan tener para nosotros ni por su valor cultural, sino por lo que son: objetos a fin de cuentas.
La muestra estará abierta al público del 21 de marzo al 27 de abril del 2019.
Escrito por Sheila Cohen
Fotos de Ramiro Chaves, cortesía de Julius Heinemann y Proyectos Monclova