El pasado julio la música y la cultura tomaron la ciudad de Quebec, llenando de arte cada rincón de la ciudad francófona y rocanrolera. En medio de un aire de alegría, los canadienses y turistas de todas las edades, pero sobre todo los fanáticos de todas partes del rock y del jazz, participaron en el tradicional Festival d’été de Quebec, ya casi como un instinto natural. Esta vez se trataba de un año especial: el evento celebró medio siglo de buenos recuerdos, grandes músicos y felicidad colectiva. Cada año, los quebequenses viven con orgullo los 11 días de uno de los festivales de música más importantes del mundo.
La variedad de los artistas que encabezaron el cartel del festival fue sorprendente, entre ellos estaban Gorillaz, Muse, Kendrick Lamar, Flume, Metallica, Pink, The Who, BadBadNotGood y Lady Antebellum. La lista se extendió a aproximadamente 130 grupos musicales –nacionales e internacionales– que tocaron a partir de las 6 pm en los nueve escenarios colocados estratégicamente en distintas zonas de una de las ciudades más antiguas de Canadá. Entre cada escenario la distancia no sumaba más de 15 minutos, invitando a los asistentes a recorrer Quebec a pie, lo que llenó sus calles de gente.
El Festival d’été de Quebec ya fluye por las venas de los quebequenses, su influencia es tan importante que los ciudadanos –de todas las edades– salen a escuchar la mayoría de los grupos aunque no conozcan a muchos de ellos. En esta edición, cada show estuvo repleto, con un público receptivo transmitiendo una energía única hacia los músicos. A través de los años se calcula que han asistido un número aproximado de 1.5 millones de personas anualmente.
Para los artistas, tocar alguna vez en el Festival d’Été de Quebec forma parte de su lista de metas por lograr. Entre los músicos que han participado en las ediciones anteriores están The Rolling Stones, Sting, Peter Gabriel, Red Hot Chili Peppers, Foo Fighters, Lady Gaga, Queens of Stone Age, Weezer, Aerosmith, Skrillex, Elton John, Stevie Wonder, Santana y muchos renombrados artistas más.
Las bandas más conocidas tocan en el escenario principal, considerado el más grande de Norteamérica, con un aforo de alrededor de 100 mil espectadores. Este año llevó la marca Bell como nombre titular.
Quebec está llena de cultura y parte importante de la ciudad es el festival que se celebra desde 1968. Los organizadores han querido ligar la historia con la música, generando un fuerte lazo entre la cultura de la ciudad, la música y los artistas invitados. En esta ocasión, por ejemplo, la ciudad estuvo sembrada de afiches con frases de los músicos que asistieron al festival en el pasado y que hablaban sobre la gran experiencia vivida, e igualmente, a los faroles de las calles se les colocaron gigantes pantallas traslúcidas, que iluminaban la noche con los colores emblemáticos del evento.
Quebec es conocida como la ciudad del rock y este festival le rinde especial tributo. Los canadienses aseguran que músicos con otros perfiles como Katy Perry o Shakira no tendrían cabida en el festival, ya que su gente es fiel a ese género musical. Por ello, las principales bandas de rock & roll siempre buscan ir a Quebec para recibir la potente respuesta de la audiencia.
De esta larga tradición rockera da cuenta el rango de edades de los asistentes. Disfrutaban todos: desde ancianos bailando los ritmos blues de viva voz de Sugarray Rayford, hasta los más jóvenes que se divirtieron en la gran fiesta que lanzó DNCE, la nueva banda de Joe Jonas.
Todos los gustos y opciones estaban cubiertos, el cartel del festival es un gran abanico musical. Antes de cada actuación de los músicos convocados a la cita, se alineaban largas filas para entrar a los escenarios desde temprano. La emoción por el festival fue el denominador común para todos los que estuvimos presentes a lo largo de los días que duró.
Uno de los shows en el que los espectadores quedaron ató- nitos fue el de Pink! La artista voló –asegurada con unas cuerdas– sobre su gigantesca audiencia iluminada en tonos rosa. Otra de las bandas más importantes del evento fue Metallica, que por segunda vez se presentó en el festival e igualmente generó largas filas desde temprano para poder acceder a verlos.
En el escenario Loto-Quebec, ubicado frente al edificio del Parlamento, en Grande-Allée, Migos encendió al público con su famoso hip hop, sorprendiendo a los asistentes con una gran fiesta a la que todos quisieron asistir. En el mismo escenario también se presentó Arkells, tocando sus esperados éxitos “My Heart’s Always Yours” y “Knocking at the Door” que hicieron bailar a los espectadores.
Otra de las bandas más esperadas en los escenarios techados del Imperial Bell fue la canadiense BadBadNotGood, integrada por músicos jóvenes reconocidos a nivel internacional que están innovando las maneras de hacer jazz e incluso, en algunas ocasiones, fusionándolas con rap.
Entre los distintos escenarios en los que se pudo disfrutar de las bandas, algunos eran abiertos al público y otros eran pagos, permitiendo que todos los sectores socioeconómicos tuvieran la oportunidad de asistir y vivir la experiencia. Este tipo de apertura refleja uno de los valores más importantes de la ciudad y su gente: libertad, equidad y amabilidad en la sociedad.
Parte importante de la celebración de los 50 años del Festival d’été de Quebec fue la variedad de eventos en los que podían participar familias y amigos. Al ser la celebración de medio siglo del festival, entre las actividades estaba la exhibición de los momentos más importantes de las 49 ediciones anteriores a través de fotos, artículos de periódicos, pósters y otros elementos históricos.
Por otro lado, también se incluyó la orquesta de men-orchestras con aproximadamente 40 músicos. Además, durante el primer fin de semana del evento se pudo apreciar el desfile de criaturas inflables gigantes que volaron sobre el público en las calles de Quebec. También estuvieron los shows callejeros de Transe Express, en los que actores, bailarines, percusionistas, cantantes, violinistas, entre otros creativos ofrecieron un show teatral en las calles suspendidos en el aire por un móvil gigante.
La gastronomía es un elemento primordial del evento, las calles se llenan de vida todo el día y los restaurantes abren espacios para que se presenten músicos emergentes. A toda hora y en toda la ciudad se puede disfrutar de la mejor comida canadiense, especialmente el delicioso poutine, plato tradicional de la ciudad de Quebec. También se puede comer en foodtrucks que ofrecen hamburguesas de alce, sándwiches con carne ahumada, wafes con pollo, Tourtière y muchos otros platillos típicos de la zona.
La Ciudad de Quebec es conocida por su variedad de cervezas artesanales y su pasión por el vino. No es casualidad que sus asistentes bebieran –en su mayoría– estos dos licores durante el evento. Además, las localidades alrededor del festival ofrecieron las mejores cervezas artesanales con diferentes sabores y colores.
Los ánimos de los espectadores se mantuvieron altos hasta el final del evento, al igual que sus expectativas. El Festival d’été de Quebec cumplió con su cometido al haber ofrecido a sus asistentes los mejores músicos en presentaciones a niveles profesionales. Su 50 aniversario fue una experiencia única, dejando a todos con las ganas de volver.
A partir del primero de junio del presente año, Aeroméxico abrió sus nuevas rutas desde y hacia Calgary, Canadá. Los vuelos se realizarán diariamente entre los dos países, convirtiéndose en la ruta número 19 de la aerolínea hacia Norteamérica. Aeroméxico ya cuenta con vuelos directos y con escala hacia y desde Montreal, Vancouver y Toronto.