La brillante resina en intensos pigmentos cae sobre un lienzo como gotas de caramelo, creando poderosas líneas dentro de obras tridimensionales que provoca tocarlas. Ese es el sello de las creaciones del artista mexicano Francisco Valverde que se aventura en un mundo más allá del blanco y negro.
Desde los primeros trazos sobre papel en su infancia, Valverde emprende un viaje hacia la exploración. En la búsqueda por hallar su propia voz regresa a las raíces de su imaginación, donde aquella libertad creativa continúa siendo un pilar fundamental en su trabajo. Un universo vibrante enriquece su obra, donde colores y líneas se convierten en vehículos narrativos que transmiten emociones y cuentan historias.

¿Cómo fue tu experiencia en la niñez dibujando en un papel por primera vez?
Fue algo liberador porque desde pequeño las clases me aburrían tremendamente y dibujar me permitía escapar y sentirme cómodo en un salón de clases donde, normalmente, debe uno acatar reglas que a veces te encasillan. Pienso que fue mi primer encuentro con el arte y abrió una puerta hacia la imaginación y la creatividad.
¿De qué manera esa libertad creativa inicial impacta en tu arte actual?
Lo entendí muchos años después, ya que inicialmente mi trabajo se enfocó en el arte figurativo donde realizaba cuadros surrealistas que incluían la presencia de personajes y la figura humana. Sin embargo, con el paso del tiempo, dejé de identificarme a nivel personal con mi arte, así que tuve que buscar dentro de mí y pensar por qué realmente quería hacer arte. Esta búsqueda me llevó al comienzo de todo, justo cuando rayaba sobre hojas de papel y, al recordar eso, me dediqué a reconstruir y revivir esa creatividad por medio de la experimentación de líneas y colores que hoy abrazan mis cuadros.



Los conceptos de obsesión y libertad son clave en tu trabajo ¿Cómo encuentras un equilibrio entre estas dos fuerzas?
Creo que los cuadros plasman una convivencia armónica entre ambos. Por un lado, en los fondos hay mucha libertad de movimiento y espontaneidad. Incluso, los gestos intuitivos que pinto en él permiten una segunda lectura, donde los espectadores muchas veces encuentran figuras que, al momento de crear, no fueron planeadas.
Por otra parte, cuando comienzo a rayar e intervenir esos fondos, debo ser más preciso y obsesivo para que, entre tantos colores, el fondo pueda apreciarse a través de esa especie de telares. Al momento que miro la obra y siento que funciona, sé que he encontrado el punto en que las dos partes están equilibradas.
Al tener herencia cubana y mexicana, ¿cómo exploras conceptos de identidad cultural en tu arte?
Ambas partes coexisten en el color y las texturas que, hasta cierto punto, reflejan matices y gestos tropicales en las obras. Tanto en México como en Cuba, somos muy ricos en sabor y cultura, por lo tanto, la gama de tonos vibrantes que utilizo en mis piezas es una manifestación de eso.


Obtuviste una licenciatura en Bellas Artes en el ArtCenter College of Design. ¿Cómo influyó tu educación en el desarrollo de tu estilo personal?
Mi formación me dio las herramientas para buscar mi propio camino y encontrar mi propia voz. Me permitió tener una visión más diversa, donde adopté inspiración de distintas voces y culturas que actualmente plasmo en el lenguaje de mis obras.
El uso de materiales plásticos como la resina otorga complejidad en tus pinturas. ¿Cómo abordas esta técnica para lograr tus efectos deseados?
El material mismo se vuelve parte del concepto en mi arte. La resina es fundamental porque le da un carácter singular que de cierta forma alude al mundo plástico que nos rodea. Desde juguetes, figuras u objetos hasta la intensidad de los colores y su brillo, el uso de la resina y el resultado final que esta logra con la plasticidad característica me recuerda todo eso.

¿Qué opinas sobre la relación entre el arte tradicional y las formas de arte abstracto?
Considero que ambas corrientes forman parte de la historia. No necesariamente debemos partir del arte tradicional para construir o crear otras técnicas, sino que, en la actualidad, tanto lo abstracto como lo figurativo y lo conceptual pueden cohabitar en el mismo espacio. Así que, en estricto sentido, creo que el arte tradicional encierra a su vez lo abstracto.
Tus pinturas se caracterizan por líneas poderosas con dirección. ¿Cómo utilizas estos trazos para transmitir historias y emociones?
A pesar de ser de una manera inconsciente, creo que el orden de las piezas devela un lenguaje que invita al observador a una experiencia sensorial, donde no necesariamente se acercan a la obra con una idea predeterminada o racional, sino que reaccionan en base a sus sentidos. Quizá te incite a quererla tocar por sus texturas o a mirar más allá de las líneas para encontrar algo que a primera vista no habías percibido. No hay explicación como tal, cada uno le atribuye su propia lectura que despierta emociones personales.


Evocas los colores y el brillo de los dulces de cuando eras niño en tus obras. ¿La asociación de colores y texturas con experiencias personales agrega capas de significado a tus cuadros?
Sin duda hay una relación directa entre los colores y el terminado de la resina, con una parte de la cultura mexicana. Creo que quienes hemos estado en una feria mexicana entendemos lo que es esa parte como táctil del color, que no solo es de una manera plana, sino que siempre viene acompañado de una textura o una forma. El hecho de que el arte te pueda transportar a distintos lugares o situaciones agrega esa capa extra de emociones y significados especiales.
¿Cómo encuentras la conexión entre tus propias experiencias y la creación artística colectiva?
Disfruto mucho cuando escucho al observador hablar sobre la pieza y el cómo la experimenta porque muchas veces soy yo el que descubro más cuando veo cómo la gente responde a determinadas obras. Especialmente en el tema de los fondos, me llama la atención que, a pesar de ser para mí tan intuitivos y tan poco conscientes, en prácticamente todos los casos, el espectador reconoce algo. Ya sea un rostro o una imagen específica, cada quien ve algo distinto, similar a cuando dos personas ven la misma nube y cada uno encuentra cierta figura. Para mí eso es muy enriquecedor porque la pieza cambia y se transforma a partir del observador, deja de ser estática y toma una nueva vida.
Has exhibido en ciudades como Montréal, San Francisco y San Luis Potosí. ¿De qué manera las narrativas de tu arte resuenan con audiencias nacionales e internacionales?
Sorprendentemente, las audiencias son muy parecidas. Al final del día, creo que todo ser humano reacciona a nivel visual de formas muy similares. Ya sea a los colores, a las texturas o a las formas, es muy divertido ver cómo la gente quiere interactuar con la obra. Como artista, es una satisfacción saber que tu trabajo despierta algo en la audiencia y se convierte en partícipe.

¿Hay alguna exposición que consideres especialmente significativa en tu carrera?
Algo que nunca voy a olvidar fue mi primera exposición. Cuando uno está empezando en el mundo del arte, es muy difícil sobresalir y tienes que cazar las oportunidades que se presenten. No es un proceso fácil, de hecho, puede ser muy frustrante, pero el saber que alguien ajeno a ti cree en tu trabajo, te inspira a seguir adelante. A pesar de que mi primera exhibición no se enfocó en el mismo estilo que ahora trabajo, es una que recordaré siempre con mucho cariño.
A medida que la tecnología avanza y las formas de expresión evolucionan, ¿cómo imaginas que se verá el arte visual en las próximas décadas?
Supongo que será inteligencia artificial, pero por más que nos pongamos a pensar hacia dónde se dirige el arte en un futuro creo que es difícil de predecir. No podemos realmente saber porque distintas corrientes de pronto regresan y vuelven a ser tendencia. Creo que depende mucho de la audiencia y el cómo esta resuene con el arte. Hemos llegado al punto donde quizás más allá del lenguaje o la forma, el contenido es lo importante.

¿Tienes algún objetivo específico que desees explorar en tu trabajo en el futuro?
Me gustaría explorar más las formas orgánicas. Es decir, lograr un mayor balance entre reconocer una imagen y que al mismo tiempo sea abstracta. Tal vez integrar un mundo biológico y vegetal, donde toda forma pudiera ser de alguna manera plantas o universos herbolarios que viven en la naturaleza, sin recurrir necesariamente a lo tangible, más bien de forma ambigua.
Entrevista por: Isabel Flores
Fotos: Carlos A. González Q y Andrea Deus. Cortesía del artista