Cuando la Oficina Nacional Alemana de Turismo me buscó para realizar este viaje a Frankfurt con el fin de publicar un artículo sobre bazares navideños, lo primero que vino a mi mente fue que, aunque personalmente me encanta esta época del año, ¿cómo podría un viaje entero girar en torno a esto?
Estaba segura de que debería ver muchos otros aspectos de Frankfurt para que este fuera un artículo completo y que despertara el interés por visitarla, pero durante este viaje descubrí que los bazares navideños son un mundo aparte y, después de conocerlos, no podría volver a imaginarme la ciudad sin ellos, aunque solo estén presentes durante cinco semanas cada año.
Frankfurt es conocida como capital financiera de Europa. La mayor parte del turismo que atrae es de negocios; sin embargo, guarda un espacio especial para la tradición, por lo que cada año recibe cerca de tres millones de personas que se desplazan exclusivamente para visitar sus pintorescos mercados con motivo navideño.
Algunos puestos abren hacia las 10 de la mañana; sin embargo, conforme avanza el día, comienzan a abrir más, sobre todo los de comida y bebida. Ofrecen opciones de lo más variadas en términos de sabor y nacionalidad, y casi en cada esquina podrás pedir un vino caliente con naranja, Glühwein, servido en una taza conmemorativa con un diseño especial que el gobierno manda hacer para todos los puestos cada año; o un vino de manzana, Apfelwein, que puede beberse frío o caliente y se sirve siempre en vasos llamados Gerippten. Honestamente, sueño con volver para comer de nuevo un dumpling caliente relleno de blueberry bañado en una salsa de vainilla y canela.
Los puestos que no son de comida venden decoraciones navideñas por montón, bellísimos adornos, en su mayoría hechos a mano. Conforme se hace más tarde, se encienden incontables luces, formando figuras navideñas de todos colores y, para cuando son las 8 o 9 de la noche, la gente ya invadió por completo las plazas, deteniéndose a hacer compras en cada puesto; chicos y grandes conviviendo con bebida en mano mientras los niños esperan su turno para subir al carrusel. En conjunto, hacen que parezca que no hay otro lugar en el mundo en el que se viva mejor esta época del año y, así, la llegada a Frankfurt rápidamente despierta el espíritu navideño de cualquier visitante.
Los puestos ocupan todas las plazas del centro de la ciudad, desde Hauptwache hasta Mainkai a orillas del río. Los que se encuentran en Paulsplatz y Römerberg son los más concurridos. Adicionalmente, hay algunos bazares nocturnos que se montan sobre roofgardens en edificios que ofrecen una bellísima vista del skyline de la ciudad, aunque pienso que los que se encuentran en las calles son una experiencia más auténtica.
Los adornos van desde casitas de barro pintadas a mano con la típica arquitectura y decoración alemanas, carpetas bordadas con motivos navideños para cualquier superficie en casa, coronas de Adviento, cajas musicales, juguetes y decoraciones talladas en madera, y todo tipo de colguije imaginable para el árbol.
Además de los puestitos en la calle, para mí, la parada imperdible es Käthe Wohlfahrt. La tienda abrió por primera vez en 1964, en Rotemburgo, y aunque hoy puedes encontrarla en varios lugares de Europa, al entrar a cualquiera de sus sucursales, siempre te sentirás capturado por su originalidad: la decoración, la calidad de sus adornos y las opciones customizables harán realmente difícil que no quieras disponer de todo el presupuesto del viaje para salir cargada de una decena de Santa Clauses en distintas versiones para tu casa y la de todos tus seres queridos. Y como tip, aunque nunca será lo mismo que visitar la tienda como tal, adaptándonos a las circunstancias actuales, puedes comprar en línea, pues la marca ya hace envíos a casi todo el mundo.
Mientras te encuentras de visita en Frankfurt puedes, además de hacer compras navideñas, realizar un interesante recorrido histórico, que no te tomará más que un par de horas. Verás que hoy en día, en la ciudad se observan básicamente dos tipos de edificaciones, lo que se debe a que el 80% de Frankfurt fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando esta finalizó y debían reconstruirla, lo hicieron inicialmente con poca inversión y con construcciones sencillas, lo más básico, pues buscaban únicamente que la gente pudiera volver a vivir en la ciudad.
En ese momento, reinaba entre su sociedad un fuerte deseo de no mirar hacia atrás, por lo que no querían reconstruir la ciudad igual. Sin embargo, hace alrededor de seis años, la gente comenzó a darse cuenta de que les hacía falta conexión con su propia historia, por lo que, después de una votación, se comenzó una intensa reconstrucción del centro histórico.
En 2018 se rehicieron 35 casas importantes del centro, 20 de ellas manteniendo solo ciertos aspectos antiguos y 15 se reconstruyeron en su totalidad, con la misma arquitectura que tenían antes del conflicto; solo un edificio típico en todo el centro se mantuvo intacto durante la guerra y hasta hoy se le da mantenimiento. También verás en donde se inventó la imprenta y te contarán que Frankfurt fue la ciudad en donde nació la feria del libro en el siglo XVI, durante la cual el libro más importante a difundir fue la Biblia de Martín Lutero.
Al terminar este recorrido, vale la pena visitar el Kleinmarkthalle, un mercado techado, en donde encontrarás flores, frutas y verduras, y varias opciones gourmet como quesos, embutidos y conservas. Puedes comer algo en este mismo local o solo comprar productos para llevar. Otra opción para almorzar, fuera de los bazares, es Apfelwein Wagner, donde puedes comer una Wiener Schnitzel o milanesa de ternera, con papas salteadas y una salsa verde espesa que se elabora tradicionalmente con siete hierbas diferentes: borraja, perifollo, berro, perejil, pimpinela, acedera y cebollín. Otra opción es pedir una salchicha de cerdo o res con puré de papa y Sauerkraut (col agria), ambas son opciones típicas y, en este lugar, deliciosas. Para terminar la comida puedes pedir Mispelchen, un digestivo hecho con duraznos en almíbar y calvados.
Después de comer, visitar el Museo Städel es una excelente idea, pues en este lugar podrás ver 700 años de historia del arte europeo a través de su colección, que va desde principios del siglo XIV hasta el arte contemporáneo, pasando por el Renacimiento, el Barroco y el Modernismo clásico, con artistas como Lucas Cranach, Albrecht Dürer, Sandro Botticelli, Rembrandt van Rijn, Jan Vermeer, Claude Monet, Pablo Picasso, Ernst Ludwig Kirchner, Max Beckmann, Alberto Giacometti, Francis Bacon, Gerhard Richter, Wolfgang Tillmans o Isa Genzken.
Para cualquier otro día, si ya recorriste todos los puestos del mercado navideño una y otra vez, puedes realizar un paseo en barco hasta Rüdesheim. El recorrido es bonito, aunque muy frío, así que abrígate bien para poder sentarte al aire libre y disfrutar del paisaje.
En Rüdesheim puedes subirte al teleférico para ver toda la ciudad desde las alturas, visitar otro bazar navideño –menor a los que se ven en el centro de Frankfurt, pero tan pintoresco como los otros–, y visitar una vinoteca, siendo esta última la experiencia estrella del recorrido.
El lugar se llama Rheinweinwelt y, al llegar, comprarás monedas que podrás utilizar en las máquinas dispensadoras que contienen más de 70 etiquetas de vinos de las regiones Rhine, Rheingau, Rheinhessen y Mosel. Sobre cada dispensadora puedes ver una pequeña descripción de cada vino y su bodega, con lo que podrás decidir cuál quieres probar para, posteriormente, insertar la moneda y presionar el botón del vino de tu elección.
Al finalizar tu cata podrás comprar cualquiera de los vinos que hayas probado o algún producto de su deli y, definitivamente, deberás quedarte a comer algo del menú del bistró. Mi sugerencia: la sopa de cebolla gratinada con queso Rheingau Cistercian o la selección de quesos con una compota de higos.
Hace un año, mientras realizaba el viaje, nunca hubiera pensado que este relato pudiera sonar casi fantasioso. Este 2020, como tantos otros eventos, los bazares han sido cancelados con el fin de evitar la infección potencial de sus visitantes y expositores como resultado de la pandemia generada por Covid -19. Y se preguntarán entonces, ¿por qué si están cerrados los bazares, se publicaría este artículo durante este año en donde reina la necesidad de quedarnos en casa y de evitar grandes aglomeraciones?
La respuesta es que esta es precisamente una temporada de esperanza. Y, mientras esperamos una vacuna o alguna otra solución permanente, no podemos hacer más que quedarnos en casa para cuidarnos y cuidar a quienes nos rodean, seguir leyendo sobre estas experiencias y soñando sobre destinos maravillosos para mantener la ilusión de que muy pronto podremos volver a visitar tierras lejanas que nos regalen un poco de su magia.
Texto por: Nicolle Lekare