A los pies del volcán de Fuego y envuelta por el verde de la sierra colimense se alza la Hacienda de San Antonio, con el aire fresco de la montaña y el aroma del café recién tostado impregnando cada espacio.

Este paraíso natural, enmarcado por cafetales y bosques frondosos, combina la grandeza de la arquitectura neocolonial con el lujo contemporáneo. Su fachada color rosa claro contrasta con el paisaje. Construida originalmente como una finca cafetalera en la década de 1890, la hacienda fue clave en la producción de café en la región. Su diseño conserva la esencia de una época dorada, con amplios corredores, techos altos y columnas de cantera, conservado a lo largo de los años para mantener su esplendor original. 

La casa

De estilo neocolonial mexicano con elementos de la arquitectura española del siglo XIX, la casa de dos plantas se alza alrededor de un gran patio central donde una fuente de cantera labrada a mano da la bienvenida a los visitantes. Sus muros de adobe y piedra volcánica brindan un aire rústico, pero refinado, mientras que los amplios arcos de cantera y los balcones de hierro forjado aportan una sensación de grandeza y tradición. 

Las puertas y ventanas de madera con acabados en herrería artesanal permiten la entrada de luz natural, creando un juego de sombras que resalta la belleza palaciega de la casa. Las paredes, pintadas en un tono rosa pálido, resaltan los detalles en madera, azulejos artesanales, pisos de barro cocido y techos envigados.

Las veinticinco suites están decoradas con muebles de madera tallada, ropa de cama de algodón egipcio y detalles artesanales que reflejan la identidad de la región. Muchas de ellas cuentan terrazas privadas con vistas al volcán o a los jardines, y algunas cuentan con chimeneas de piedra volcánica.

Cada espacio de la Hacienda San Antonio está impregnado de artesanía de la región colimense. Los muebles de madera tallados, con detalles en cuero y hierro, son elaborados por manos expertas de la región. En los corredores, las lámparas de hierro forjado resaltan las texturas de los muros y los techos altos con vigas de mezquite. Asimismo, las habitaciones están decoradas con textiles tejidos a mano y tapetes de lana natural. En las paredes, cuadros con paisajes de la zona y de la historia de la hacienda complementan la atmósfera evocadora del lugar.

Hacienda de San Antonio: Un refugio neocolonial - hacienda-by-davis-gerber-91
Fotos: Davis Gerber

Un entorno de ensueño

La hacienda se encuentra en un valle fértil, donde la vegetación tropical y los cultivos de café se extienden hasta donde alcanza la vista. En sus jardines se hallan robles centenarios, jacarandas de tonos lilas, laureles de la India y palmas reales. A lo largo de sus senderos empedrados, las bugambilias trepan por las paredes, brindando explosiones de color en tonos fucsia y magenta. 

Qué hacer

La Hacienda invita a realizar cabalgatas por los cafetales y senderos cercanos al volcán, además de paseos en bicicleta y observación de aves. Para quienes buscan descanso, la hacienda cuenta con una alberca al aire libre con vistas al paisaje, ideal para refrescarse y relajarse. También se ofrecen clases de cocina mexicana, donde chefs locales enseñan a preparar platillos tradicionales. Además, los huéspedes pueden hacer uso de la cancha de tenis rodeada de vegetación.

A su vez, el spa es un espacio donde los huéspedes pueden disfrutar de tratamientos inspirados en ingredientes locales. Ya sea en una cabina privada o en una terraza al aire libre, puedes disfrutar de masajes con aceites esenciales de café y cacao, exfoliaciones con sales volcánicas y rituales de relajación con hierbas aromáticas de la región. Sumando a esto, ofrecen terapias de aromaterapia y faciales, todo en un ambiente que equilibra lo rústico con la comodidad moderna. 

Una cocina tradicional

En su restaurante, los ingredientes frescos y de origen local se transforman en platillos creativos que rinden homenaje a la tradición mexicana. Entre sus especialidades destacan los chiles en nogada con nueces locales, las tostadas de marlín ahumado, la birria estilo Colima, cocinada a fuego lento, y los postres artesanales como buñuelos con miel de caña y flan de café. 

La Hacienda ofrece degustaciones de café y chocolate artesanal, permitiendo a los visitantes conocer los procesos de cultivo y tostado de estos productos emblemáticos de Colima. Igualmente, las cenas al aire libre, iluminadas por velas y faroles, son una experiencia que invita a disfrutar del cielo nocturno y la buena mesa. 

Una ubicación privilegiada, diseño cautivador y compromiso con la autenticidad hacen de este refugio el escenario ideal para quienes buscan lujo e inmersión en la tradición, rodeados de naturaleza.