Con una trayectoria marcada por la reinvención y exploración de la identidad gastronómica, la chef mexicana ha desafiado las estructuras tradicionales en el mundo de los fogones. A los 28 años, fue reconocida como la chef más joven en recibir el título de Mejor Chef del Mundo por The World’s 50 Best Restaurants. Ahora, de regreso en México, busca profundizar en los sabores locales y ampliar su manera de interpretar la cocina.
Creciste en una familia donde la cocina era importante. ¿Recuerdas algún platillo o momento de tu niñez que te haya marcado?
Los postres fueron lo que más me marcó. Mi bisabuela y mi abuela eran panaderas increíbles y juntas hacíamos pasteles enormes. Muchos tenían merengues y terminábamos en guerras de merengues. Esos momentos me quedaron grabados para siempre.
¿De qué manera los sabores de tu infancia han influido en tu cocina actual?
Lo más importante de ser cocinero es nunca dejar de divertirte. La infancia siempre habla antes que la técnica. Si estás comiendo algo, tienes que disfrutarlo. Esa es mi regla número uno.
Crecer entre dos culturas puede ser un reto. ¿Cómo ha influenciado tu carrera esta dualidad cultural?
Siempre me he sentido un poco entre dos mundos, sin pertenecer del todo a uno o al otro. Pero, al final, soy cien por ciento mexicana, aunque el haber vivido en Texas, Nueva Orleans y distintas partes de Estados Unidos y México me ayudó a ser más funky, más divertida al cocinar.
¿Cómo defines tu filosofía de liderazgo dentro de la cocina?
Ser líder es un aprendizaje constante. Nadie nace sabiendo ser jefe o jefa. Mi enfoque ha cambiado mucho con el tiempo, pero algo que nunca ha cambiado es mi deseo de compartir. Quiero que quienes trabajan conmigo sean mejores que yo, que tomen decisiones más inteligentes y que no repitan mis errores. Ayudar lo más posible es lo más importante.
Después de tu éxito en Nueva York, ¿qué desafíos y oportunidades has encontrado al abrir Rubra, en México?
El desafío principal es que todo es diferente cuando sales del lugar donde has estado por más de una década, ya que adaptarse a un nuevo entorno siempre implica retos. Pero si algo tiene México, es talento. Hay muchas oportunidades y una de las más emocionantes ha sido ver de cerca la riqueza de sus ingredientes, como la jamaica fresca en nuestro huerto.
Al igual que poder trabajar con arquitectos y rodearme de un equipo de mexicanos y latinos increíblemente talentosos ha sido una de las experiencias más gratificantes.
El equipo de Rubra está compuesto principalmente por mujeres. ¿Qué importancia tiene para ti liderar un equipo femenino en la industria gastronómica actual?
Es una pregunta difícil porque en mi equipo también hay hombres increíbles. Pero sí, tenemos muchas mujeres y eso es importante en una industria donde aún no hay un equilibrio real.
Las mujeres líderes buscan talento más allá de los estereotipos. Nos fijamos en aquellas personas que pueden pasar desapercibidas, alguien callado, sensible o de baja estatura puede ser un gran líder. Cambiar la industria también es cambiar la manera en que vemos el liderazgo.
¿Qué te motiva hoy en día en cuanto a la gastronomía?
El talento y la identidad que están surgiendo en la cocina mexicana. Hoy, los chefs ya no buscan replicar la cocina francesa o italiana. Tienen claro que la gastronomía es un todo: el chef, sommelier, arquitecto, diseñador de flores. La cocina es una comunidad y hay espacio para todos.