El histórico aterrizaje lunar de la misión Apolo 11, el 20 de julio de 1969, cimentó el camino para futuras exploraciones espaciales y abrió la puerta a un universo ilimitado de descubrimiento. Apolo 11 se convirtió en un símbolo de que nada es imposible, y en su 50° aniversario invita al mundo a experimentar y celebrar este gran suceso.
Después de la Segunda Guerra Mundial, a mediados del siglo XX, comenzó un nuevo conflicto entre las dos grandes potencias del mundo, los Estados Unidos, democráticos y capitalistas, contra la comunista Unión Soviética. A partir de finales de la década de los 50, el espacio se convertiría en otro escenario para esta competencia, ya que cada lado intentaba demostrar la superioridad de su tecnología, su poder de fue- go militar y, por extensión, su sistema político-económico.
El 4 de octubre de 1957, un misil balístico soviético R-7 lanzó el Sputnik, ruso para viajero, el primer satélite artificial del mundo y el primer objeto he- cho por el hombre que se colocó en la órbita de la Tierra. El lanzamiento de Sputnik fue una sorpresa poco agradable para la mayoría de los estadounidenses. En Estados Unidos el espacio era visto como la próxima frontera, una extensión lógica de la gran tradición de exploración estadounidense, y para ellos era crucial no perder demasiado terreno ante los soviéticos. Además, esta demostración del poder abrumador del misil R-7, hizo que la recopilación de información de inteligencia sobre las actividades militares soviéticas fuera especialmente urgente.
En 1958, Estados Unidos lanzó su propio satélite, Explorer I, diseñado por el ejército bajo la dirección del científico de cohetes Wernher von Braun. Ese mismo año, el presidente Eisenhower firmó una orden pública que creaba la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA), una agencia federal dedicada a la exploración espacial.
Más tarde, en ese mismo año, el presidente John F. Kennedy hizo la afirmación audaz y pública de que Estados Unidos enviaría un hombre a la luna antes del final de la década. En febrero de 1962, John Glenn se convirtió en el primer estadounidense en orbitar la Tierra, y para fines de ese año, los cimientos del programa de aterrizaje lunar de la NASA, denominado Proyecto Apolo, estaban en su lugar.
Desde 1961 hasta 1964, el presupuesto de la NASA aumentó casi 500 por ciento, y el programa de aterrizaje lunar involucró a unos 34,000 empleados de la NASA y 375,000 empleados de contratistas industriales y universitarios. Apolo sufrió un revés en ene- ro de 1967, cuando tres astronautas murieron luego de que su nave espacial se incendiara durante una simulación de lanzamiento. Mientras tanto, el programa de aterrizaje lunar de la Unión Soviética procedió tentativamente, en parte debido al debate interno sobre su necesidad y la muerte de Sergey Korolyov, ingeniero del programa espacial soviético.
En diciembre de 1968 se realizó el lanzamiento de Apolo 8, la primera misión espacial tripulada para orbitar la luna. Seis meses después, Estados Unidos logró su cometido con Apolo 11. Detrás de Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin, los astronautas que lograron llegar a la superficie de la luna y dar los primeros pasos sobre ella, se encontraba un equipo de 400,000 ingenieros, científicos y técnicos, quienes logra- ron redefinir el camino de la historia de la humanidad.
Al lograr este aterrizaje, Estados Unidos efectivamente “ganó” la carrera espacial que había comenzado con el lanzamiento de Sputnik. Por su par- te, los soviéticos hicieron cuatro intentos fallidos de lanzar una nave de aterrizaje lunar entre 1969 y 1972. De principio a fin, la carrera del espacio cautivó la atención del público estadounidense y los diversos desarrollos de los programas espaciales soviéticos y estadounidenses fueron ampliamente cubiertos por los medios nacionales. Este frenesí de interés fue aún más alentado por el nuevo medio de comunicación, la televisión. Los astronautas llegaron a ser vistos como héroes. A su vez, los soviéticos fueron representados como los villanos principales con sus esfuerzos masivos e implacables para superar a Estados Unidos y demostrar el poder del sistema comunista.
Hoy, 50 años después, los ojos del mundo estarán fijos en Houston, en donde se llevará a cabo una serie de celebraciones para conmemorar este im- portante momento en la historia. El Space Center Houston será el escenario para aclamar la trayectoria del Apolo 11 y su importancia en la historia des- de su despegue el 16 de julio, hasta la conclusión de la misión al regresar a la atmósfera terrestre, 8 días después.
Entre las actividades para el mes de julio, conocido como Space City Month, habrá pláticas con el director de vuelo Gene Kranz, además de tram tours a las instalaciones de la NASA para visitar el recientemente restaurado Apollo Mission Control Room. Una vez ahí, podrás visitar la extensa colección de artefactos del programa espacial Apolo, ver el Módulo de Mando América de la misión Apolo 17, así como el icónico chaleco azul, rojo y plateado usado en esta nave espacial por el director de vuelo. Otras de las actividades disponibles incluyen observar la mayor colección de rocas lunares en exhibición pública, así como admirar una colección de trajes espaciales, incluido el que usó el comandante Pete Conrad durante su caminata lunar en la misión Apolo 12.
Por su parte, el renombrado Museo de Ciencias Naturales de Houston exhibirá The Moon, una exposición que consta de una escultura creada por el artista británico Luke Jerram, que utiliza mapeo de proyección para presentar numerosas imágenes detalladas de la superficie lunar tomadas por la NASA.
Texto por María Zapata
Fotos cortesía de Hola Houston