En el corazón del Caribe, no muy lejos de Jamaica y Cuba, descansa un archipiélago tan acostumbrado a la riqueza como a las excepciones. Sus islas no viven del turismo, su nivel de desarrollo está por encima de la media regional y su cocina no se conforma con arroz y bananos. Cuando se trata de salir de la norma, especialmente la s- cal, las islas Caimán tienen la mejor fama.
La verdadera fortuna del archipiélago, sin embargo, nada tiene que ver con dólares en los que coexisten peces tropicales y monarquías rancias. En este paraíso, de apellido tributario, el mayor tesoro de todos no se esconde en una caja fuerte. Para descubrir las bahías inexploradas, las cuevas custodiadas por higueras y los mundos submarinos de la isla grande de Caimán, los millones salen sobrando.
A primera vista, las Caimán son tres islas más en el montón caribeño. Mar turquesa, arena finísima y calor tropical protagonizan las postales más entrañables del archipiélago. A las bondades geográficas hace falta sumar leyendas de piratas, botellas de ron y tragedias esclavistas. Pero eso, también, es un denominador común en el mar más anhelado de América. Si la realidad caimanesa es particular, el origen es cuestión de peso. Y de dólar. Y de quién sabe cuántas otras monedas.
Estas islas son excepcionales por- que se toman el paraíso en serio. Doblemente en serio. Mientras que los viajeros anhelan las playas de arena blanca, los termómetros benevolentes y las bahías con delirio de alberca, las compañías más avispadas sueñan con los beneficios tributarios, la ausencia de impuestos y las lavadoras incansables de Caimán.
Gracias a una política fiscal demasiado permisiva, la isla grande del archipiélago presume infraestructura de primera, diversidad cultural e índices de seguridad sobresalientes. En suma, los factores que hacen de Grand Cayman una isla verdaderamente rica. Y nadie está hablando de cuentas bancarias, sino de mares tapizados de rayas, festines orgánicos que rebasan fronteras y cielos que no se conforman con cinco estrellas.
Pintar la raya
La relación simbólica de este archipiélago con su fauna es peculiar. De entrada, porque en las Caimán no hay caimanes. Las islas están bautizadas con el nombre de una especie que no conocen. O mejor dicho, que no recuerdan. De acuerdo con fósiles y leyendas, hace mucho tiempo el territorio estuvo habitado por caimanes. Como sea, para las expediciones del Nuevo Mundo el hallazgo omite a los cocodrilos. En sus crónicas, Cristóbal Colón habla de islas llenas de tortugas. Quizás por eso las Caimán han hecho de los caparazones su escudo nacional. Es tal el amor por la tortuga marina que los locales la quieren hasta en la sopa. ¡Literalmente!
¿Y a qué viene mencionar esta confusión reptiliana? Sencillo. El atractivo más popular de las islas Caimán es, para colmo, un banco enorme de rayas. Todos los días, hordas de embarcaciones zarpan de los puertos de Gran Caimán para visitar Stingray City, un banco de arena natural donde el sueño caribeño se acompaña con rayas. Sin necesidad de habilidades de buceo, el rincón más icónico del archipiélago seduce a las visitas con sus aguas poco profundas y sus peces estrella.
El origen de Stingray City está lleno de azares y vísceras. Según las historias locales, el sitio más afamado de Caimán comenzó como un basurero pesquero. Donde ahora coinciden yates, bikinis, GoPros y rayas, alguna vez los botes pesqueros tuvieron la costumbre de tirar las sobras. Esa merma, formada por una mezcla de tripas, acostumbró a las rayas a una dotación de alimento sin esfuerzo.
Hoy, a cambio de un par de calamares, las rayas consentidas de Caimán posan para fotos y reparten besos. Lo hacen todos los días, navidad y año nuevo incluidos. Los viajes, de acuerdo con cada compañía, pueden incluir snorkel en los arrecifes cercanos, recorridos en manglar y tiempo libre en alguna playa. ¡Ah!… y también visitas a un criadero de tortugas donde tienen cautivo al único cocodrilo que se ha visto libre en las islas en muchos años.
Bajo el mar
Las aguas de Caimán resguardan más que rayas habituadas a un bu et gratuito. Caballitos de mar, morenas, barracudas, meros, tortugas marinas, tiburones martillo y peces perico, son solo algunas de las especies que cohabitan alrededor de las islas. En ocasiones, un par de aletas y un visor son suficientes para saludar a los residentes submarinos. Para correr con mejor suerte, sin embargo, lo ideal es armarse con un tanque de oxígeno y dejar la superficie.
Las Caimán no son, en términos de colorido y biodiversidad, las más tentadoras del Caribe. Competir con el arrecife mesoamericano, que comparten México, Belice y Honduras, es pelear una batalla que se tiene perdida. No obstante, la abundancia de rayas y tortugas hacen de este archipiélago un destino de buceo peculiar. Un destino que, si la matemática del lugar no miente, cuenta con más de 350 sitios de inmersión.
De acuerdo con la sabiduría local, los mejores sitios para bucear están en Little Cayman y Brac Cayman. La lógica, bastante sensata, obedece a la idea de huir de las tropas de turistas. En las islas más pequeñas del archipiélago, las probabilidades de encontrar más peces y menos personas son considerablemente altas. Eso sí, el privilegio ermitaño cuesta. Llegar a Little y Brac implica tomar aviones y renunciar a los lujos de la capital. Por suerte, la isla grande también tiene lo suyo. Y es cuestión de jugar con los horarios para evitar encuentros cercanos del tipo humano en neopreno.
El protagonismo bajo el agua, en las aguas de Grand Cayman, es de una colección de naufragios. En condiciones normales, el peor escenario de un barco es terminar corroído en el fondo del mar. En condiciones que permiten a las personas sumergirse media hora a varios metros de profundidad, los parámetros de normalidad pierden sentido y los barcos hundidos importan más que los que están a flote. Por eso, entre los barcos más icónicos de la isla grande está un remolcador que se perdió de vista en la década de 1980, un antiguo buque de la marina estadounidense que fue hundido para formar un arrecife, y una fragata noruega que, por obviar la presencia de un arrecife, se condenó a pasar una eternidad donde la vida es más sabrosa.
Paraíso terrenal
Los encantos terrestres de Caimán, opacados por las postales de agua turquesa, suelen recibir papeles secundarios. Incluso cuando la geografía se pone guapa, son las playas las que roban las miradas. Es sabido por todos que el anhelo caribeño puede prescindir de rocas caprichosas y accidentes topográficos, pero del mar y de la arena jamás. Para el visitante promedio, el vaivén de las olas es suficiente para enamorarse de Grand Cayman. Para los demás, el paraíso sabe mejor cuando se acompaña con manglares discretos y cuevas repletas de animales.
No muy lejos del rincón más popular del archipiélago, Seven Mile Beach, los paisajes menos explorados de Grand Cayman esconden secretos oscuros. Crystal Caves es un sistema de cavernas ubicado en la costa nororiental de la isla. Como todos los lugares en Caimán, las grutas están cerca del mar. Pero eso sí, nada tienen que ver con relajación y bronceado, sino con todo lo contrario. Aquí, un tour preagendado es el único requisito para acceder al inframundo.
Banianos gigantes y caminos custodiados por bichos rastreros son algunas de las sorpresas que se refugian cerca del subsuelo. A cambio de caminar hora y media, el recorrido de tres cuevas sorprende a las visitas con estalactitas centenarias, murciélagos por montones y un lago cavernario que, con el ánimo de Las Vegas y el espíritu de Fantasías Miguel, se ilumina de colores diferentes.
De vuelta en la costa occidental también hay escapatoria al turismo de camastros. Ni siquiera hace falta alejarse demasiado de los hoteles apilados para cambiar las piñas coladas y los colchones flotantes por paseos ciclistas, bosques de palmeras nativas y manglares cubiertos de aves. Sin viajes lejanos ni recorridos grupales, Caimán comparte su otra riqueza. Y lo hace, en días de suerte, con la aparición milagrosa de una que otra iguana azul.
Crisol cultural
Museos serios, galerías propositivas y movimientos contra- culturales no son, en absoluto, los fuertes de Caimán. El archipiélago considera como estandarte patrimonial una casa del siglo XIX colmada de maniquíes, animales disecados y murales playeros que sirven como mera ambientación. Esa es señal suficiente para advertir que, como suele suceder en las islas peque- ñas del Caribe, en Caimán naturaleza mata cultura.
Cuando se trata de historia, el diminuto Museo Nacional y el falso castillo de Pedro Saint James constituyen gran parte de la oferta. Cuando se trata de cocina, por suerte, el cuento es otro. Las Caimán se han autoproclamado como capital culinaria del Caribe. En parte, por su recetario multicultural. Y en parte, porque el anglocentrismo no tiene inconveniente con excluir a Cuba y a Dominicana de la competencia.
Producto de la migración, los menús de Grand Cayman combinan camarones al coco, sopa de tortuga y guiso de caracol marino con platillos de orígenes ridículamente variados. Flatbreads con aceite de trufa, ensaladas con vegetales recién cosechados de un invernadero, ceviches con genuino apego a la tradición peruana y salsa bbq preparada con el único ron artesanal de la isla, conviven todos los días entre cavas presumidas y chefs regados de estrellas.
El hedonismo caimanés contempla, además de las comilonas, una que otra fiesta callejera. Cada tanto, las avenidas principales del pueblo se convierten en desfiles temáticos donde la población se pretende pirata y se olvida de los tabúes homosexuales. Solo entonces, la prohibición de vender alcohol en domingo y las llamadas buenas costumbres ceden protagonismo al goce absoluto. El resto del año, la isla no perdona que el calor humano rebase la temperatura ambiente. Cuando no hay carnaval, el paraíso ha de conformarse con derroches de verdor, agua turquesa y playas bañadas de sol. ¡Qué rico!
GUÍA DE CAIMÁN
CÓMO LLEGAR
El aeropuerto internacional Owen Robins, ubicado en la isla Grand Cayman, es el principal punto de acceso al archipiélago. Cuenta con vuelos directos a Canadá, Centroamérica y Estados Unidos. Desde México, las mejores conexiones se ofrecen con escala en Miami.
DÓNDE DORMIR
Grand Cayman Marriott Beach Resort
Este hotel, un clásico con cinco estrellas, se encuentra a orillas de playa en Seven Mile Beach. Cuenta con 273 habitaciones, alberca exterior, spa, renta de bicicletas y préstamos de cámaras GoPro para los huéspedes.
D. 389 West Bay Road Seven Mile Beach
T. +1 345 949 0088
marriott.com > Grand Cayman
Kimpton Sea re Resort & Spa
Inaugurado en 2016, este hotel de lujo cuenta con dos albercas, bar devoto de la mixología, gimnasio, clases de yoga, spa, equipo de snorkel y 266 habitaciones, todas con balcón propio.
D. 60 Tanager Way, Seven Mile Beach
T. +1 888 226 5512
seafireresortandspa.com
DÓNDE COMER
Cracked Conch and Macabuca
El nombre de este restaurante, ubicado en una terraza a orillas del mar, hace alusión al ingrediente estrella de la cocina caimanesa. Su menú contempla caracol en sopa, en ceviche y al natural, pero también platillos variados como pulpo a la plancha, ravioles trufa- dos, pollo orgánico local y huachinango sellado.
D. 857 North West Point Rd., West Bay
T. +1 345 945 5217
crackedconch.com.ky
Lobster Pot
Con más de treinta años de trayectoria, este restaurante familiar es uno de los clásicos de la escena culinaria local. Lobster Pot cuenta con una terraza que ofrece vistas panorámicas al Caribe. Su menú ofrece sashimi de atún, patas de cangrejo, pastas vegetarianas y más de diez platos con cola de langosta.
D. North Church Street 245, George Town
T. +1 345 949 2736
lobsterpot.ky
The Brasserie
Este restaurante no necesita vistas caribeñas para llamar la atención. En lugar de complacer a los comensales con brisa marina y camarón empanizado,The Brasserie opta por abastecerse de su propio huerto y priorizar la temporalidad de los ingredientes. En consecuencia, el menú cambia todos los días. Algunos de los platillos que ofrece la cocina son tostadas de rabo braseado, grilled cheese con trufa, risotto de espárragos y pez espada asado.
D. 171 Elgin Ave., Cricket Square, George Town
T. +1 345 945 1815
brasseriecayman.com
QUÉ HACER
Cayman Crystal Caves
Este circuito de cuevas, abierto al público en 2016, se encuentra en el norte de la isla. Para visitarlo es necesario reservar con anticipación. El recorrido contempla la visita a tres cuevas y tiempo libre para caminar por los senderos de la selva.
Epic Divers
Esta compañía de buceo se caracteriza por sus aires relajados y conocimiento local. Ofrece recorridos personalizados, renta de equipo y cursos de buceo con licencia PADI.
Texto y fotos por: Marck Gutt
Es vegetariano, procurador apasionado de la buena ortografía y viajero. Aunque sus papás le dijeron de chiquito que no era buena idea, también es conversador con extraños. Cuando sea grande quiere ser políglota y autosustentable, de los que crecen naranjas en su propio huerto, mientras co- labora como fotógrafo y articulista en National Geographic Traveler y Esquire, entre otras.
Instagram: @don.viajes