Yo soy arquitecta, me titulé sabiendo que no me iba a dedicar a hacer arquitectura. Mi tesis fue el diseño de una escenografía, llevo más de diez años diseñando escenografía, iluminación y vestuario para teatro y creo que definitivamente no podría haberlo hecho de no haber estudiado arquitectura. El pensamiento acerca del espacio y su capacidad de ser habitado, es algo que me dio haber estudiado esa carrera. Primero empecé a diseñar escenografía por ser el paso más lógico. Al mismo tiempo, por pura curiosidad, me compré una máquina de coser y empecé a coser bolsas y unos muñecos de tela. Al hacer escenografía descubrí que la tela también es un material de construcción en el teatro y mi relación con lo textil se hizo más estrecha:
Más o menos al mismo tiempo, hace diez años, nació Chocochips, en donde he hecho toda clase de piezas y objetos con dos factores en común: el material principal es la tela y todas son piezas únicas que han formado parte de pequeñas colecciones. He hecho ropa de niños y bebés estampada en serigrafía con ilustraciones mías, muñecos de tela, bolsas, individuales, servilletas y caminos de mesa teñidos con batik, cojines, estuches de lápices, faldas y de un par de años para acá me especialicé en colchitas (quilts) hechas de pedacitos de tela que me divierte mucho hacer. A la gente le gustan y cumplen con el espíritu de la marca que es hacer siempre piezas únicas, ya que repetir una colcha con cientos de cuadritos de tela es casi imposible.
En Chocochips he podido diseñar y probar cosas que después pasan al escenario y al revés. Han sido dos carreras que han corrido paralelas y que se han alimentado una a la otra. Cursé un diplomado en la Universidad Iberoamericana de Arte y Experimentación Textil, y después todo tipo de talleres: serigrafía, encuadernación, caligrafía y múltiples tutoriales y cursos online. He tenido la beca de Jóvenes Creadores del FONCA en dos ocasiones, en 2011 participé en la VI Bienal Internacional de Arte Textil Contemporáneo en Jalapa y recientemente expuse en el pabellón mexicano en la Cuadrienal de Praga.
A Chocochips le espera, y viene en camino, un paso nuevo en su vida: abriremos un taller más grande, y muy bonito, en el que también queremos dar clases de costura, desde aprender a usar la máquina, hasta hacer una colchita, un abrigo, una maleta o un pastel de fieltro, y que de esa forma el espacio y el equipo siempre estén trabajando e inspirando a más personas.
¿Cómo percibes la escena de diseño en México, qué consideras un obstáculo y qué un detonador?
Creo que de unos años para acá es una escena en constante crecimiento. Me gusta el rumbo que ha estado tomando y cómo parece irse adaptando, mutando y, justamente, transformando los obstáculos en detonadores, por ejemplo, un obstáculo podría ser la venta y distribución del diseño, lo que a todos nos da flojera: ir a una tienda, tratar de dejar tus cosas a consignación y que se queden con un porcentaje tan alto que tus cosas se vuelvan incomprables y se queden empolvándose ahí, a partir de ese obstáculo han surgido muchas formas alternativas de vender y comprar diseño y ese es un detonador. Un obstáculo puede ser que la gente no está acostumbrada a comprar por Internet.
¿Puedes mencionarnos algunos de tus diseñadores favoritos y qué te gusta de ellos?
Soy muy muy fan de Charles y Ray Eames, no sólo de sus diseños (todos), sino también de su concepción del mundo y de la vida en familia en relación con el diseño, su casa es de mis lugares favoritos. Me encantan los diseñadores de moda Eley Kishimoto, me gustan sus estampados. Todo lo de Marimekko me gusta por ese contraste entre los colores, la limpieza y lo grueso de sus líneas. Si pienso en estos tres equipos de diseñadores, creo que hay, por lo pronto, una paleta y un uso de colores en común. Me gustan Aitor Throup, Alexander McQueen y Viktor & Rolf porque hay en sus diseños una cosa teatral, medio fantástica o como sacada de una realidad extraña, y por su impecable manufactura. Me gustan los muebles de Héctor Esrawe y Clara Porset.
Algún destino en el mundo para ver diseño (ciudad y recinto).
Definitivamente Japón, en todos lados: en la calle, restaurantes, baños, hoteles, tiendas, museos. ¡Todo!
Edificio o espacio favorito.
La casa Schroeder de G. Rietveld y la Ciudad Universitaria
Película favorita.
Todas las de Wes Anderson, pero especialmente The Life Aquatic
Platillo favorito.
Me debato entre chiles en nogada y pasta al pomodoro con muuucho parmesano.
Platícanos sobre el objeto que escogiste.
Es un costurero que tengo hace muchísimos años, incluso antes de que me dedicara a la costura. Era de unas tías tatarabuelas y no sé cómo, pero llegó a mis manos. Es muy extraño, no sólo por su procedencia, ya que estas tías, al parecer, mantenían una relación simbiótica de tal forma que nadie recuerda quién era quién, sino que siempre eran “las tías” (también tengo unas tacitas de té divinas en las que al parecer tomaban cada quien un par de mililitros). Cuando abres el costurero, tiene una tapita de madera, que cuando la retiras aparece una especie de bandejita con divisiones, y si quitas esa bandejita, debajo hay unos pequeños cajones de madera con sus jaladeritas. Hasta ahí todo va normal, el contenido de la bandejita es el mismo que traía cuando llegó a mis manos, y consiste en algunas madejas de hilo, varios caracoles de mar de la misma forma como alargadita, piezas chiquitas como de marfil torneado que nunca he entendido para qué son, un soldadito descabezado y sin brazos, y lo más extraño: una réplica de él mismo, pero en miniatura, exactamente el mismo costurero, incluso con la mentada bandejita, pero como diez veces más chiquito.