Ubicado en el corazón de la colonia Roma Norte se encuentra el despacho Vertebral, donde Elías y Teddy desarrollan sus ideas y las llevan a la realidad. Atraídos por la naturaleza, construyen y crean espacios en los que convergen el interior con el exterior, marcando una tendencia en México y el mundo con sus proyectos.
Desde 2016, trabajan con materiales que encuentran en cada lugar donde desarrollan un proyecto, y dejan que estos funcionen de acuerdo a la naturaleza y el clima para obtener el resultado final. Cuidan cada detalle en todas sus creaciones.
Han recibido premios nacionales e internacionales, el último por un proyecto que realizaron durante la pandemia: un espacio que resuelve una problemática social urgente. Se trata de un huerto urbano en los suburbios de la Ciudad de México, donde niños de kínder tienen acceso a jardines y a una educación más versátil, al aire libre y sin perder clases.
¿Qué es Vertebral?
Empezó como todo. Un sueño en común de hacer buena arquitectura. Vertebral es un taller como muchos otros, pero tenemos un interés, una fijación extensa de la búsqueda de los espacios verdes, naturales, en un contexto urbano y siempre en la búsqueda de cómo podemos generar patios, jardines, espacios exteriores en el interior. Como uno de nuestros primeros proyectos llamado Casa Erasto, en el cual nos planteamos el objetivo de reinsertar el campo en la ciudad.
Es un taller de arquitectura que reflexiona cómo deben de ser las ciudades del futuro, el lujo, y la casa del siglo XXI. Cómo debemos de regresar a lo que realmente importa, que son los espacios ventilados, iluminados, que de alguna manera respondan a su contexto y hacia lo que es el buen vivir, que para nosotros es estar arraigados a la vida real y convivir con la naturaleza.
¿Cómo definen su estilo?
Es peligroso hablar de estilos, porque se pueden confundir con modismos. Lo que nosotros buscamos es usar siempre materiales que con el tiempo luzcan mejor, que sean materiales que envejezcan bien. Yo diría que buscamos generar espacios cómodos y agradables, abiertos, naturales, ajardinados, y si cabe, entonces eso podría clasificarse como un estilo.
El taller procura regresar al trabajo artesanal que se ha perdido, ya que mucha de la arquitectura se está haciendo con objetos prefabricados o prediseñados. Definitivamente buscamos regresar al diseño de todos los detalles en los proyectos. Y eso nos lleva obviamente a un proceso artesanal porque no podemos conseguir todas las cosas que diseñamos ya hechas.
¿Hay algún material que los caracterice a la hora de construir sus proyectos?
No estamos casados con ninguno. Tratamos de analizar qué materiales representan el sitio y las necesidades específicas. Creo que sí, nuestros proyectos tienen algunos materiales como común denominador: concreto, madera, acero, entre otros. Buscamos la mejor solución dependiendo del contexto y circunstancia: si es un lugar donde hay mucha piedra, veremos la manera de trabajar con ese material. La arquitectura permite una selección de materiales ilimitada.
¿Tienen alguna obra o diseño que prefieran?
Siempre nos es difícil hablar de eso. Cuando estamos en un proyecto, ese es el favorito. Creo que eso es algo que también caracteriza a nuestro taller, es un trabajo que se deriva de una pasión más que de una búsqueda de negocio. Cada proyecto que hacemos es porque en ese momento nos apasiona, nos vuelve locos.
Puede ir desde los proyectos más comerciales, como un edificio de 10 pisos en avenida Chapultepec en el que estamos trabajando actualmente, que nos emociona muchísimo, al igual que una casa en Costa Rica en forma de boomerang, donde todo es muy artesanal, cada viga de madera tiene una posición diferente y ahí hay la misma cantidad de dibujos y detalles que para un edificio de 10 pisos. Entonces, lo que nos enamora de un proyecto o lo que nos apasiona en otro, siempre va a ser diferente, pero con la misma emoción.
¿Son igual de libres en todos los proyectos?
Definitivamente no. La libertad creativa es muy diferente en cada proyecto. En algunos todo es posible y en otros existen limitantes que finalmente son parte del proceso creativo. Ellas son lo que le va dando forma al proyecto. No creo que necesariamente sea algo que afecte negativamente, sino que son condicionantes. Depende del cliente y de las circunstancias. La libertad está en ejercer la creatividad.
¿Cómo ven el panorama arquitectónico en México?
México es un país donde la competencia de la buena arquitectura es enorme. Para nosotros es el país con mejor arquitectura del mundo porque hay muchos muy buenos. En otros países hay uno o dos súper arquitectos. Aquí hay muchos. Para nosotros es un orgullo trabajar en México y, más que competir con todos ellos, son gente que respetamos. Nosotros hemos logrado diferenciarnos de otras oficinas muy buenas en el país por esta búsqueda incansable del detalle, de la artesanía, de los espacios abiertos que se ha vuelto un modismo; es como poner plantas en la fachada, por mencionar un ejemplo.
No estamos persiguiendo ser un ícono de la arquitectura, no tratamos de que nuestros edificios sean de esos que vas por la calle y dices: es de Vertebral. Buscamos que todos tengan un común denominador: que sean congruentes con nuestra filosofía de lo que es la arquitectura.
¿Cómo les gustaría ser reconocidos?
Creo que debe venir de una trayectoria de hacer buenos espacios.
No necesariamente espacios para decir: “¡Wow, qué único, qué locura!”. No buscamos ese tipo de apantalle, sino más bien resolver cada proyecto con un proceso que nos lleve a encontrar la mejor solución para cada espacio.
De repente es lindo darte cuenta de que un capricho se convierte en la solución más práctica. Y ahí es cuando hay espacio para hacer una “locura” o un gran volado, como en Casa Erasto, donde hicimos un espacio sin una sola columna, que nace de un capricho fundamentado. Se hace con la intención de mejorar el espacio y de proponer nuestra casa rodeada de jardín, en una conexión muy extensa con el bosque. Entonces, los caprichos en la arquitectura son momentos en los que te das la licencia para hacer algo por el bien del espacio.
¿Cuál es el futuro de Vertebral?
Nos interesa tener un despacho de un tamaño manejable, en el que siempre podamos estar involucrados en los proyectos. Nuestras aspiraciones son tener proyectos que disfrutemos y que queramos hacer. Pero finalmente tendremos un límite, porque solo hay cierta cantidad que podamos ver al mismo tiempo.
Todavía tenemos espacio para crecer. Estamos haciendo una casa en Valle, una en Costa Rica, hemos estado concursando en proyectos más grandes, como una mezquita en Londres. Tuvimos un buen resultado con el Centro Cultural de Chapultepec, donde obtuvimos una mención honorífica.
El siguiente paso de Vertebral es la arquitectura pública y de una escala un poco mayor. Es algo que nos interesa ver en nuestro futuro y estamos empezando a tener proyectos a nivel internacional, que eso también se ha vuelto interesante. Estamos viendo uno posiblemente en Berlín.
Pensamos convertirnos en un despacho que no está únicamente establecido en México, sino con un brazo aquí y otro allá, lo que cambia las reglas del juego. Y a nosotros nos interesan siempre los retos distintos, con clientes diversos. Y en cada proyecto hay que conocer y entender al cliente, y si tu cliente es DJ, entonces aprendes de música electrónica. Creo que eso es lo padre de la arquitectura, que te hace acercarte a un mundo nuevo. En ese proceso de conocer a los clientes empiezan a surgir algunas pautas que después se incorporan al proyecto. Es importante como arquitecto escuchar, guiar y proponer. Y muchas veces en- tender lo que quieren sin que te lo digan.
¿Ustedes desayunan, comen y cenan arquitectura?
Sí, es un estilo de vida. Todo el tiempo estamos pensando en esto, y casi siempre con esta manera de ver las cosas. Cuan- do tienes un proyecto encaminado, si realmente te apasiona, todo el tiempo está en tu mente. Cuando estás fuera de la oficina, estás dándole vueltas y observando el mundo alrededor de ti para sacar ideas diferentes. ¡Es un modo de vida!
Texto y retratos Kalach y Nanes por: Mariana Manina