En un rincón remoto del archipiélago indonesio, donde la naturaleza sigue imponiendo sus reglas con una belleza cruda y envolvente, se encuentra la Isla de Komodo. Integrada en el Parque Nacional de Komodo, una reserva protegida y reconocida por la UNESCO, esta isla ha dejado de ser un secreto bien guardado entre buceadores y exploradores para convertirse en un destino obligado para quienes buscan experiencias que rompan con lo convencional.

Su mayor emblema es una criatura ancestral que no se encuentra en ningún otro lugar del planeta, el imponente dragón de Komodo. Ver caminar libremente a estas criaturas de hasta tres metros de largo y más de 70 kilos es una experiencia que se queda grabada en la memoria.

Pero reducir la Isla de Komodo solo a su fauna más famosa sería quedarse en la superficie. Este destino ofrece paisajes tan dramáticos como diversos: colinas áridas que contrastan con playas solitarias, aguas cristalinas que esconden jardines de coral y puestas de sol que tiñen el cielo de tonos dorados imposibles de replicar en ningún filtro.

Las aguas que rodean Komodo son un verdadero paraíso submarino. El snorkel y el buceo aquí revelan una biodiversidad marina que rivaliza con los mejores spots del mundo: peces de colores, mantarrayas, tiburones de arrecife e incluso delfines se dejan ver con frecuencia en un entorno casi intacto.

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