Caminando por la vida voy, a la muerte la respeto y le doy una ofrenda cada año con frutas, flores y ron. – Rossana Cortes
La calavera es quizá el símbolo del culto a la muerte más reconocido y extendido por el mundo. Convertida en uno de sus emblemas nacionales, la imagen de la calaca mexicana refleja los colores, las tradiciones y el humor del país. El culto a los difuntos existe en México desde hace más de tres mil años, cuando en las culturas prehispánicas se veneraban los huesos de los antepasados y se consideraba a los cráneos fuentes de comunicación con el otro mundo, pues la creencia indicaba que era ahí donde residía el alma de la persona. El culto a la muerte se vio aletargado tras la imposición de la religión católica, hasta que en el siglo XX el mito comenzó a extenderse de nuevo. El caricaturista José Guadalupe Posada y el muralista Diego Rivera fueron los primeros exponentes de esta figura como una sátira de la situación del país, de las clases privilegiadas y, por supuesto, de la muerte.
Desde entonces, la huesuda se ha convertido en la protagonista del Día de Muertos, y durante octubre y noviembre, su imagen decora todos los panteones, altares, casas y rincones del país. Artistas nacionales e internacionales han reinterpretado la calavera y adaptado su figura esquelética para rendir tributo o desafiar a la parca. Sumado al festejo, Jose Cuervo Tradicional presentó dos botellas decoradas con un diseño contemporáneo de la calavera acompañada de hojas de agave para unir al culto a la muerte otra tradición mexicana, el tequila. Noviembre es otoño, es tradición, es ironía, es recuerdo, es fiesta y es calavera; es un recordatorio de que en México la tememos, pero también nos reímos de la muerte y la esperamos celebrando con un caballito de tequila de compañía.
#CalaveraEsTradicional