Texto por: Mercedes Migoya @mercedesmigoya
Ilustración por: Paulina Torres
El pasado 21 de mayo, Irán celebró una importante elección presidencial: la primera desde que Teherán decidió acercarse a Estados Unidos y firmar el acuerdo nuclear de 2015. El actual presidente, Hasán Rouhaní, ganó la reelección con 57 % de los votos, dejando atrás al representante de los iraníes conservadores, el clérigo Ebrahim Raisi, quien obtuvo el 39 %.
Rouhaní estuvo en riesgo de perder la elección, ya que sus políticas han disgustado a algunos ciudadanos, principalmente porque firmó el acuerdo nuclear prometiendo que mayor apertura traería una mejora económica. Sin embargo, a dos años de la firma, las promesas no han tenido resultados notables. Según el Banco Mundial, el desempleo en Irán se encuentra en 11.3 %, aumentando desde 2013, cuando Rouhaní inició su primer mandato y se encontraba en 10.4 %.1
Con el resultado de la elección de mayo, los votantes han dado a Rouhaní una nueva oportunidad para cambiar el destino de Irán y demostrar si la apertura es la mejor opción. Sin embargo, esta oportunidad llega en un momento complicado ya que Donald Trump ha aumentado las sanciones a Teherán por seguir desarrollando su programa nuclear. Ante las sanciones, Rouhaní anunció que Irán seguirá desarrollando su programa de misiles balísticos, poniendo en riesgo la relación con Estados Unidos.
La situación tampoco será fácil para el presidente al interior del país, ya que, a pesar de que él es jefe del ejecutivo, la política en Irán es dominada por dos figuras: el Consejo de Expertos y un líder supremo conocido como ayatolá. El líder supremo es electo por los 86 clérigos que conforman el Consejo de Expertos y es él quien tiene la última palabra en algunos temas importantes del Estado.
Desde 2014, Irán ha vivido un ambiente de tensión ante la posibilidad de que el actual ayatolá muera. El líder supremo, Alí Jamenei, fue internado ese año para una operación y desde entonces los rumores de que está gravemente enfermo continúan. Según analistas, si Rouhaní soluciona los problemas económicos del país, podría convertirse en el siguiente ayatolá.2 De hecho, en 1989, cuando murió el ayatolá Jomeini, líder de la revolución iraní, Jamenei era presidente y logró contar con apoyo suficiente para colocarse en el puesto del difunto líder supremo.
Rouhaní prometió al pueblo iraní un cambio, y sus políticas para esta campaña fueron progresistas. Enfatizó en dar prioridad al cumplimiento de derechos y en aumentar libertades. Dijo que revisaría los abusos del poder judicial y la participación de la Guardia Revolucionaria Iraní, que fue creada para defender el sistema islámico del país, en la política. Por último, prometió seguir construyendo puentes al exterior. Por eso y más, Rouhaní superó a Raisi. En los próximos cuatro años veremos si cumple.
Fuentes
https://www.theguardian.com/world/2017/may/16/iran-presidential-elections-everythingyou-need-to-know
https://www.iranpoll.com/election-2017/
https://www.stratfor.com/article/eve-electioniran-looks-ahead