El número de presos en Holanda ha disminuido drásticamente en los últimos años. En el 2016, había 57 por cada 100 000 habitantes, mientras que, por ejemplo, en Estados Unidos, hay 715 por cada 100 000 habitantes.
Todo empezó en el 2013 cuando 19 cárceles tuvieron que cerrar a falta de presos. A partir de ese momento, comenzó a considerarse que los penales eran un gasto innecesario para el país y se tomó la resolución de cerrarlos y darles un uso benéfico para la sociedad. Así, Bijlmerbajes (ahora Lola Lik) en Ámsterdam fue convertida en oficinas para emprendedores y startups, mientras que Wenckebachweg ahora es utilizada como alojamiento para los refugiados que han llegado a Holanda en los últimos meses.
La disminución significativa del número de presos en este país se debe a varias razones; por ejemplo, a su sistema de rehabilitación, el cual se enfoca en darle al reo un trato mucho más humano con el fin de que pueda reintegrarse a la sociedad, o a que utilizan alternativas a la prisión como el servicio comunitario o las multas.