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Londres, the ultimate guide

Decidimos empezar nuestra ruta gastronómica en Londres almorzando en el Bulgari Lounge, un espacio cómodo y privado con el sello de Antonio Citterio. Nos enfrentamos a un menú delicado y sabroso con una carta variada y bien elegida que hace las delicias de nuestro paladar. No olvides acabar con un tiramisú; es de los mejores que hemos probado.

Después no nos pudimos resistir al Platinum Jubilee Afternoon Tea que se sirve en el Oscar Wilde Lounge del mítico Royal Café Hotel. Los dorados se multiplican ad infinitum en multitud de espejos, y las cariátides sostienen jarrones esplendorosos para el disfrute de los comensales. Es como volver a otra época con el piano de fondo amenizando e hipnotizando los sentidos. El té más glamuroso que puedas disfrutar en Londres.

Tampoco quisimos perdernos el Bar de Près, que, junto a New Bond Street, sirve de parada para los compradores de las exclusivas tiendas de las que está rodeado. Abrió hace un año de la mano de su chef Cyril Lignac, pero París ha sido su escenario natural hasta ahora. Sus cocteles son realmente atrevidos; sirva como ejemplo el Martini con wasabi, y su original menú te transporta a esa excelencia parisina con productos reinventados presentados en forma de cocina japonesa. En definitiva, una fusión de sabores que, sabiamente combinados, se derriten en la boca haciéndote tocar el cielo.

Otro restaurante que no queríamos dejar de probar fuera de España es BiBo, del grupo Dani García, que conserva la esencia con la que el malagueño empezó, mostrando a un público internacional paellas de factura castiza con alegrías para el paladar que te hacen olvidar que estás en la capital británica. Una carta muy andaluza transporta nuestros sentidos al sentir español a través del universo de las tapas, que deja el listón muy alto representando con soltura y autenticidad nuestra gastronomía. Croquetas de jamón, gambas al ajillo, tortilla… bueno, una locura.

Para cerrar nuestro recorrido culinario en Londres, tomamos asiento en el 3 estrellas Michelin, Hélène Darroze, en el hotel Connaught justo en el corazón de Mayfair. Remodelado por Pierre Yovanovitch, nada más entrar, la clásica elegancia británica revisitada nos recibe con brazos abiertos a todo un recorrido culinario. Un ejército de camareros revolotea con discreción y diligencia en torno a una selecta clientela, haciendo que cualquier requerimiento o necesidad sea atendida al momento con sutileza. El desfile de sabores comienza con un consomé para limpiar el paladar y prepararlo para lo que está por venir.

Bacarrat hace su aparición en forma de vasos, junto con murano, y la cubertería de plata inglesa punzonada tintinea en platos de Hermes y cerámica japonesa. Inmediatamente después, nos llegan en cascada sabores dispersos de materias primas diferentes, pero tan bien armonizados que sentimos una sinfonía imparable y constante en nuestros paladares. El maridaje no puede ser más acertado, porque logra ensanchar esos sabores que nos sorprenden y hacerlos inolvidables. El caviar y la carne de wayu son de otro planeta, y los quesos del país Vasco francés nos preparan con empaste para el dulce final. Y el último acto se hace presente en forma de baba, chocolates y melocotón con aceite de oliva y mazapán. Salimos de aquí flotando, a pesar de lo que hemos comido, porque una vivencia tan rica y exuberante se debe tener al menos una vez en la vida.

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