Playas doradas, imponentes mansiones, estudios cinematográficos y un conjunto de arte y música, hacen de L. A. la capital creativa del mundo y el paraíso ideal para perseguir tus sueños.
Hace más de cinco años que me he convertido en un viajero frecuente de esta metrópolis siempre en constante evolución, creando tendencias día con día. Esta ciudad me encanta por su diversidad cultural y su soleada línea costera que te lleva por todo California.
Desde que aterrizas en LAX, Los Angeles International Airport, te das cuenta del constante caos en el que se vive. Salir del aeropuerto puede ser una pesadilla para cualquier viajero deseoso de disfrutar con urgencia del delicioso clima. Luego de una hora de tráfico, soportando el sofocante calor y recorriendo las freeways – donde te das cuenta de que el auto es una necesidad– llegué a casa de mi hermano Salvador, en Los Feliz, uno de los pocos barrios caminables que tiene una vibra creativa, ecléctica y relajada en comparación con el resto de la ciudad.
Después de un baño para refrescarme, una Sam Adams Summer Ale y la tradicional plática de update de nuestras vidas, nos encaminamos para encontrarnos con mi otro hermano, Aldo, en Fígaro, un bistró francés dentro del área que prepara unos martinis de impacto y que ofrece un atractivo menú de happy hour de 4 a 7 pm, todos los días. Martini tras martini y uno que otro escargot a la mantequilla de perejil, fue atardeciendo.
Los Ángeles tiene una vida nocturna muy interesante en la cual puedes encontrar todo lo que estés buscando, desde bares tranquilos para una plática casual, hasta high-end clubs en los que fácilmente puedes tener un encuentro cercano con todo tipo de celebridades disfrutando de una noche de copas. Así que, entrada la noche, fuimos al Dresden, un bar clásico entre los locales donde se presentan Marty & Elayne, un par de veteranos del jazz que llevan más de dos décadas interpretando hits de Frank Sinatra, los Bee Gees y Tom Jones, entre otros.
Al día siguiente, me levanté muy temprano para hacer un poco de hiking por los senderos de Griffith Park, uno de los parques urbanos más grandes de Estados Unidos que ofrece espectaculares vistas de la ciudad desde su observatorio, el cual se encuentra en lo más alto de sus montañas. Llegar hasta el Hollywood Sign toma aproximadamente 2 horas a través del parque, pero vale la pena ya que, una vez que te encuentras ahí, estarás admirando la ciudad de las estrellas desde uno de los símbolos más icónicos del mundo. En las colinas del parque se encuentra el Trails Café, un lugar perfecto para recargar tus pilas con un avocado toast y un espresso.
Ir a L.A. y no visitar sus playas es como no haber ido, así que tras mi hiking mañanero, fui con mis hermanos a disfrutar del sol en Venice Beach. Estar en Venice es como adentrarte a un disco de los Beach Boys. Aquí puedes admirar la cultura y el estilo de la vida californiana en su máxima expresión: tablas de surf, combis de los 70, autos convertibles y chicas rubias, nos confirman porqué es uno de los barrios preferidos de los angelinos. Sus calles emiten un ligero olor a marihuana que se mezcla a la perfección con sus coffee shops y la brisa del mar.
Abbot Kinney es la calle más hip de toda la costa oeste, con tiendas boutique y restaurantes con terrazas que te dejan admirar a los cientos de turistas que se pasean de un lado a otro. No tan lejos de esta híper-estilizada calle en la zona de Washington Blvd., se encuentra Hinano, un dive-bar que prepara unas hamburguesas caseras exquisitas que hacen que cualquier gourmand se chupe los dedos. Uno de sus clientes frecuentes solía ser el mismísimo Jim Morrison de The Doors. Altamente recomendable.
A un par de kilómetros, que puedes recorrer tranquilamente en una long-board por la playa, se encuentra Santa Monica y su Pier, uno de los sitios más fotografiados de la ciudad y que contrasta en todos los sentidos con Venice. Este barrio es sede de varias casas productoras, estudios cinematográficos y alberga una parte de la elite californiana.
Tras disfrutar todo el día admirando la belleza del océano Pacífico, decidimos encaminar nuestra ruta hacia el downtown, que últimamente está volviendo a convertirse en una de las zonas más trendy de la ciudad. El Art District cuenta con galerías independientes de artistas locales que se mezclan con la producción de cerveza artesanal y streetfood, combinando tres de los ingredientes esenciales de L.A.
En busca de un roof top, nos dirigimos al Ace Hotel, donde antes de entrar admiré la obra de Banksy que se encuentra en un estacionamiento público frente al hotel. La terraza del Ace es perfecta para relajarte mientras te tomas algún cocktail de autor o una house beer, la cerveza artesanal creada por ellos.
The Last Book Store es un must. Estanterías con libros volando, un túnel que parece la entrada a algún cuento de Guillermo del Toro y su cuarto dedicado al Sci-Fi hacen de esta singular tienda de libros un portal a otro universo.
Con ganas de experimentar un poco del deporte americano, decidimos tomar la freeway para ir a ver un juego de béisbol, uno de los deportes favoritos de los locales y una experiencia única. Disfrutar del clásico hotdog y de una cerveza mientras ves unos swings en el Dodger Stadium, es la forma perfecta para empezar la noche de cualquier sábado en L.A.
Seguramente, lo primero que se te viene a la mente cuando piensas en Hollywood son artistas caminando por Rodeo Street, mansiones de lujo, boutiques exclusivas con lo último en moda, todo rodeado de palmeras y playas doradas. Y, efectivamente, en Beverly Hills esto es una realidad. Esta zona es hogar de la mayoría de las personas más famosas de los Estados Unidos, y del exclusivo hotel Beverly Hills que ha recibido a un sin fin de celebridades y empresarios de todo el mundo. La visita no estaría completa sin caminar por Hollywood Boulevard para observar cómo se entretienen los turistas buscando la estrella de su artista favorito y tomándose fotos con sus superhéroes preferidos.
Más allá de las estrellas que la habitan, L.A. se caracteriza por compartir con el mundo un estilo de vida que hace vibrar a todo aquel que la visita. Sus barrios son una fiesta multicultural que celebra la libertad de vivir la vida siendo quien eres. Las puertas de Los Ángeles están siempre abiertas a todos aquellos como yo, apasionados de la vida, invitándonos a perseguir sueños y recordándonos que cualquier cosa es posible.
Texto por Andreé Chacón
Fotos por Aldo Chacón