¿Qué tendrían en común el Boko Haram, el premio Nobel de la Paz 2014 y la Revolución de los Paraguas en Hong Kong, sino los estudiantes?
El movimiento del 68, la Primavera de Praga, la caída del Muro de Berlín, la Primavera Árabe… todos tuvieron jóvenes con ideales de un mundo mejor y este 2014 no sería la excepción. El año estuvo marcado por muchos eventos, pero tres tuvieron a los mismos protagonistas: los estudiantes.
Boko Haram, grupo nigeriano terrorista yihadista que inicialmente se concentró en prohibir la educación de Occidente, obtiene su nombre de la lengua hausa que quiere decir la “educación occidental es pecado”. El mundo se enteró de su existencia cuando en abril de 2014 secuestraron de su escuela a más de doscientas niñas. Las redes sociales se llenaron con el lema “bring back our girls”. Personalidades, desde Michelle Obama hasta Salma Hayek, cargaban letreros con la consigna, a la que nunca se le escuchó. Para los grupos extremistas de cualquier religión o credo es un peligro que las niñas se eduquen y este no sería la excepción.
Otra que alzó la voz fue la que hoy es premio Nobel de la Paz 2014, Malala Yousafzai, una joven paquistaní de 17 años quien fue blanco del talibán para evitar que siguiera hablando en pro de la educación de las niñas. Ella, a su vez, comparte el premio con Kailash Satyarthi, un indio que apoya los derechos de los niños en su país y defiende que se le dé educación a los más desprotegidos. Y es que no es cuestión ni de etnias, ni de credos, ni de géneros; es una cuestión de derechos, del derecho a la educación que ilumina al que la posee, como lo dirían los franceses en el siglo XVIII.
Esa educación que ayuda a ver más allá, que mueve conciencias y que mueve a estudiantes que reclaman una vida mejor con derecho a decidir sobre su futuro, el derecho a una democracia efectiva, como lo están haciendo cientos de miles de estudiantes en Hong Kong, en la denominada Revolución de los Paraguas. Quieren el derecho a poder elegir libremente a sus autoridades, sin candidatos palomeados por Pekín, quieren esa libre competencia que China le prometió a Inglaterra en 1997, cuando el Reino Unido le devolvió la posesión de la colonia.
2017 será el año en el que Hong Kong decida quién lo va a gobernar y desde ahora los estudiantes reclaman el derecho a una democracia efectiva y no una ficticia, una libre competencia. Nunca se habían visto las calles del distrito financiero de Hong Kong tan repletas de estudiantes manifestándose como en octubre de 2014.
Las aulas mueven conciencias y es por eso que se vuelven un peligro para quienes quieren ejercer el poder arbitrariamente. El conocimiento ilumina el pensamiento y prepara el debate. Una sociedad sin estudiantes es una sociedad sin retos ni opiniones, es una sociedad apagada.