Un proyecto respaldado por 11 años de investigación se resume en Casa PI, la primera en el mundo construida totalmente de aluminio. Esta creación del mexicano Miguel Ángel Aragonés y su despacho surge de la obsesión por componer un mínimo espacio habitable sin comprometer ni la estética ni la calidad de vida, empleando un sistema de construcción híper eficiente –patentado en Suiza– que incorpora la mejor tecnología disponible y a menor costo.
Condensar comodidad, eficiencia en el diseño, instalaciones, materiales y servicios de primera en el menor número de metros cuadrados, era el sueño de Aragonés. Su primer gran ensayo fue Mar Adentro, en Los Cabos, pero continuó perfeccionando la técnica hasta culminar con la creación de la casa, en Bosques de las Lomas, que lleva el nombre de su programa arquitectónico: Prefabricado Inteligente (PI).
¿Cómo concebiste el prefabricado inteligente?
La aspiración de casi cualquier arquitecto, creador, artista, músico es: ¿Cómo hago eficiente mi trabajo? Y ¿cómo permito que su reproducción sea amigable, fácil y eficiente? A partir de esto empezamos a trabajar en un módulo que tuviera la capacidad de ensamblarse. Primero, como un programa arquitectónico más, un trabajo completamente intelectual. De eso se derivaba una construcción fácil: diseñar módulos. La pregunta era cómo lograr, en el menor número de metros cuadrados, llevar una vida lo más holgada posible. Se hace necesario pulir los elementos que componen el departamento, que estén perfectamente diseñados y estructurados para que no solamente sean cómodos, sino eficientes y, sobre todo, lograr la sensación de un espacio amplio.
Son como módulos para armar.
En este módulo de 8×8 nos dimos cuenta de que, subdividido, te daban dos cuartos de hotel o, ampliado, te daba un departamento con dos o tres recámaras. Su versatilidad nos ayudaba a solventar el problema arquitectónico, según qué tan completo lo requieres. Bajo ese criterio hicimos Mar Adentro, en Los Cabos, que contenía una serie de mecanismos en los que, en un mismo muro, se concentran todas las instalaciones con la capacidad de mutar a lo que en el momento la zona requiriera o el mercado demande.
El siguiente punto es, ¿cómo lo hacemos reproducible y fácil de construir? Los Cabos es una entidad difícil de construir y de trabajar, por diferentes razones, entre ellas, la dificultad para conseguir materiales y mano de obra calificada. Fue entonces que decidimos prefabricar. Después de mucho buscar, encontramos en Italia este aliado de fabricación que entendió a la perfección de lo que estábamos hablando. Iniciamos un discurso constructivo de lo más armónico para pulir los mecanismos que ellos tienen en sus módulos. Diseñamos maquetas, uno a uno, y perfeccionamos el método para lograr un módulo maestro; ellos lo fabrican, lo envían al sitio y nosotros ensamblamos.
Construir un espacio interno de esa calidad, que generalmente nos tomaba de cuatro a seis meses, nos llevó de tres a cinco días montarlo con la calidad deseada y sin sorpresas en el proceso. Ahí te das cuenta de que la prefabricación no es un lujo ni un gusto, sino una necesidad enorme.
¿Cómo diste con el material ideal para tus módulos?
Buscaba exponenciar las virtudes del aluminio en un proceso constructivo tradicional. Hace tiempo había trabajado en un módulo de aluminio y tenía la inquietud de estructurar un mecanismo a base de perfiles que se ensamblan y que permitiera fabricarse con pocas herramientas, de la manera más amigable posible, siendo, además de la estructura, la piel exterior de la casa. A eso había que adosarle una serie de mecanismos necesarios para hacerla eficiente, térmica y acústica.
El proyecto de Los Cabos era un intento de tributo al mar, en donde el mar que está en el horizonte, en un segundo plano, lo traemos a un primer plano en unas gigantescas planchas de agua y lo edificamos.
Esos cubos de concreto recibirían toda esta prefabricación, pero era un programa con un sentido geométrico y una pureza insólitas para el destino: era arte abstracto, muy contundente, muy sólido y muy radical en su limpieza.
Al terminarlo y venderlo, en el despacho nos dimos a la tarea de estudiar ese perfilado y la posibilidad de construir el 100% de la casa con toda esta serie de mecanismos que estaban incipientemente diseñados, pero que necesitaban un rigor y una investigación mucho más profunda para ejecutarse. Fue un proceso de tres años y medio para pulir ese mecanismo y hacerlo ejecutable. Finalmente lo construimos. Nos dimos cuenta de que el aluminio tiene una mayor perfección de la que hubiéramos pensado.
¿Cómo adaptaste esos hallazgos a Casa PI?
Es como una locura funcional. Fue un salto al abismo. No sabíamos lo que íbamos a encontrar ni a lo que nos enfrentábamos y además no teníamos un proyecto específico, era más bien teórico y un anhelo, costaba mucho dinero y a lo mejor no prosperaba. Es la primera casa de aluminio que se fabrica en la historia de la arquitectura. Jean Prouvé hizo un intento hace algunos años y no le resultó muy grato. Dado que no hay un precedente, tenemos la patente.
Hay mucho interés en el mundo, porque existe una necesidad enorme de un sistema más eficiente, más amigable, más económico para construir. Hemos evolucionado, tenemos celulares y coches eléctricos, pero tenemos casas prehistóricas.
¿Por qué el aluminio?
Un amigo me dijo una vez: hay que invertir en las tiendas y en los productos donde veas que hay mucha fila para comprarlos. Es un buen principio. ¿De qué están hechas las latas de los refrescos? De aluminio, y eso es por algo. Empiezas a ver una diversidad interesante en la forma de estructurar un mismo material. Hay varias razones: costo, eficiencia, capacidad de reproducirse. Es un material muy noble y muy abundante en la naturaleza. Es el tercer material más abundante en la tierra.
Luego, es un material 100% reciclable. Entonces, el día que quieran demoler la casa, se desarma y ese material o lo reutilizas o lo reciclas, pero no se va a la basura. Además no contamina visualmente, ni auditivamente. Se ahorra mucho en el proceso de construcción. Generalmente una obra así implica 500 camiones de material y en este caso fueron prácticamente tres camiones. En términos de amabilidad con el medio ambiente, lo es todo.
La vivienda es un tema social y económico, especialmente en las ciudades. ¿Cómo contribuye el sistema PI a solucionar este problema?
Los costos bajan, aunque depende en dónde. En la Ciudad de México los costos son alrededor de un 30% por debajo de los estándares convencionales de una calidad parecida, es decir, tienes mucha más calidad a un menor precio. Además de ser un material muy resistente, la estructura es lo que ves, viene pintada de fábrica. El tema de humedades y permeabilidad es nulo, entonces, el costo en mantenimiento es bastante más reducido.
Excepto el mobiliario y algunos mecanismos internos que son italianos, alrededor del 80 por ciento se produce en México. Cuando esto evolucione, se tendrá en stock y si no tienes en stock, se manda a fabricar todo y, en cuanto tengas tu licencia, cuentas 45 días y tu casa está montada.
Siempre he pensado que en los países donde aparentemente menos libertad hay, son los que más libertad tienen por- que modulan sus reglas. Con un sistema modular “modulas” tus límites y aparentemente esa limitación te da un potencial gigantesco de crear. La modulación potencia las capacidades de reproducción de algo y nos exige más creatividad, más orden, pero nos regala mucho: calidad, tiempo y dinero.
¿Siempre fue la vivienda tu principal vocación como arquitecto?
La casa es el origen de la ciudad. Mi primer proyecto independiente fue una vivienda, hace 38 años. A los 21 ya había terminado mi primer edificio. Ahí tomo conciencia de la importancia de la casa como principio, como ente, como objeto, como mecanismo o como engrane de una ciudad. La ciudad es, primero, una suma de casas y anhelos; en esencia, una aldea. Lo que nos ha hecho evolucionar como seres humanos es la búsqueda de confort, es lo que nos ha hecho más eficientes y la ciencia fluye hacia esa dirección.
Muchas veces el confort significa certidumbre. Y creo que como aspiración es muy válido y cualquier sociedad pensaría que aspira a certezas que muchas veces la tecnología ayuda a lograrlas.
Después de Casa PI, ¿qué viene?
Casa PI es el inicio de una nueva forma constructiva, ya hoy tenemos ofrecimientos de proyectos muy importantes de gran escala a nivel nacional e internacional. Esto es como haber inventado una computadora, sirve para depurar datos, para contener información, procesarla y muchas otras funciones.
Me encanta visitarla porque es como un hijo y la ves defendiéndose de la temperatura y de los factores externos. Al despacho le produce una felicidad enorme haber inventado una cosa así, porque es la suma de muchos cerebros que estuvieron involucrados en un mismo problema y que trataron de darle solución a algo o darle vida a alguien inexistente.
¿Cuál es el punto de encuentro entre funcionalidad y estética?
Esa es una muy bonita pregunta, porque te da para mucho. Siempre hemos pensado que el arte está reservado a dioses tocados por el destino o un ser divino, y solamente gente con cierto talento y capacidades produce arte. Este concepto me parece limitado. Para mí, arte y función van de la mano; prefiero un Ferrari que una pieza de Jeff Koons, funciona más, es más lógico y además es mucho más barato, curiosamente.
El esnobismo y elitismo absurdo de pensar que solamente ciertas personas son capaces de producir objetos bellos me parece de otro siglo. Creo que el arte está reservado a la imaginación, al talento, a la capacidad creativa, a la necesidad de inventar nuevas palabras para poder expresar correctamente un sentimiento o una necesidad y, en la medida que tengas capacidad de inventar neologismos y contar historias, estás siendo lo suficientemente creativo como para aportar al universo un pedazo de nueva realidad que nos hará mejores.
El arte es tan necesario en su estructura real, en su estructura humana, que ninguna pretensión lo matará, solamente lo tiene atolondrado. Tenemos que replantearnos lo que consideramos arte y lo que pensamos importante para la expresión estética, la belleza, para una sociedad mejor y un mundo más bonito, porque lo necesitamos.
Entrevista por: Isabel Flores
Fotos: Cortesía de Taller Aragonés
Retrato por: Guillermo Kahlo