Hay lugares que están destinados para nosotros, hay otros que no; como sea, la capital cultural de los Países Bajos es una metrópoli llena de misterios y rincones que merecen ser visitados.
Hubo una época en que los chinos se dedicaban exclusivamente a la confección de proverbios, o al menos eso es lo que podríamos suponer. Uno de estos proverbios, y aquí es cuando todo esto viene a cuenta, habla de la relación casi mágica que tienen las personas con ciertos lugares. “Un hilo rojo, invisible, conecta personas con lugares a los que está destinado a visitar, a pesar del tiempo, de lo cerca o lejos que se encuentre; el hilo podrá tensarse o enredarse, pero nunca se romperá”. Mi nudo, el lazo que me unió definitivamente a un lugar, se amarró en uno de los puentes sobre los enredados canales de Ámsterdam.
Viajar a la ciudad más conocida de los Países Bajos puede resultar un tanto caótico, en particular si es la primera vez. No es tanto por el idioma local: el neerlandés, un primo lejano, gutural y laberíntico del alemán; o por el aparentemente complicado sistema de trenes y tranvías que recorre la periferia de la ciudad; aun siendo Ámsterdam una metrópoli totalmente europea, tiene algo que la separa de sus similares. Su cualidad de gran puerto comercial ha convertido a esta zona en un hervidero social y étnico aderezado con especias de todas partes del mundo. Su cultura y sus manifestaciones artísticas son fiel espejo de un ente tan diverso como fascinante. Esto fue lo que encontramos.
Primeros pasos
Los foodies dirán que es a través de sus platillos; los fashion victims, por medio de sus diseños, aparadores y desfiles; lo que nunca se agotará será recorrer sus calles, tomar tranvías, cruzar puentes, y llegar a alguno de sus varios museos. ¿Por qué será que una de las primeras cosas que hacemos al visitar un lugar es buscar los mejores museos? Posiblemente para buscar la mirada de otros, para tener una comprensión más completa de la ciudad que los alberga. Para esto, Ámsterdam tiene algunos de los mejores recintos culturales e históricos de Europa.
Visitar museos, los mejores al menos, puede significar hacer largas filas, y por esto es altamente recomendable organizar bien la agenda. Esto puede ir en contra de los viajeros que buscan experiencias más espontáneas, pero si no queremos perdernos de las mejores muestras artísticas, necesitaremos un mínimo de planeación.
No podemos siquiera pensar en qué museos recomendar sin que el Rijksmuseum aparezca en nuestra mente. Situado en el corazón de Museumplein (Plaza de los Museos) este es uno de los recintos más grandes y populares de Ámsterdam. Su vastísima colección abarca más de 800 años de historia holandesa a través de arte icónico y una amplia variedad de artefactos.
Entre sus obras más importantes están pinturas de artistas locales como Rembrandt Harmenszoon van Rijn (conocido más por su primer nombre), Vincent van Gogh y un gran abanico de otros grandes como Jan Vermeer y Gerard van Honthorst, ambos retratistas de la vida común holandesa.
Más allá del edificio mismo, una obra de arte que contiene muchas obras de arte, está el jardín del Rijksmuseum, renovado y reinaugurado hace cuatro años. En este espacio se puede admirar las obras de grandes escultores como Miró y Alexander Calder; y en primavera y verano se montan exhibiciones especiales.
Dentro de la misma plaza, a pocos pasos sobre la calle Paulus Potterstraat, encontramos otro edificio que no puede dejar de ser visitado: el Museo Van Gogh, que no solo muestra pinturas de este ultrafamoso postimpresionista holandés, sino también una valiosa serie de objetos que pertenecieron al artista atormentado. Por más que quizá no estemos tan emocionados de ver otra vez Los girasoles, conocer la vida y pensamiento de Van Gogh hace que valga la pena las filas para ingresar.
Visitar museos y apreciar cuadros rodeados por cientos de personas puede ser una tarea ardua. Un buen lugar para descansar, y ver a la gente tomarse miles de fotos montados en las letras “I amsterdam”, lo encuentras al caminar hacia la Plaza de Arte, justo entre los dos museos previamente citados. Alrededor del amplio jardín hay varios cafés en los cuales puedes comprar algo de comer para llevar.
Más allá del lago
Para visitar uno de los museos más atractivos de la actualidad, debemos trasladarnos hasta el lago IJ (se escribe con dos letras mayúsculas, y se pronuncia algo como “Ye”), angosto cuerpo de agua que divide Ámsterdam de Amsterdam-Noord, y tomar uno de los ferris gratuitos que parten desde el muelle detrás de la Estación Central de trenes, hacia la otra orilla, donde un antiguo astillero ha devenido en un concurrido centro cultural, donde el EYE Filmmuseum juega un papel protagónico.
Este complejo dedicado a las artes cinematográficas, diseñado por la firma de arquitectos vienesa Delugan Meissl Ass., ha ganado varios concursos de diseño y es uno de los templos del séptimo arte más importantes en el mundo, por sus muestras histó- ricas, las que se celebran temporalmente en sus salas y la atmósfera que reina en sus espacios. Los amantes del cine tendrán que dedicar gran parte del día a recorrer la tienda de películas.
Otra costumbre bastante común, que a estas alturas del viaje ya deberías haber notado, es el generalizado uso de la bicicleta como medio de transporte. Pocas cosas nos permiten una inmersión más auténtica que conducir, ya sea un auto o una bici, en el país visitado; haciéndolo, aflorará la cultura, la educación, los hábitos y las reglas de civismo y cortesía (o la falta de todas las anteriores). Renta una bicicleta y aprende las normas básicas para conducirla. Cerca de la Estación Central, de regreso de Amsterdam-Noord, hay varios locales donde puedes elegir la que más te guste. Nota importante: ponle una mascada, cinta o distintivo que te permita reconocerla de entre muchísimas otras, en las zonas de aparcamiento puedes fácilmente confundirla con otras parecidas.
Sobre ruedas y más rápido
Nada como estrenar el par de ruedas poniéndolas a trabajar. Eligiendo la ruta escénica, pedalea bordeando el IJ hasta pasar la salida hacia el museo de ciencias Nemo, por ahí da vuelta a la derecha y sigue un buen trecho. En la actualidad no necesitas mapas para orientarte en una ciudad extraña, con ayuda de un GPS puedes llegar prácticamente a donde desees. Sea como sea, recomendamos que eventualmente llegues al número 609 de Keizersgracht, donde se encuentra Foam, el mejor museo de fotografía de Ámsterdam. Las muestras se dividen en dos grandes vertientes: los fotógrafos consagrados, como Helen Levitt y Anton Corbijn, y los emergentes, principalmente provenientes de los Países Bajos.
Caminando los verás por cientos, en bicicleta los verás más rápido, pero una actividad interesante puede ser fijarse muy bien en los puentes, que a simple vista todos podrán parecer iguales, pero tienen particularidades que vale la pena notar. Por ejemplo: el puente más ancho (y también uno de los más viejos) de Ámsterdam se llama Torenluis. Hasta el siglo XIX, en este mismo sitio se levantaba una torre en cuyo sótano, parte de este bajo el agua del canal, se encontraba un calabozo. Si puedes ver los barrotes en las ventanas ¡bingo! Encontraste la antigua prisión.
Recomiendo, si es que optaste por las dos ruedas, que encuentres un buen lugar para estacionarla y la asegures con una cadena. Elige el canal que más te haya gustado y recórrelo a pie. Si lo haces al atardecer, el espectáculo de las ventanas encendiéndose en las angostas casas será algo que nunca olvidarás. Podrás pensar que será la neblina que flota apenas rozando el agua o que es un efecto de estar bajo el nivel del mar; o el sospechosamente agradable humo que escapa de las puertas y ventanas de los concurridos coffeshops; la verdad, no importa. Ámsterdam causa un efecto agradablemente soporífero.
Elige tu puente, elige tu canal, tómale tantas fotos como se requiera para lograr captar la escena que tus ojos ven. Ahora deja la cámara de lado y busca entre las piezas de herrería del puente. No, no busques candados, si es que los hubiera. Busca pequeños nudos rojos, esos nudos de hilos que los chinos creen invisibles. Yo así encontré el mío, bien amarrado, y desde ese día sé que para volver a ese punto, solo debo tomar con cuidado el delgado hilo y seguirlo.
Guía de Ámsterdam
Dónde comer
Moeders
Lo más parecido a ser invitado a comer a la casa de una mamá local, en este restaurante podrás probar los platillos más tradicionales de la cocina holandesa como el suddervlees, un estofado de res.
D. Rozengracht 251
T. +31 20 626 7957
moeders.com
Rons Gastropub
D. Sophialaan 55 hs, 1075 BP
T. +31 20 496 1943
www.rongastrobar.nl/en
Van Kerkwijk
D. Nes 41, Ámsterdam
T. +31 20 620 3316
caferestaurantvankerkwijk.nl
Dónde dormir
The Conservatorium Hotel
D. Van Baerlestraat 27
T. 31 20 570 0000
The Hoxton
D. Herengracht 255, 1016 BJ
T. +31 20 888 5555
www.thehoxton.com
Qué visitar
EYE Filmmuseum
D. Ijpromenade 1
T. +31 20 589 1400
eyefilm.nl
Rijksmuseum
D. Museumstraat 1
T. +31 20 674 7000
rijksmuseum.nl
Museo Van Gogh
D. Museumplein 6
T. +31 20 570 5200
vangoghmuseum.nl
Texto por: Andoni Aldasoro
Fotos por: Lidia R. Wah