La creación del sake se remonta al año 500 a.C. aproximadamente. Surgió en China con técnicas muy rudimentarias, pues los aldeanos se reunían para masticar arroz y nueces, escupían el contenido en una tina común y luego lo almacenaban y lo dejaban fermentar.
Este método se abandonó rápidamente con el descubrimiento del koji, un hongo que se agrega al arroz para comenzar el proceso de fermentación. Se cree que esta técnica se extendió con rapidez por todo Japón y el resultado es el sake que conocemos hoy.
Después de muchos años, la evolución de estas técnicas ha continuado y se han perfeccionado para conseguir una bebida de la más alta calidad. Sin embargo, al ser un producto nativo del mundo oriental, no se había experimentado con él de este lado del planeta hasta hace poco.
Nami, que significa “ola” en japonés, surgió en el 2016 en Culiacán, Sinaloa. Se respeta la tradición japonesa, pero con un toque mexicano. Esta bebida premium cuenta con tres perfiles de sake en su portafolio: junmai (70% pulido), junmai ginjo (60% pulido) y junmai daiginjo (50% pulido). Son ideales para maridar con una variedad de platillos o degustarse solos en una copa de vino a 5C.
Durante la última edición del International Sake Challenge en 2019, con sede en Tokio, fue galardonado con tres medallas, una de oro y dos de plata, que lo volvieron el único sake premiado que se produce fuera de Japón.
Nami es un reflejo del México contemporáneo y diverso, producto de una mezcla interesante de culturas y a la vez vanguardista. La marca busca continuar la innovación y dar una nueva interpretación de la cultura de maridaje con una propuesta fresca en donde el sake puede ser protagonista en exquisitas comidas.
Escrito por María Zapata