Fotos cortesía de Pedro Friedeberg
De origen italiano, familia alemana y mexicano por naturalización, el artista Pedro Friedeberg, se especializa en pintura y escultura, así como en el diseño gráfico e industrial. Habiendo nacido en el año de 1936, se coloca entre los artistas mexicanos de mayor tradición y renombre por sus años de experiencia en las artes y la particularidad de sus obras, las cuales destacan por el uso de la repetición, la anti-arquitectura, la representación de las extremidades del cuerpo y la geometría sagrada, entre otros elementos.
Recientemente, el maestro viajó a Miami durante la última edición de Art Basel para intervenir Faena Bazaar, un edificio contemporáneo en el Faena District de la ciudad. La instalación, de nombre Faena Stellar Window, es una obra de gran formato que fue realizada in situ, específicamente para ese espacio, mediante la técnica de marquetería. Así mismo, otro de sus proyectos que se puede apreciar actualmente es una colaboración con la editorial Mirlo para ilustrar una nueva edición de El elogio de la locura, el clásico de Erasmo de Rotterdam.
¿Cómo nació su amor por el arte?
Nació el día en que yo nací. Siempre me ha gustado el arte, es una manera maravillosa de perder el tiempo.
¿De qué forma definiría su estilo? ¿Se ve influenciado por algún otro maestro del arte?
Sí, hay muchas personas que me han influenciado. Creo que, para ser artista, uno comienza imitando a otros artistas. En mi caso, empecé copiando a maestros como Hans Holbein, Tintoretto y Paolo Veronese. Después, me fijé en artistas más modernos como Salvador Dalí, Escher, Diego Rivera y, el más grande maestro mexicano para mí, Juan O’Gorman.
¿Cómo definiría el surrealismo?
El surrealismo es el arte de los sueños, de la fantasía y de la imaginación.
Entonces ¿se considera usted un artista surrealista?
¿Qué quiere decir eso? ¡Todo el mundo lo es! Creo que todo buen arte tiene una parte surrealista.
¿Cree que su patrimonio italiano y alemán se ve reflejado en sus obras?
Sí, porque me educaron con mucha cultura en el ámbito artístico. De chico, mi familia me hacía leer mucho, e ir a conciertos y ver obras que me aburrían, pero ahora encuentro todo eso completamente fascinante y maravilloso. La literatura y la música siempre fueron algo fundamental en mi vida.
¿Y la cultura mexicana también está presente en su trabajo? ¿Nos puede dar algunos ejemplos?
Llevo viviendo en México más de 70 años y uno siempre absorbe algo del lugar en el que vive. Me fascinan muchas partes de este país, hay muchos sitios especiales y mágicos en México. Por ejemplo, me en canta el Café del Portal en Veracruz y una vez usé una cafetera que vi ahí en una de mis obras. También suelo apoyarme mucho del trabajo artesanal de los mexicanos.
¿Cómo fue que se involucró en el diseño de muebles?
Nada más hice una silla y una mesa con figuras de manos. Son una tontería, las hice para divertirme. Después de eso me pidieron algunos otros muebles que, en realidad, se relacionan más con el arte que con mis estudios de arquitectura. Cuando estudié la carrera, todo lo que aprendíamos era muy cuadrado, nada que ver con lo que yo hice. Detesto las sillas modernas de los diseñadores reconocidos, me parecen horrorosas y pretenciosas, prefiero una silla del barrio de Tepito.
¿Qué mensaje busca transmitir a través de su arte?
Quiero que la gente se ría, me parece que en la vida hay que burlarse de todo.
¿Cómo fue su experiencia al intervenir el edificio Faena Bazaar en Art Basel Miami?
Fue una buena experiencia. Viajar me gusta, sin importar lo que vaya a hacer. Además, me organizaron una exposición y fue muy agradable. Se exhibieron varias piezas mías y también hice un mural especialmente para la ocasión. Fue un diseño que elaboré sobre madera y después me ayudaron a copiarlo parte por parte para poder transportarlo y, estando ahí, armarlo como un rompecabezas. Fue algo difícil porque todas las piezas tenían que encajar perfectamente para formar el diseño.
¿Cuál es su opinión acerca de las movimientos artísticos que han surgido en la actualidad?
El arte conceptual me parece patético, creo que pretende ser muy filosófico y profundo, pero en verdad no dice nada. Está bien hacerlo como un chiste, como lo hizo Marcel Duchamp, ¡pero eso fue hace 100 años! Los artistas de la actualidad lo siguen repitiendo, no sé como no les da vergüenza. Sin duda, el arte del pasado me interesa más que el arte del presente.
En Miami ¿cómo se sintió al colaborar con artistas emergentes con una formación tan distinta a la suya? ¿Considera que sus puntos de vista están peleados o más bien se complementan?
No hubo como tal una colaboración, pero tuve la oportunidad de ver el trabajo de otros artistas. Siempre hay cosas interesantes, aunque son la minoría. En cuanto a los puntos de vista, no creo que estemos peleados, pero tampoco nos complementamos, creo que solamente nos ignoramos.
¿Qué nos puede platicar sobre sus ilustraciones para el libro El elogio de la locura?
Es un libro escrito en el siglo XVI que habla de las locuras de esa época, pero, de alguna manera, describe también el mundo de hoy en día. Editorial Mirlo hizo un proyecto para ilustrar varios clásicos de la lectura, entre ellos La muerte en Venecia y La isla del tesoro, pero yo elegí El elogio de la locura porque es uno de mis libros predilectos. Hice entre 30 y 40 ilustraciones, la experiencia fue muy divertida, pero también muy laboriosa. Es un buen trabajo, mucha gente ya no lee, así que quizás esta vez vean las ilustraciones.