Imagina. . .Un mundo de espacios interiores y exteriores hermosamente iluminados. . . donde cada punto de luz está conectado a un sistema inteligente que ofrece iluminación confiable de la más alta calidad. . . y que a su vez sirve como vía de información y servicios. . . para ofrecer un valor extraordinario para los usuarios y gestores de espacios más allá de la iluminación.Es la voz que escucho de fondo en un video promocional en el stand de Philips en Lightfair (LFI2016),2 la feria de iluminación anual a la que vamos todos los involucrados en el medio para ver y apreciar los últimos avances tecnológicos. Entre conferencia y conferencia, bajo corriendo al piso a dar un tour de uno o dos stands y diviso a la distancia a un par de amigos en el de Philips, así que decido entrar. Estamos en pleno chisme típico, cuando de repente se me acerca un muchacho con un iPad y me ofrece un tour y le digo que, pues, por supuesto, era a lo que iba, ¿no?
Hay monitores en unos muros divisorios bajos que tienen un color marcado en el piso y respecto a estos el muchacho me explica: “Pues cuando entras al súper sacas tu teléfono y te integra tu lista de compras. Las luminarias tienen un “beacon” que reconoce la cámara del celular y automáticamente te da la ruta para que llegues al pasillo que contiene el primer artículo de tu lista. Por ejemplo, ese artículo puede ser pasta y te envía al pasillo de la pasta. Una vez que estás ahí, te puede enviar un cupón para salsa o recordarte los ingredientes que te hacen falta para una rica pasta a la arrabiata…” Y así sucesivamente, me da el tourporlos4o5 muros que representan espacios en un supermercado normal. Mi mente va a millón. Estoy en una feria de Iluminación y me están hablando de marketing y experiencias de compra. Y de repente, interrumpo al muchacho y le pre gunto algo muy normal para mí, especialmente en el entorno en que me encuentro: “¿Y, me puedes platicar acerca de las luminarias?”. Se me queda viendo así con ojos enormes y una cara de what???, digna de fotografía y me dice: “No tengo idea, yo soy del equipo de marketing. Somos los que desarrollamos la aplicación”. Creo que mi cara de what en ese momento era más grande que la de él porque yo esperaba información de las luminarias. Ya sabes, lo usual: fotometría, flujo luminoso, watts, vida útil, etc. Pero el muchacho, sin afectarse por mi pregunta, siguió con el tour. En esa etapa mi cerebro iba a mil pensando en las ramificaciones de esto, y una vez que acaba, se voltea, me mira y exclama: “¿¡No te encanta!?”. “¿La verdad? … ¡¡¡No!!!”. El muchacho no entendía cómo esta integración tecnológica absoluta no me fascinaba. Y lo que yo no entendía era por qué para él todo era importante excepto el aparato que emite la señal que inicia todo su proceso: la luminaria. Por un momento, hasta había perdido de vista que estaba en una feria de iluminación.Esta luminaria, que en el pasado era el centro del espacio, ahora no es más que un punto de recolección de datos. Entre visitas a los stands, que este año eran más y más los proveedores del mejor producto LED, me iba corriendo a las conferencias y al foro de IoT3 (Internet of Things, por sus siglas en inglés) al cual me inscribí. Como diseñadora de Iluminación y asesora experta para mis clientes, mi responsabilidad es conocer y entender todo lo que está en el mercado para poder hacerles una recomendación acertada de lo que más les conviene. Y quieras o no, me guste o no, connected lighting y IoT es de lo último de lo que se está hablando, por lo que consideré relevante entender más a fondo de qué se trata.
Me queda claro que, una vez más, la tecnología está demostrando ser una increíble fuente de oportunidades para aplicaciones en el maravilloso mundo de la luz. Sin duda, la industria ha sufrido un cambio a una velocidad que no ha sido vivida en ningún otro campo desde sus bases eléctricas en el siglo XIX, a la electrónica y la fotónica en el siglo XXI.
El traslape de las industrias es mucho más evidente ahora. Compañías de diversos campos como comunicaciones, componentes electrónicos, almacenamiento de data e inclusive enseres domésticos están exhibiendo productos innovadores en ferias de iluminación. Sería curioso ver si, en un futuro cercano, marcas de iluminación tendrán presencia en otros shows que no son necesariamente de iluminación. Si una luminaria es capaz de emitir mensajes encriptados, capaz de interpretar información y conectarse a sistemas de data inalámbricos, las posibilidades de aplicaciones de todo tipo de industrias como las de salud, transporte, hotelería e inclusive, hasta del ejército, serían inmensas. Me pregunto si no fue en el ejército donde comenzó toda esta parafernalia.
Las posibilidades son enormes, eso es lo que la tecnología está ofreciendo mediante la integra- ción de tantas funciones en un solo dispositivo. La comparación con los teléfonos es apremiante. En sus inicios, hablando del siglo pasado, un primer intento de utilizar la tecnología de radio se convirtió en el origen del teléfono inalámbrico. Era solo cuestión de deshacerse de los cables. Alrede- dor de tres décadas después, los teléfonos móviles son ahora para todo, menos para hacer llamadas: centros de entretenimiento, cámaras, almacenamiento de datos, medidores de conteo de pasos, herramientas de transferencia de dinero, y mucho más. ¿Cuántas veces un teléfono se utiliza para hacer llamadas telefónicas hoy en día? Podemos decir algo similar de las luminarias, mientras somos testigos de su total transformación en aparatos “multitask”, y esto parece ser solo el principio.
Mi argumento es: ¿cómo es esto relevante para la calidad de la luz? Es decir, ¿cuál es el impacto que tienen las tecnologías de conectividad que confluyen en la creación de ambientes de iluminación para las necesidades de las personas? Escucho hablar a todos de la conectividad y los ahorros y la energía y el IoT, pero ¿qué hay de las personas que habitamos bajo esa luz?
Creo que hay una línea muy delgada que hay que cuidar cuando la tecnología está entremezclada de manera tan intrínseca con nuestra vida cotidiana y puede volverse intrusiva. La tecnología es creada para el bienestar. Solo porque la tecnología está disponible no quiere decir que la tenemos que usar. Ahora, por medio de software, estas aplicaciones de sistemas de control van más allá de la iluminación: comunican tus patrones, entregan información en contexto y servicios a las personas en los espacios iluminados; dan una visión más profunda, utilizando datos históricos y análisis para mejorar continuamente las operaciones y experiencias de compra, integrando a la iluminación como parte de la ecología digital de un edificio. La luz ahora es otra herramienta que condiciona y moldea tu vida, pero sobre todo, es considerada un bien inmueble, ya que ahora los postes de iluminación y las luminarias no solo son fuentes de luz, sino que llevan módulos de wifi, cámaras, sensores, etc.¿Puede la iluminación ir más allá de tan solo iluminar? Fue la pregunta relevante que, encontré, se habían planteado muchos proveedores el año pasado, pero aún más este año. Mi pregunta sigue siendo: ¿Por qué? Ante esto, no puedo más que sentir sorpresa y un poco de resquemor, porque hasta el más mínimo aspecto de nuestras vidas se está volviendo público y puede estar sujeto a análisis. Hoy en día, hay que reclamar nuestro derecho a la privacidad. Y la privacidad per se es un tema extraño porque estamos conectados 24/7, y todo se sube a una “nube”. ¿Quién realmente tiene nuestros datos?
Después de la feria siempre uno se toma par de días para analizar y entender todo lo visto, pero no da tiempo de registrar, y entre los que asistimos, veníamos bromeando que la privacidad en un futuro no tan lejano va a tener un precio. Los hoteles sin wifi van a ser más codiciados ya que te van a ofrecer la oportunidad de desconectarte, literalmente. La privacidad, ahora sí, va a ser un verdadero lujo.