De la mano de Lincoln seguimos Tejiendo México a través del lente de Enrique Leyva, un joven fotógrafo Oaxaqueño cuyas imágenes de moda están revolucionando la forma como México se ve a sí mismo. Las imágenes de Enrique hablan del gran universo que explora la mexicanidad.
Enrique Leyva tiene 27 años y ya su nombre figura entre los fotógrafos que están cambiando la mirada hegemónica de México. Estudio diseño industrial y desde los 16 años estudia fotografía. Creció en Oaxaca donde conoció la obra de Juan Rulfo, Graciela Iturbide y Manuel Alvarez Bravo. Su gusto por el arte está ligado desde pequeño con su bisabuelo que tejía en telar de pedal y sus tíos fueron pintores y cantantes. “Cuando tenía 7 años, dos días antes de un viaje a Huatulco, una de mis tías me enseñó su cámara Kodak desechable. Ese fue mi primer acercamiento a la fotografía y a partir de ahí siempre estuve acompañado de cámaras fotográficas, como un buen medio para salir un poco de mi cotidianidad…Cuando tenía 16 años había muchas cosas que estaban cambiando en mi como persona y que de cierta forma me hacían cuestionar muchísimas otras cosas de mi entorno, así encontré en la fotografía esa manera de darle forma y color a mis sentimientos, todo eso que me cuestionaba podía materializarlo en un instante. Desde ahí supe que podía decir todo en una imagen y que estaría acompañado de esto toda mi vida.”
Detrás de la fotografía, aunque a veces parezca simple, hay mucho tiempo de planeación y de conceptualización de una idea, una emoción o ideologías que hablan de temas sociales, políticos y económicos. También, la fotografía es algo muy personal y autobiográfico, “muchas historias fotográficas son relatos visuales de mis recuerdos y memoria en relación con mi familia, las fotos que guarda en su caja de galletas mi abuela, las fotos de joven de mi papá y abuelo. También lo es en un sentido de aceptación y valorización de mi color, mi cuerpo, mis facciones, mi herencia y mis raíces.”
Sobre la fotografía de moda, Enrique no lo ve como un tema meramente superficial, “la moda es para mi, un tema social que nos habla de momentos históricos y que viste esos momentos históricos, más allá de pensar en la moda sólo como un lujo, por ejemplo, la ropa rota, pintada y modificada de los punks hasta las fibras teñidas naturalmente y tejidas por mujeres y hombres como herencia de nuestras culturas ancestrales o la moda urbana como medio de expresión del color, la fuerza y unión”
“Soy consciente que la foto en la que yo me enfoco no puede acabar con muchos problemas sociales de un tajo, pero puede promover un cambio de conciencia colectiva sobre temas como el racismo o la inclusión, creo que puede llegar a incomodar al espectador y replantearse sus ideologías y creencias hegemónicas. Así es como creo la foto de moda se ha tornado en algunos casos y para algunos autores como un agente de cambio, promoviendo una inclusión de todo tipo de cuerpos y rostros, donde el producto (la ropa o accesorios) queda en un segundo plano y que solo ayudan a reforzar la estética de una imagen y donde la persona se vuelve el actor principal en este caso los personajes de mis fotos son esos representantes de la belleza de nuestra piel y características físicas de nuestro estado y sur de México.”
Cree que hay un camino muy largo para hablar de erradicación del clasismo y racismo en México, sobre todo en la moda, “yo como fotógrafo de moda y retrato no asumo que mi trabajo esté terminando con esto pero puedo asumir que contribuye a una conciencia colectiva, ahora estamos (me incluyo) ocupando lugares donde normalmente no éramos tomados en cuenta y me gusta que seamos sureños de piel morena contando historias de nuestro contexto como oaxaqueños. Hay otras historias personales de personajes que retrato que yo no puedo asumir y tampoco ser yo quien las cuente porque no es mi lugar, al final mi trabajo se basa en mostrar los rostros de la gente del sur y la belleza de nuestra piel morena. Todo este proyecto es una respuesta a mucho tiempo de asumirme como alguien sin “belleza” y que mi apariencia física no era la “correcta” ahora retratando a cada persona me ayuda en un proceso de sanación, auto-reconociéndome en cada persona que retrato y así es como le mostramos al mundo nuestra piel, nuestra belleza, nuestro orgullo y que no esperamos ser aprobados por nadie porque nosotros mismos ya estamos orgullosos de ser quienes somos. … y aunque no esperamos que los medios aprueben nuestra belleza, agradecemos la difusión que se le da a nuestro trabajo por que la conciencia debe llegar a todos los estratos. Así también más gente se sentirá representada y al ver a todos estos rostros, la gente creará más vínculos emocionales y procesos de sanación al identificarnos con nuestro cabello, nuestros labios, nuestra nariz, nuestro color. Espero que los medios y marcas no solo cumplan con su cuota racial, que también su cambio sea desde un cambió sistemático para proveer mejores oportunidades, derechos laborales y salarios con la gente que conforma su equipo. Creo que la foto desde cualquier trinchera puede contar historias, yo sigo aprendiendo como contarlas y en el camino puedo equivocarme, pero al final mi trabajo es una respuesta genuina a mis experiencias personales con estos temas.”
Admira a Flor Garduño, fotógrafa que conoció cuando empezó formalmente a estudiar fotografía. También admira mucho el trabajo de Manuel Álvarez Bravo. De hecho, fue el por quien decidió empezar a inmiscuirse más en la fotografía documental. En la fotografía de moda admira por su proceso creativo a Glen Luchford que es una constante inspiración para arriesgar más a la hora de conceptualizar una idea. También una fuente de inspiración constante para Leyva es la cineasta oaxaqueña Luna Marán por la manera en la que narra sus historias y cómo las vincula a sus vivencias, experiencias y procesos personales.
Enrique define su lenguaje visual como un recuerdo y un tributo a su familia, “también lo defino como una manera poética de contar aquellas experiencias personales que he vivido desde mis procesos de aceptación como de cambio y que al mismo tiempo son un proceso de gozo, admiración y sanación.”
Su gran reto consiste en promover la descentralización de la industria creativa en México, que se sepa que en el sur de México como en poblaciones del norte hay cineastas, artistas, fotógrafas, diseñadoras, actrices, actores, cantantes, poetas, escritoras que tienen mucho talento, “que no tenemos el privilegio para poder llegar a donde quisiéramos y que seamos NOSOTROS quien contemos nuestras propias historias, no personas externas que quieren contar algo por nosotros de nuestras vivencias y herencia.”
“Mi sueño como fotógrafo cambia constantemente, cada que vivo, leo e investigo más me alejo de ciertos ideales, pero me acerco a otros. Sólo se que quiero que más allá de reconocer la belleza de mi foto o la belleza de los personajes en mis fotos, la gente haga un cambio real en su día a día, la manera en que conviven y tratan con nosotros y que se unan para exigir justicia e igualdad en todas las áreas.”
Una foto emblemática es la de Karen Vega, titulada “Realismo Mágico”, donde aparece con un penacho de hoja del maíz (totomoxtle) “como fotógrafo es una de las fotos que más me han marcado, fue la manera en la que Karen, Pompi (diseñador y estilista) y yo pudimos representar ese orgullo a nuestra herencia cultural, los 3 somos de los Valles Centrales de Oaxaca, pero cada uno de una población diferente pero al final con la misma sangre y con mujeres oaxaqueñas que conforman nuestra familia. Esta fue la manera en la que ideamos, le decimos nosotros, otra “mexicanidad”. Tenemos mucho respeto hacia el trabajo textil de las maestras artesanas y creíamos que el hecho de ser de diferentes pueblos y zonas de Oaxaca, no nos daba la autoridad de usar un bordado o textil que no pertenecía a nuestra comunidad, entonces quisimos abordarlo de una manera tan pura, como lo es la manta cruda de Oaxaca y en esta manera idealizar a Karen como la representación de una diosa , sin especificar ninguna cultura o religión, solo una diosa por el simple hecho de su inteligencia, belleza, de su piel brillante y su serenidad y apoyándonos de la referencia de la corona decidimos usar esta corona de hojas de totomoxtle como un vínculo a algo que para nosotros como oaxaqueños es nuestro día a día”
La camioneta Lincoln Aviator PHEV es la culminación de muchas innovaciones y la suma de miles de detalles con un solo objetivo: crear viajes seguros y armoniosos en todo el sentido de la palabra. Así son las fotos de Enrique Leyva, una sumatoria de muchas experiencias y miradas que acumuladas resultan en un punto de vista único.
Texto por Marcella Echavarria