Los rituales a través de las nubes
Volar, desafiar la gravedad, trascender los límites naturales del ser humano. Suspenderse en el cielo, dejar de estar pegado a la tierra. Soñar.
Volar es un sueño logrado, algo que ha podido ser posible gracias a la creatividad, el ingenio, y la imaginación humanas. Muchos deciden tener los pies en las nubes más allá de tenerlos en la tierra. Ser piloto de avión es un vicio. Una adicción por estar en el cielo y ver el sol resplandeciendo, atravesar las nubes, ver las ciudades que han dibujado la mujer y el hombre.
Es cumplir las esperanzas de muchos cuerpos y mentes que van de un lugar a otro. Es la responsabilidad de dialogar con la gravedad para ver en primera fila el festín de una puesta o de un amanecer.
A pesar de que los pilotos de avión decidan estar más tiempo suspendidos en el cielo dentro de una máquina poderosa y tecnológicamente impecable, su corazón les dice que debe haber algo que los siga uniendo a la tierra. Supersticiones y rituales nacen para entablar una conversación entre el arriba y el abajo, para encontrar un permiso entre partida y destino.
Milton Alegría Melo es un capitán en la aerolínea Fly Emirates. A su avión, un lindo A340-300, le ha puesto nombre: “Se llama Ponchito”. Lo bautizó así porque recuerda con mucha nostalgia los programas que veía del gran cómico Andrés Bustamante, creador de personajes míticos como el “Hooligan” y precisamente, “Ponchito”.
“Me acuerdo de una serie de programas que se llamaban ‘viajes Ponchito’, y eran una cábula, una parodia de como sería hacer viajes ‘de lujo’ a Xochimilco, Tepito, Neza, Chapultepec. Entonces quería llamar al avión con un nombre muy mexicano para sentirme cerca de mi tierra. Ese nombre me trae buena vibra”.
Milton dice que tiene una especial superstición, y es que a los 15 minutos de vuelo, se levanta de su lugar de mando, enciende la señal de “abrocharse los cinturones” y va al baño. ¿Para qué? Para hacer una oración que dura más o menos 5 minutos.
Dice que en la cabina se siente intimidado para hincarse y orar, y hacer su ritual de manera sincera. Sin embargo, en el baño encuentra privacidad y soltura para hacerlo. Es una oración para que sea un buen vuelo y para que todos los que están abordo conserven la salud. Lo que me llamó la atención es ¿por qué hacer su plegaria exactamente a los 15 minutos de vuelo?
“Es a los 15 minutos porque, si tomas un reloj como brújula, en donde las 12 sean el norte; el cuarto de hora –es decir, 15 minutos después de la hora– sería apuntar al este, y el este es de donde nace el sol. Es una manera en que mi oración, ascienda junto con el sol, y así iluminar y darle calor a todos los que vamos viajando”.
El capitán Alegría parece hacer honor a su apellido, y lleva un poco de optimismo a cada pasajero. Después de todo, si vuelas en un avión en el que cada vez que te habla el piloto, escuchas: “Les habla el capitán Alegría”, bueno…ya te pone de buenas y claro, te da un buen augurio.
De los aviones de pasajeros, pasamos al transporte de carga, otra manera de viajar por los cielos y transportar mercancías a distintos puntos del mundo. Es así que nos encontramos con Oscar Aguilón, uno de los pilotos de MasAir, empresa mexicana que transporta más de 42,000 toneladas por año.
A Oscar le emociona ser piloto de carga y admite que aunque sea un cliché, su película favorita es Cast Away, traducida en México como Náufrago, protagonizada por Tom Hanks y donde la temática recae precisamente en el transporte de mercancía y paquetería por la empresa FedEx.
“A mí me gusta el hecho de poder identificar lo que hago con esa película, que de alguna manera muestra cómo se mueve ese tipo de logística a nivel mundial. Eso es a lo que me dedico. Claro, no quiero que se caiga el avión, quedar varado en una isla y hablarle a una pelota como a mi mejor amigo, pero la historia me entretiene mucho”.
Aguillón tiene otro pasatiempo y de este se extrae su muy peculiar superstición. Resulta que es un fanático empedernido de Iron Maiden, en primer lugar porque su música hace que vuele su cabeza, además tiene todos sus discos y se sabe cada letra de las canciones. “Los he visto en tres diferentes países, tengo varias figuras de acción de la mascota del grupo ‘Eddie the Head’, son tremendos, ¡mis ídolos!”.
Es por muchos conocido que La Dama de Acero, como es la traducción del nombre de esa banda, haga las giras mundiales en su propio avión que, por cierto, acaban de cambiar para estrenar un nuevo modelo, se trata del Boeing 747-400 Jumbo Jet. Una máquina simplemente irresistible. Quien pilotea este coloso del aire es Bruce Dickinson, el front man del grupo, situación que resulta poderosa, mítica e insuperable. Es la única banda en el mundo que puede presumir de esto y eso la pone en el escalón de lo heroico.
Oscar acelera, y cuando jala la palanca para ascender a los cielos (sin albur), escucha la canción de Flight of Icarus, esto le da solemnidad a su despegue, pero además, me explica: “Si no pongo esa canción y la canto en el take-off , no puedo volar. Te digo la verdad. Es mi ritual y si no está presente me siento sumamente inseguro, y un piloto no puede jugar con su seguridad.” En el exacto segundo en que el avión comienza a despegarse del suelo, Oscar debe cantar una estrofa que ya tiene programada mecánicamente para que coincida con el despegue:
Fly on your way,
like an eagle,
Fly as high as the sun,
On your way,
like an eagle,
Fly and touch the sun.
Now the crowd breaks and a young boy appears
Looks the old man in the eye
As he spreads his wings and shouts at the crowd
In the name of God my father I y
(Vuela, en tu camino, como un águila
Vuela tan alto como el sol
En tu camino, como un águila
Vuela y toca el sol
Ahora la multitud se dispersa, un joven aparece
Mira al anciano en su mirada
En cuanto extiende sus alas le grita a la multitud
En el nombre de Dios, mi padre, volaré)
“Cantar el estribillo me alucina. Es cuando estoy seguro de que el viaje va ir bien. Ojalá un día pudiera pertenecer a la flota de Iron Maiden, es mi sueño: volar el Ed Force 1 al mando del capitán Dickinson por todo el mundo, con toneladas de Heavy Metal incluidas… ¡Dios, por favor!”
Dubai es una ciudad que se ha colocado en el mapa mundial desde hace unos años. El auge del petróleo en ese Emirato Árabe, ha dado una inversión incalculable para el desarrollo de este moderno y comercial oasis en el desierto.
La mayor parte de la población que reside en el Emirato es extranjera y proviene del resto del continente asiático. Alguien que pertenece a esta estadística, es Jalyn Wadden, una estadounidense de 35 años que, con mucho orgullo, es capitana de un Boeing 777 de Fly Emirates. Y es que ya no es sorpresa que cada vez más damas se estén abriendo paso como capitanas en la industria de la aviación.
De hecho, muchos amigos y amigas coinciden en que cuando les ha tocado una piloto, el aterrizaje suele ser más suave; y a pesar de que no he coincidido con una dama como capitana, creo en estas versiones. No imagino alguien mejor que una mujer para que nos haga volar y nos aterrice, ¿cierto?
La manera en que llegó a ser capitana es digna para hacer un reportaje entero, pero me temo que debemos concentrarnos en el asunto que aquí nos da cita, la superstición. Para Wadden, todo se remite a un amuleto, aunque también tiene una especie de oración de los aires:
Suppose I had wings
like the dawning day
and flew across the ocean.
Even then your powerful arm would guide and protect me
Algo así como:
Supongamos que yo tuviera alas
al igual que el día que amanece
y volara a través del océano. Incluso entonces su brazo poderoso me guiará y me protegerá
El amuleto es la parte genial de su ritual. Jalyn ha colgado en su cabina la figura no de una cruz, si no la de una bruja. Es una pequeña bruja que vuela en su es- coba. Dice que los mitos de las brujas son todos falsos, que simplemente eran historias para justificar la violencia a las mujeres que luchaban por tener oportunidades o bien que pensaban diferente y cuestionaban el mundo patriarcal.
“Mi brujita es más bien una chamana, una especie de vidente de los cielos. Es una guía entre las nubes que me abre los caminos. De alguna manera, ella me recuerda que una mujer puede alcanzar lo que quiere y que lucha por una equidad de género donde podamos tener las mismas oportunidades.”
¡Woman power is in the air!, de eso no hay duda. Yo me abrocho el cinturón y miro por la ventana. Mi cuerpo y mi espíritu vienen conmigo a más de 900 kilómetros por hora. El capitán nos dice que disfrutemos el vuelo. Pongo mi reloj en el cuarto de hora. The Number of the Beast suena en mis audífonos. Cierro los ojos y pienso en una bruja.