
Febrero es el mes del amor y, muchas veces, nos hace falta inspiración. Por eso, aquí te compartimos los poemas de nueve escritores que han cambiado al mundo con sus palabras, desde Victor Hugo hasta Fernando Pessoa. Definitivamente, los tienes que leer por lo menos una vez en la vida.
Táctica y estrategia de Mario Benedetti

Mi táctica es
 mirarte
 aprender como sos
 quererte como sos.
Mi táctica es
 hablarte
 y escucharte
 construir con palabras
 un puente indestructible.
Mi táctica es
 quedarme en tu recuerdo
 no sé cómo ni sé
 con qué pretexto
 pero quedarme en vos.
Mi táctica es
 ser franco
 y saber que sos franca
 y que no nos vendamos
 simulacros
 para que entre los dos
no haya telón
 ni abismos.
Mi estrategia es
 en cambio
 más profunda y más
 simple.
Mi estrategia es
 que un día cualquiera
 no sé cómo ni sé
 con qué pretexto
 por fin me necesites.
Soneto 22 de Pablo Neruda

Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,
 sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,
 en regiones contrarias, en un mediodía quemante,
 eras solo el aroma de los cereales que amo.
Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa
 en Angol, a la luz de la luna de junio,
 o eras tú la cintura de aquella guitarra
 que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.
Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.
 En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.
 Pero yo ya sabía cómo era. De pronto
 mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:
 frente a mis ojos estabas, reinándome y reinas.
 Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.
Plenitud de Victor Hugo

Puesto que apliqué mis labios a tu copa llena aún,
y puse entre tus manos mi pálida frente;
puesto que alguna vez pude respirar el dulce aliento
de tu alma, perfume escondido en la sombra.
Puesto que me fue concedido escuchar de ti
las palabras en que se derrama el corazón misterioso;
ya que he visto llorar, ya que he visto sonreír,
tu boca sobre mi boca, tus ojos en mis ojos.
Ya que he visto brillar sobre mi cabeza ilusionada
un rayo de tu estrella, ¡ay!, siempre velada.
Ya que he visto caer en las ondas de mi vida
un pétalo de rosa arrancado a tus días,
puedo decir ahora a los veloces años:
¡Pasad! ¡Seguid pasando! ¡Yo no envejeceré más!
Idos todos con todas nuestras flores marchitas,
tengo en mi álbum una flor que nadie puede cortar.
Vuestras alas, al rozarlo, no podrán derramar
el vaso en que ahora bebo y que tengo bien lleno.
Mi alma tiene más fuego que vosotros ceniza.
Mi corazón tiene más amor que vosotros olvido.
La semana sin ti de Tomás Segovia

Quisiera haber nacido de tu vientre,
 haber vivido alguna vez dentro de ti,
 desde que te conozco soy más huérfano.
¡Oh! gruta tierna,
 rojo edén caluroso.
 ¡Qué alegría haber sido esa ceguera!
Quisiera que tu carne se acordara
 de haberme aprisionado,
 que cuando me miraras
 algo se te encogiese en las entrañas,
 que sintieras orgullo al recordar
 la generosidad sin par con que tu carne
 desanudaste para hacerme libre.
Por ti he empezado a descifrar
 los signos de la vida,
 de ti quisiera haberla recibido.
Cuando llegues a amar de Rubén Darío

Cuando llegues a amar, si no has amado,
 sabrás que en este mundo
 es el dolor más grande y más profundo
 ser a un tiempo feliz y desgraciado.
Corolario: el amor es un abismo
 de luz y sombra, poesía y prosa,
 y en donde se hace la más cara cosa
 que es reír y llorar a un tiempo mismo.
Lo peor, lo más terrible,
 es que vivir sin él es imposible.
Tanto amor de Amado Nervo

Hay tanto amor en mi alma que no queda
 ni el rincón más estrecho para el odio.
 ¿Dónde quieres que ponga los rencores
 que tus vilezas engendrar podrían?
Impasible no soy: todo lo siento,
 lo sufro todo… Pero como el niño
 a quien hacen llorar, en cuanto mira
 un juguete delante de sus ojos
 se consuela, sonríe,
 y las ávidas manos
 tiende hacia él sin recordar la pena,
 así yo, ante el divino panorama
 de mi idea, ante lo inenarrable
 de mi amor infinito,
 no siento ni el maligno alfilerazo
 ni la cruel afilada
 ironía, ni escucho la sarcástica
 risa. Todo lo olvido,
 porque soy solo corazón, soy ojos
 no más, para asomarme a la ventana
 y ver pasar el inefable Ensueño,
 vestido de violeta,
 y con toda la luz de la mañana,
 de sus ojos divinos en la quieta
 limpidez de la fontana…
Un amor más allá del amor de Roberto Juarroz

Un amor más allá del amor,
 por encima del rito del vínculo,
 más allá del juego siniestro
 de la soledad y de la compañía.
 Un amor que no necesite regreso,
 pero tampoco partida.
 Un amor no sometido
 a los fogonazos de ir y de volver,
 de estar despiertos o dormidos,
 de llamar o callar.
 Un amor para estar juntos
 o para no estarlo
 pero también para todas las posiciones
 intermedias.
 Un amor como abrir los ojos.
 Y quizá también como cerrarlos.
Como si cada beso de Fernando Pessoa

Como si cada beso
 fuera de despedida,
 Cloé mía, besémonos, amando.
 Tal vez ya nos toque
 en el hombro la mano que llama
 a la barca que no viene sino vacía;
 y que en el mismo haz
 ata lo que fuimos mutuamente
 y la ajena suma universal de la vida.
Como el que lleva al mar a rastras en sus ojos de Elvira Sastre

Como el que lleva al mar a rastras en los ojos,
el que camina hacia delante, acariciando espaldas,
o el que besa parpados para soñar más tranquilo,
te llevo en mí como en un accidente, hecho llanura,
como una caricia que termina en poemas mientras tu duermes,
como tiene el perdón grabado en el pecho el más culpable.
Te lo voy a decir de otra manera,
cuando te miro veo:
pájaros, seres inimaginables,
ojos que traspasan,
padres engullendo a sus hijos,
relojes desasiéndose en el segundo que condese un instante,
peces devorando tigres, muchachas mirando por la ventana,
un beso en la mejilla de una enamorada arrodillada,
mujeres desnudas de piel azul,
la guerra imaginada y deshecha en un lienzo,
en resumen defines mis intenciones con la poesía,
quiero conjugar contigo todo los verbos que acaben en arte.









































