Proyectar una casa es tarea común en la carrera de un arquitecto: se trata de combinar los deseos y aspiraciones de un cliente, las necesidades, con las intenciones y el saber hacer del proyectista. Si bien esta descripción se parece bastante a la actividad general de los arquitectos, cuando se trata de una vivienda la respuesta del diseñador puede estar demasiado influenciada con su modo de vida, con sus ideas de cómo una casa debe ser.
Ricardo Bak Gordon, arquitecto portugués con más de veinte años de experiencia, aprovecha cada una de las oportunidades de proyecto de vivienda para repensar la casa y sus usos, su imagen y forma, su relación con el contexto, sin dejar que las ideas preconcebidas tomen el control de su diseño. La arquitectura negocia entre diferentes solicitaciones, externas e internas, buscando optimizar los recursos para llegar a una respuesta precisa, acabada. Este proceso implica siempre balancear ideas, elegir, descartar; y Bak Gordon tensa estas relaciones, proponiendo un juego de desafío y tregua, de radicalidad y mesura.
Hemos elegido tres proyectos que muestran el abanico de respuestas que despliega Ricardo Bak Gordon al proyectar casas, pero que también permiten entender ciertas constantes, que están no tanto en la solución misma, sino en la manera de pensar la arquitectura, y dan título a las distintas partes de este artículo.
Geometría y lugar
En las Dos Casas en Tavira el continuo y seco paisaje de la región de Algarve es desafiado por la presencia de dos precisas cajas blancas, dos prismas apenas perforados en planta baja, y articulados con terrazas en planta alta; la escalera hacia la terraza en la azotea es el único gesto diagonal en la composición. Sumado a esto cada casa dispone de una plataforma independiente donde se ubicaron las piscinas. En total cuatro plataformas (casas y piscinas) conforman el conjunto; y esto es lo interesante, pues vistas en conjunto la nueva actuación aparece como una colonización tradicional, la creación de un poblado, la demarcación de un territorio.
La Casa Barnard aparece como un volumen mínimamente deformado en su parte superior: la alusión al techo a cuatro aguas llevada al prisma continuo. Pero la continuidad es abstracta, geométrica, definida por las lineas del techo y delgados pilares. Donde originalmente había un prisma compacto cuatro patios han aparecido, y son los responsables de regular el contacto entre el interior y el árido paisaje compuesto por olivares y piedras. La tensión entre geometría y lugar es clara aquí, y las rupturas, los patios, se proponen como antesalas acondicionadas en contraposición al exterior.
El lugar es sin duda el motor que define la forma de la Casa en Sobral da Lagoa. En este caso se trata de una casa entre medianeras, el paisaje es humano, pero a su vez homogéneo, naturalizado. Bak Gordon propone otra vez un doble juego: un juego de mimesis, de identificación del volumen construido con sus vecinos; y al mismo tiempo de desvío de los patrones con los que se generó el poblado originalmente. Mientras la forma intenta seguir las directivas del lugar, las perforaciones aparecen ordenadas por una lógica interna y abstracta.
Modernidad y tradición
Las Dos Casas en Tavira se presentan macizas, prima el muro blanco, mientras que las perforaciones son pocas, lo que nos recuerda a la construcción tradicional campestre. La arquitectura Moderna (y digo aqui Moderna y no contemporánea) se caracteriza por el espacio fluido, y la expansión de éste hacia el exterior. Encontramos en estas casas espacios fluidos tanto dentro como fuera, pero la relación entre éstos está perfectamente regulada. Es interesante destacar que las aberturas, colocadas del lado de afuera del muro, al abrirse liberan el hueco por completo, permitiendo el ingreso al interior de un fragmento del paisaje sin mediación alguna. Cuando hay conexión entonces, ésta es directa y potente, como el paisaje circundante.
Nuevamente nos deberíamos referir a la forma en la Casa Bernard para ver cómo Bak Gordon se mueve entre modernidad y tradición. El techo, como fue dicho más arriba, apela a la solución de las cuatro aguas, incluso sobre los patios reconstruyendo su silueta por medio de pérgolas livianas. Pero mirando bien veremos que el techo no está centrado, y se produce un desbalance que desvía la forma original. Y si miramos ahora el detalle, veremos que techo y muros son el mismo elemento, estamos ante una masa perforada por patios, y no existe reminiscencia alguna de los tejados sobrepuestos a la casa. La cubierta no es aquí protección solamente, sino que el techo está puesto al servicio de la forma contundente.
La Casa en Sobral da Lagoa no puede ser entendida sin mirar su contexto inmediato, de arquitectura anónima de pueblo, donde los tejados dan cuenta del trabajo manual y del paso del tiempo. Y el proyecto toma nota de este dato, lo respeta, pero también lo transgrede. Si su forma se compromete con sus vecinos al llenar el hueco existente y hacer la transición entre una casa y la otra, este proceso queda expresado en el resultado final claramente: una forma tensionada, deformada, abstracta al fin. Además, las perforaciones distorsionan aún más esta percepción, variando en alturas y color.
El color y el blanco
Como nuestro título indica todas estas casas son blancas, pero en el caso de las Dos Casas en Tavira el blanco está usado como un color, en su contrapunto con la tierra rojiza, con las persianas de Acero Cortén que remarcan los huecos. Este efecto es especialmente notable cuando vemos las casas recortadas duramente contra el cielo muy azul del Algarve, el blanco se vuelve más blanco, y el cielo más azul. Pero además aparece en estas casas otra nota de color: la piscina toma un pedazo del cielo, lo geometriza y congela. Ahora las casas se perciben extremadamente blancas, entre el cielo y la tierra, o entre el cielo y el agua azul.
En la Casa Barnard el blanco, además de ayudar a la abstracción de la volumetría, es elegido en contraste con los colores que se disponen en el interior. Afuera el blanco es uno, un elemento continuo que resume muro, techo y patios. Mientras tanto el interior se desarma en distintas partes y coloraciones. El techo toma una expresividad propia separándose de los muros, una cascara interna de hormigón visto que cubre todos los espacios. El piso por otro lado está cubierto por una cerámica suavemente amarilla. Finalmente, y la nota de color más notable, está puesta en los cerramientos internos, armarios pintados en fucsia que delimitan o dan continuidad, según el caso, a los espacios.
La imagen más pregnante de la Casa en Sobral da Lagoa son sus ventanas de colores, enmarcadas por la masa de revoque blanco. Lo que a lo lejos puede parecer vidrios de colores, en verdad se trata de persianas de madera de color, puestas en el lado interior del muro. Además los 30 centímetros del muro también son revestidos en madera. Los colores pastel se perciben reforzados por la tranquilidad general de la composición, y la solución que implica haberlos colocado por dentro provoca reflejos hacia el interior, pequeñas porciones de color que se cuelan en los espacios y los califican.