El Taller, enfocado en diseño urbano, planificación maestra y diseño de interiores, tiene su sede en la emblemática ciudad de Barcelona y fue fundado por el arquitecto postmodernista Ricardo Bofill Levi. Reconocido por su visión global y uso de geometrías y colores brillantes, el despacho se ha encargado de crear espacios dinámicos atento a la sensibilidad cultural del entorno.
Un equipo multidisciplinario compuesto por arquitectos y urbanistas, diseñadores de interiores y gráficos, ejecutivos profesionales y project managers, dedican su atención al desarrollo tecnológico, cultural y ambiental, sumando a la fecha más de mil proyectos en cuarenta países. Tras el fallecimiento del fundador en enero de 2022, Ricardo E. Bofill Maggiora toma el testigo de una operación en constante evolución.
¿Qué legado te deja tu padre?
Sobre todo, el nombre, que me parece el legado más fuerte, ya que fue él quien consiguió hacer una marca global. Siempre decía que quería tener la oficina más pequeña del mundo, pero que fuera global. La idea de la arquitectura que me dejó es de una arquitectura internacional y cosmopolita, diciéndome que no se puede ser arquitecto de una sola ciudad o de un solo país, que tienes que exponerte y aprender las diferencias que existen en todo el mundo. También me deja su patrimonio a nivel de todas las obras que ha hecho. Por último, el Taller de Arquitectura, donde ahora mismo estoy sentado, justamente en su despacho, sin él, pero sintiendo una fuerza muy importante que sigue dentro de mí.
¿Cuál es el hilo conductor de la arquitectura producida por el Taller?
La ciudad es el entorno donde ocurre la mayor parte de operaciones arquitectónicas y de habitabilidad, y el urbanismo es lo que más nos afecta a la hora de conducir los proyectos. En Barcelona encuentras desde Gaudí hasta arquitectos contemporáneos. La misma ciudad permite una gran variedad de arquitecturas y en el Taller nos enfocamos en las particularidades de cada una para crear. Trabajamos un 5% en España como arquitectos locales, pero el 95% restante se trabaja de manera global, desde los últimos 60 años. Primero empezó mi abuelo, luego mi padre, ahora me toca a mí.
Uno de los proyectos más reconocidos del despacho es La Fábrica. ¿Cómo se ha mantenido vigente la propuesta de esta edificación después de tantos años?
Es un experimento que hizo mi padre, donde él creía que las edificaciones de ingeniería industrial construidas, como las fábricas de cemento, se podían reconvertir en otros usos. Que no siempre la forma y la función estaban ligadas y debíamos encontrar una manera en donde estos edificios fueran vivibles. En esta fábrica de cemento, Ricardo decide crear un taller en donde se desenvuelvan ideas para hacer una arquitectura sostenible, transformándola en un oasis habitable.
¿Cómo lo hemos mantenido durante el tiempo?
Viviéndolo y arreglándolo. Tenemos plantas en el techo, plantas en las facha- das, y es una arquitectura low tech, de ventilación cruzada, materiales muy locales, como cerámicas, similares a los que usaba Gaudí. Mucho artesano intervino en este proyecto y el mantenimiento es constante. Actualmente, estamos en plena renovación de los despachos para volverles a dar una nueva cara.
La Muralla Roja se ha convertido en una joya arquitectónica moderna que ahora encontramos constantemente en redes sociales. ¿Cuál es el secreto detrás de diseñar proyectos atemporales?
La Muralla Roja era una ciudad en el espacio, un sistema de unidades que iban girando alrededor de las escaleras, pero no había una idea de cuál sería el resultado final, solamente se sabía que iba a ser construida. En realidad, Muralla Roja solo son 50 unidades, es un proyecto pequeño que ha tenido un enorme alcance en redes y al salir una copia en la serie El Juego del Cal- amar.
Para crear un proyecto atemporal, lo primero es entender que no tiene nada que ver lo grande o lo pequeño que sea e iniciar el pro- ceso sin tener una idea preconcebida del resultado final, buscan- do que el diseño y la metodología sean lo suficientemente robustos para que aguante el tiempo. Enfocarse en procesos sanos, justificables y acotados, con mucho cariño y, como todo arte, invirtiendo tiempo y trabajo.
RBTA es reconocido por el uso de colores vibrantes y una geometría llamativa. ¿Cómo inicia esta propuesta?
En España siempre ha habido colores fuertes relacionados con el país desde la bandera que es roja y amarilla, hasta los toros que son negros y rojos. El color proporciona materialidad y estos van de la mano creando una arquitectura nunca antes vista. Los colores son una manera de excitar los espacios, de volverlos más atractivos y de relacionarse con el arte. El Mediterráneo es una zona de colores fuertes y es divertido crear contrastes. Todo eso es parte del vocabulario que tiene el arquitecto para poder construir espacios interesantes.
Has viajado alrededor del mundo gracias a los proyectos que desarrollan en RBTA. ¿Qué lugar te ha marcado a nivel profesional?
Un lugar que me ha marcado es la India, he estado ahí desde el 2008. De joven, estuve en China 20 años y en Rusia otros 10. Venía de una educación muy americana y en la India aprendí a construir no solo vivienda social, sino de lujo, oficinas y parques.
Allí tenemos más de un millón de metros cuadrados en construcción de diferentes edificios. La India es un país tremendamente espiritual, rico y que mantiene una cultura de más de 5,000 años. Es como estar en un bosque tropical antiguo o recién plantado de chopos. Existe increíble biodiversidad, tiene cantidad de culturas cruzadas y tiene una historia llena de magia que se transmite a la arquitectura, porque esta es bastante libre.
¿Qué hace un arquitecto español en un contexto tan culturalmente dife- rente como la India?
Enfocándome en lo técnico, existe una congruencia climática entre la India y el clima de España. Lo que funciona en España son patios dentro de edificios que llevan una buena ventilación cruzada, debido a la alta densidad del país, y en la India se necesita el mismo tipo de diseño para aguantar las altas temperaturas.
Me parece que tengo la suerte de haberme ganado este mercado, trabajando en Delhi, en Bangal re, que es la capital tecnológica, en el antiguo Madrás, que es un sitio industrial, pero con unos orígenes muy espirituales, y en Calcuta, en donde al caminar por las calles te preguntas constantemente si estás en el siglo I después de Cristo o en el XXI después de Cristo. Como arquitecto uno trabaja para familias, para corporaciones o para constructores. Pero en Calcuta he conseguido trabajar para unas familias que ya son casi como mi propia familia.
¿Qué diferencias hay entre hacer arquitectura y “hacer ciudad”?
Al ser disciplinas diferentes tienes la planificación territorial, que es entender la ciudad y sus calles. Después está el urbanismo, que es una palabra que inventó Ildefonso Cerdà, quien hizo el masterplan de Barcelona, y que hoy en día conocemos como urban design. Esto ya no es planificación urbana, sino la forma de la plaza, del parque, de las calles. La movilidad tiene que ver mucho con hacer que la ciudad sea lo más sostenible y humana posible. Mientras que el espacio urbano es espacio vacío, la arquitectura son los sólidos que van definiéndolo.
Dentro de la arquitectura encuentras otras disciplinas, como el diseño de interiores, landscape design, urban design, siempre in- tentando hacer una arquitectura total al tocar las diferentes piezas del piano para que suene una sinfonía. Es importante incluir todo tipo de escala, desde la ciudad más grande hasta el más mínimo detalle, como el cenicero, el vaso o las paredes interiores de un edificio. La arquitectura y el urbanismo son diferentes profesiones, pero el arquitecto jefe tiene que entenderlas todas, por lo menos un poquito, como el director de orquesta.
¿Qué es una smart city?
Dependiendo del país, es lo que conocemos como una ciudad inteligente o una ciudad biológica. Es una ciudad que, en vez de crear carbono, crea oxígeno y funciona por sistemas circulares de retroalimentación. Por ejemplo, oficinas que tienen un aire lleno de CO2 y al lado un jardín, lo puedes alimentar. Hoy existen sistemas para que las ciudades no sean los cánceres del planeta Tierra, sino los grandes bosques con el propósito de revertir un poco el cambio climático. Pero la ciudad sostenible, la ciudad ecológica, las ciudades smart, es una ciudad que mezcla naturaleza y tecnología o biotecnología para que nos parezcamos cada vez más a lo natural y no seamos tan alienígenas en nuestro propio planeta.
Aparte de la arquitectura, ¿qué otras disciplinas podemos encontrar en tu trabajo?
Ahora para hacer arquitectura se necesita de una historia, por lo que podemos encontrar un storytelling en todo proyecto, con el propósito de pasar de un mundo ordinario a un mundo especial. La narrativa es una de las cosas que siempre me ha gustado mucho, ya sea a través de pequeñas películas o de cuentos, y este es el complemento que tengo en estos momentos para la arquitectura.
¿Cómo aplicas las enseñanzas de la vieja guardia y lo contemporáneo en un mismo plano?
Hoy en día, lo que queda de la vie- ja guardia es lo que viví trabajando con mi padre, de quien aprendí el 75% de lo que sé sobre arquitectura, acompañado por maestros como Peter Hodgkinson o Mano- lo Núñez. El resto, lo aprendí en el colegio. Toda la serie de gente que ha pasado por el Taller, que ya tiene más de 65 años, o se han retirado me inculcaron una serie de principios relacionados con la gravedad, explicándome que no podíamos solo dibujar, sino que había que construir.
Esa obsesión con la construcción es lo que me llevo de la vieja guardia. Ahora, con el mundo digital, podemos combinar esas antiguas ideas de la gravedad y de la arquitectura con nuevas tecnologías como mencionamos en las smart cities. Siempre intento coger lo mejor del pasado y empezar a meter ecología y mundo digital enfocado a las preocupaciones del presente.
¿Qué sigue para RBTA?
Lo que sigue para mí son unos diez años de esfuerzo para seguir haciendo proyectos. Continuar disfrutando de la arquitectura que hemos hecho con fuerza. Como Ricardo se fue en enero, me queda una serie de años por delante en el Taller en donde planeo aportar el máximo, rodeado siempre de arquitectos que considero mucho mejores que yo en muchas disciplinas. Llevamos más de 30 años trabajando juntos y quiero que esta gran familia continúe.
Entrevista por: Ariel Aizenman
Fotos: Cortesía de RBTA